El estrés provoca reacciones en nuestro comportamiento que no podemos controlar. La mayoría de veces que una persona padece estrés, ésta se encuentra mentalmente hiperactiva. Sin embargo, pese a esa frenética actividad mental, el individuo bajo el estrés no puede controlar sus pensamientos y, en consecuencia, tampoco su conducta. Esto provoca una actitud marcada por la irritabilidad, la ansiedad, la incapacidad por solventar problemas y el bloqueo emocional.

Para hacer frente a esta situación, prácticamente de parálisis emocional, existen diferentes técnicas no terapéuticas que resultan prácticas para el tratamiento del estrés. Estas técnicas y herramientas, no obstante, es recomendable que vayan acompañadas, en muchas ocasiones, de otras previas técnicas que, pese no ser terapéuticas, ayudarán mucho a la posterior terapia psicológica con el paciente. Me refiero, principalmente, a la técnica de relajación progresiva de Jacobson.

La Relajación Progresiva de Jacobson permite al paciente experimentar y conseguir la plena relajación física y mental. Su utilidad parte de un procedimiento específico que consta de seis partes esenciales que ayudarán a completar la relajación total y que el paciente seguirá según las instrucciones y mensajes que envíe el psicólogo. Este apunte cabe tenerse en cuenta ya que en la medida en que el paciente se abre a la directrices del especialista, éste recibirá más fácilmente y con mayor aceptación el procedimiento a seguir. Así pues, los pasos a seguir en la relajación progresiva de Jacobson son:

  1. Iniciación con tres respiraciones profundas y lentas para entrar en una primera fase de relajación.
  2. Mantenimiento de la respiración tranquila, lenta y consciente durante un período determinado de tiempo.
  3. Paulatina tensión y relajación de distintos miembros del cuerpo, de modo que el paciente conozca la diferencia de sensación entre la tensión y la relajación muscular para que pueda identificarlas fácilmente en un futuro.
  4. Continúa la práctica de la respiración lenta y profunda, que ya siendo interiorizada e innata tras todo el proceso realizado, ayuda a profundizar plenamente la relajación.
  5. Visualización de imágenes agradables de forma guiada por el terapeuta, un ejercicio que aumenta el grado de relajación en tanto que nos libera de tensión mediante el recuerdo y evoca momentos positivos.
  6. Llegados a este punto, ya se ha logrado la relajación física y mental.

En este sentido, y de forma esquemática, la respiración consciente (lenta y profunda) junto a la visualización de imágenes que nos resulten agradables son las herramientas y estrategias clave que ayudan al individuo a profundizar el estado de relajación, siempre, sobre todo, que éstas procedan de las instrucciones guiadas de un psicólogo especializado. En pleno estado de relajación, en tanto que es incompatible con la sensación de ansiedad, la persona se encuentra y presenta emocionalmente más positiva, o como mínimo con una reducción importante del estado ansioso y de estrés.

Cabe tener en cuenta, como se ha apuntado anteriormente, que la técnica de relajación progresiva de Jacobson no es una terapia por sí misma, sino que la relajación procede de un ejercicio basado en la repetición de técnicas de tensión y relajación muscular que conllevan directamente a los pensamientos optimistas, tranquilos y positivos. Así pues, es en este estado de relajación física y mental cuando la persona responde con actitud plenamente receptiva a los mensajes que recibe del exterior, pudiendo entonces aplicar la terapia psicológica más pertinente y considerablemente adecuada en cada caso.

Un matiz que hay que tener en cuenta es que cada persona es distinta en su forma de interpretar el problema que le afecta, así como cada problema puede afectar de forma distinta a cada persona. Así, el objetivo de las técnicas de relajación progresiva de Jacobson no es otro que labrar un estado receptivo en el individuo antes del inicio de una terapia psicológica mediante la relajación por respiración, tensión y relajación de distintas partes del cuerpo y visualización de escenas agradables.

Llegados a este punto, la persona aprende a relajarse y, en consecuencia, aprende a cambiar su pensamiento negativo, generalmente circular, por otro pensamiento más positivo. De esto modo, el individuo es capaz de percibir la realidad de forma tranquila y adaptativa, pudiendo controlar mejor el estrés ante situaciones de dificultad y viendo con más optimismo la resolución factible de los problemas diarios. Y este es el estado idóneo para la realización de terapia psicológica consciente y productiva.