Mar, 42 años, se quejaba hace unos días en la consulta de sus problemas y cómo de negativo había sido para ella el año que pronto dejaremos atrás. Lo cierto es que Mar tenía razones para quejarse pero, quizás, ya era de más difícil explicación que, según ella, el próximo año sería igual o incluso se podía poner peor… Todo es cuestión de perspectivas. Sin embargo, si os llenan un vaso hasta la mitad, ¿cómo está? ¿medio lleno o medio vacío?
El problema de qué actitud adoptar
No voy a negar la realidad: estamos en una sociedad muy competitiva, hecha por personas que cada vez somos más individualistas, egoístas y poco tolerantes a la frustración. Vivimos en un estado de tensión permanente porque no sabe cómo amanecerá al día siguiente.
Visto así, el año termina mal y no parece que vaya a cambiar, al menos por los indicios. Sin embargo, decía William James “el gran descubrimiento de mi generación es que un ser humano puede alterar su vida, al alterar sus actitudes”. Tengamos en cuenta que el fundador de la Psicología Funcional nació en 1842. Por tanto, con más razón, en un mundo global e hiperconectado, deberíamos ser capaces de aplicarlo. Obviamente, va a requerir esfuerzo y dedicación. Quiero decir que, por muy extraño que pueda parecer, leer mensajes positivos o libros de autoayuda no va a ser suficientes, será necesario algo más de trabajo.
¿Hablamos de emociones positivas?
Las emociones positivas son aquellas en las que predomina la valencia del placer o bienestar (Diener, Larsen y Lucas, 2003); tienen una duración temporal y movilizan escasos recursos para su afrontamiento; permiten cultivar las virtudes personales que son aspectos necesarios y que conducen a la felicidad. Pero también las definimos como estados subjetivos que la persona experimenta según sus circunstancias, por lo que involucran sentimientos (Vecina, 2006). Son descritas como reacciones breves que se sienten cuando ocurre algo significativo para la persona (Contreras y Esguerra, 2006).
Según Fredrickson (2000), las emociones positivas optimizan la salud, el bienestar subjetivo y la resiliencia psicológica, favoreciendo un razonamiento eficiente, flexible y creativo, el cual es determinante para el desarrollo de un aprendizaje significativo. De esta manera, las emociones positivas ayudan a dar un significado positivo a las circunstancias cambiantes y adversas que podemos sufrir (Fredrickson y Joiner, 2002).
Algunas de las emociones positivas más representativas dentro de la psicología positiva son:
- Bienestar y felicidad. Son un binomio inseparable, según Seligman (2000). Si aumenta el bienestar subjetivo, la persona se vuelve más creativa y su personalidad refleja una actitud más positiva. Esta combinación dará como resultado una mayor motivación interna.
- Fluidez (flow). Es la emoción que siente una persona cuando se halla totalmente involucrada en aquello que está realizando (Csikszentmihalyi, 1990); cuando la persona concentra todos sus sentidos, pensamientos y emociones en lo que sucede en ese momento, en el aquí y el ahora.
- Resilentes. Son las personas que ante la adversidad “se doblan pero no se rompen” y que son capaces de experimentar emociones positivas en situaciones estresantes (Fredrickson, 2001). Por ello, las emociones positivas en los momentos de aflicción hacen más probable que se hagan planes de futuro (Stein, Folkman, Trabasso y Richards, 1997), y predicen un mejor ajuste psicológico.
- Humor es la capacidad para estimular la risa; permite interpretar positivamente las situaciones amenazantes (Martin, Kuiper, Olinger y Dance, 1993). Algunas investigaciones han demostrado que la risa está relacionada con beneficios considerables en el sistema cardiovascular (Carbelo y Jáuregui, 2006), y favorece las relaciones interpersonales del individuo así como la actitud positiva
Todas estas emociones positivas nos ayudan a tener una buena actitud positiva. Al inicio del Año Nuevo, solo las personas con una buena actitud positiva conseguirán los propósitos de Nochevieja. De lo contrario, muchos de esos se convertirán, nuevamente, en objetivos frustrados.
Esa lista de deseos, ya sea dejar de fumar, hacer dieta, cambiar de vida o de trabajo o de pareja… puede parecer una realidad en Nochevieja bajo la efervescencia de la alegría casi impuesta de la fiesta.
Sin embargo, unos días después, un poco más tranquilos y cuando parece el momento ideal para iniciar esa dieta, por ejemplo, empiezan los pensamientos negativos que nos llegan con el nombre de “excusas”; “uff, ahora no, tengo mucho estrés”, “antes de la primavera, seguro”, “lo he dejado mucho tiempo, no va a venir de unas semanas”. Pero la mayor parte de las veces, bajo la presión de personas cercanas, acabamos obligándonos a hacer dieta en lugar de hacerlo porque lo deseo.
Por ello, a poquito de finalizar el Año, haya sido bueno o menos bueno, es la hora de echar la vista atrás y solo quedarse con las emociones positivas y aprender de las negativas. Es la hora de tener en cuenta que las emociones positivas alimentan la actitud positiva y que ésta es el motor de la ilusión. Y, es el momento, de recordar que la ilusión nos motiva a seguir adelante. Por tanto, no hagas nada por obligación, todo debes desearlo, con todas tus fuerzas. ¡Que tengas un 2018 asombroso!
Pautas para empezar el Año Nuevo con actitud positiva
1. Empieza el día de forma positiva. Despierta con la idea de que vas a tener un gran día. Si hay algo que te pone de malhumor por la mañana, es tan sencillo como cambiarlo, en tus manos está.
2. El lado bueno de las cosas. Las personas tendemos a ver con mayor facilidad la parte negativa o mala de cualquier cosa que nos ocurre. De esta manera, generamos un pensamiento negativo que se va alargando hasta convertirse en un círculo vicioso del cual, difícilmente, podemos escapar. Por eso, si quieres mejorar esta actitud, piensa que lo necesitas. En realidad, es cambiar tu actitud ante la vida y ese es un cambio mucho más profundo.
3. Emociónate, positivamente. Eso no significa que vayas a partir de Año Nuevo al trabajo con una camiseta con motivos florales que ponga “Be happy, don’t worry” y cantando. No, no hace falta. Solo que seas consciente de las emociones – tanto positivas como negativas- para llegar al equilibrio emocional necesario.
4. Agradece. Dicen que es de bien nacidos, ser agradecido. Por ello, después de cada día, aunque te parezca que haya sido un mal día, reflexiona y piensa en todo aquel a quien debes agradecer algo en ese día. De la misma manera, pregúntate acerca de ti, aplaúdete si es necesario, porque ello te motivará y cambiará tu actitud.
5. No lo puedes controlar todo, acéptalo. Es importante que aprendas a creer que otras personas pueden hacer las cosas, como mínimo, igual de bien. O fíjate, incluso hasta mejor en algunas cosas. Cuando seas capaz de aceptarlo, tu estrés disminuirá, aumentará la confiabilidad y disfrutarás más el momento.
6. Todo llega y todo pasa. Posiblemente te están ocurriendo cosas difíciles que te hacen ver un horizonte negro. Te puede ayudar el ponerle una fecha de caducidad. Así acabará pasando y la situación cambiará. Sin embargo, esto también es válido para las cosas buenas y, por ello, debes disfrutar de cada momento, de forma muy intensa. Todo llega, fluye y pasa rápidamente.
7. Mantén el estrés a raya. El estrés es una emoción adaptativa en personas sanas que nos pone en estado de alerta ante una situación extrema o una gran presión cotidiana. Por ello, cuánto más tranquilos estemos, mejor resolveremos los problemas. Cuando no lo puedas controlar, pide ayuda a un psicólogo.
8. Relájate Es importante incluir en la agenda diaria “islas desiertas” para pensar o hacer cosas agradables. Y no existen excusas porque se pueden hallar 10-15 minutos diarios para hacerlo. De esta manera, resolverás los conflictos que se te presenten de forma más ágil, precisa y rápida.
9. Tú tienes el poder de cambiar. Ciertamente, existen conflictos externos; es un hecho, irrefutable. Lo importante es lo que tú puedes hacer para que dicha conflictividad te afecte en el menor grado posible y, entonces, piensa que el poder de cambiar esta en ti mismo; ello te será muy útil para manejar de forma positiva cualquier tensión o discusión derivada de esta conflictividad
10. Ponte metas. Sí, ya sé, suena a tópico, pero no lo es; de hecho, una de las tareas para casa que más frecuentan mis pacientes más difícil les cuesta de plasmar en papel es sus metas a corto plazo – en un máximo de tres meses- a medio plazo – en un máximo de seis meses- y a largo plazo – más de un año – con sus correspondientes objetivos para cada una de las metas. Conforme más claro tienen los pacientes hacia dónde quieren llegar, mayores son los esfuerzos para llegar a los objetivos de su vida.
11. No decidas por impulso. Tómate tu tiempo para evaluar las circunstancias, el contexto y los recursos. Esto no te asegura que tu decisión sea la acertada pero sí que tiene mayores probabilidades de serlo que si la has tomado por un impulso. Recuerda que, según el budismo, es más importante aprender a recorrer el camino que llegar a la meta. Pero, cualquier camino suele tener bifurcación y debes decidir si tomar el camino de la derecha o de la izquierda, sabiendo que nunca sabrás lo que hubiera pasado si hubieras tomado el otro camino.
12. Busca ayuda profesional, si la necesitas. Si te falta la ilusión, la motivación, la confianza; si tienes más emociones negativas que positivas; si tienes poca capacidad de decisión; si no sabes hacia dónde vas, si sabes que has perdido la brújula y no la encuentras… no temas, existen determinados estados que no somos capaces de superar por nosotros mismos y, por ello, te sería útil ayuda profesional.
Lo que no deberíamos hacer en 2018
1. Estar irritables. Nunca deberíamos hacer las cosas solo porque estamos enfadados. Podríamos pensar que, muchas veces, solo lo estamos con nosotros mismos pero hacemos daño a muchas personas.
2. Ser rencorosos. La vida es muy corta como para malgastarla “odiando” a quien, posiblemente, ya te ha olvidado.
3. Creer que la vida de los demás es más fácil que la nuestra. Ante todo “las apariencias engañan”, no todo lo que nos pueda parecer, es lo que ocurre. Esa persona que parece tan feliz, sí, sí, esa, la que te ha venido a la mente, ¿sabes que tiene un dolor muy intenso? Pues eso… Deja de compararte y quejarte.
4. Desear que algo sea real no significa que sea cierto. Te sorprendería saber la facilidad con que la mente es capaz de construir una versión de los hechos que nos encaja mejor a la realidad que queremos. Pero, podrías pararte y preguntarte, a solas con tu dialogo interno, ¿estoy realmente diciendo la verdad? De lo contrario deberías rectificar.
5. Pensar que eres lo que te ha pasado con anterioridad. Decide en quién quieres convertirte, en el aquí y ahora, sabiendo que el cambio implica dolor. El camino será correcto, cuando deje de doler y la nostalgia se haya convertido en ilusión y motivación.
6. Huir de tus problemas. Aunque te niegues a afrontarlos, los problemas persistirán hasta que lo hagas. Por ello, cuanto antes, mejor
7. Creerse superior a otros. Ni tu ni nadie lo somos. Ni el dinero, ni el éxito ni los títulos, te hacen así, aunque algunos crean lo contrario. Todos somos iguales y lo mejor que puedes hacer es dar todos aquellos talentos que te han ido dados porque, al final, lo recibirás multiplicado. Por tanto, pregunta, escucha y, después, actúa.
8. Confundir ser con tener. Todas tus cosas, el dinero, los coches, los vestidos, no te hacen ser tú. Lo que te hace ser tú es quien eres, nunca lo olvides.
9. Seguir buscando la felicidad en el exterior. La felicidad nace de tu interior aunque sí es cierto que se refleja en el exterior. Si esperas que tus cosas u otras personas te hagan feliz, nunca lo serás, porque solo tú puedes hacerlo.
10. Las mentiras, piadosas… o no. La credibilidad es posesión de las personas honestas, de aquellas que no mienten ni hacen trampas.
14. Desconsiderar las necesidades de los otros. Escucha a los otros pero también es importante tener en cuenta que tus propios derechos son, como mínimo, igual de importantes que los suyos.
15. Dejarse llevar por el miedo. Intenta hacer cada día algo que te dé miedo. A medida que lo vayas haciendo, el miedo disminuirá. En caso de encontrarnos ante una fobia, consulta con nuestros psicólogos sobre su tratamiento.
16. No desecha los extremos. Entre el blanco y el negro, se halla la justa virtud puesto que hay toda una gama de grises muy importante que te sirven para aprender.
17. Criticarte negativamente. Llega un momento en que la gente acaba distanciándose. Sé alegre, quiérete, perdónate, acéptate, sé tú mismo.
18. No cambiar por gustar a los otros. Cambia porque quieres mejorar pero, sobre todo, porque sabes que lo tienes que hacer.
19. Pensar que es muy tarde para volver a empezar. Siempre, siempre, se puede volver a empezar. No importa la edad que tengas, ni dónde o cómo estés, puede que sea más difícil subir de nuevo la montaña pero eso no significa que sea imposible.
20. No procrastines. O, lo que es lo mismo, no aplaces durante más tiempo eso que deseas hacer, eso que tienes que hacer, eso que debes hacer.
Empieza haciendo lo necesario, después lo posible, y de repente, te encontrarás haciendo lo imposible. San Francisco de Asís
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