Los amigos imaginarios de los niños: pautas para padres

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Cuando mi hijo tenía dos años y algunos meses, un día al salir de la guardería paró de caminar y protestó: “Mamá, ¿por qué no le das la mano?” Me dejó anonadada. Aunque miré a ambos lados, no ví a nadie más, así que opté por decirle: “Es que no me lo has presentado”… pero mi hijo siguió con su protesta: “Mamá , que es una chica, ¿no lo ves?”, “¡claro, cariño!, es que mamá hoy anda algo despistada, y ¿cómo se llama?” Así entró en casa Pirula, una mofletuda osita que se solía comer – sola o acompañada, ese es un enigma – los dulces de la despensa.

La osita tenía gustos muy parecidos a los de mi hijo: también le gustaba bajar al parque y se le debía columpiar, poner un plato en la mesa y, por supuesto, darle algunos juguetes. Cuando nos íbamos de viaje y, a pesar de la insistencia de mi marido y mía en que Pirula se quedara en casa, alguna vez habíamos sospechado que la osita tenía dotes de brujita ya que solía aparecer allí donde estuviéramos.

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Con el tiempo surgió otro amigo invisible. Esta vez, un chico llamado Leo. Dos años y medio después de que nuestra casa se hubiera convertido en una especie de zoo al gusto de mi hijo, sus “amigos” invisibles decidieron ir a visitar nuevos mundos. Y, a pesar de que ello nos costara algún que otro llanto, también sirvió para fortalecer nuestra comunicación con él y para conseguir, mediante el juego, transmitirle valores, ideas, normas… apropiados a su edad y a su nivel de madurez. 

¿Es patológico tener amigos imaginarios?

No, los psicólogos infantiles no consideramos la producción de amigos imaginarios por la mente infantil como un trastorno patológico. De hecho, entre el 12 y el 33% de los niños de entre dos y seis años crea amigos imaginarios. Entre los tres y los cinco años, muchos niños tienen un amigo imaginario. Sin embargo, la reacción de los padres es la sorpresa o la preocupación, en gran parte de los casos, por lo que consultan a psicólogos y/o pediatras acerca de posibles patologías en el desarrollo de sus hijos.

¿Por qué razón los niños tienen amigos imaginarios?

A los dos años, una de las manifestaciones típicas del desarrollo infantil es la capacidad de desarrollo del juego simbólico, es decir, la fantasía: jugar a las comiditas sin comida real, a las casitas en un parque sin paredes, a llamar por teléfono con un juguete… No hay motivo para asustarse si esta fantasía se mantiene un cierto tiempo. De hecho, sin la fantasía no existirían ni los libros, ni las películas pero tampoco los grandes inventos que tanto han hecho avanzar a la humanidad en los últimos siglos.

Cierto es que, desde la perspectiva adulta, cuando intentamos proteger a nuestros hijos, aquello que no podemos controlar – como es, su fantasía- nos dé miedo de que no puedan diferenciar dicha fantasía de la realidad. Pero la única posibilidad de que ello ocurra es que nosotros, como padres, le demos al amigo invisible una importancia que no tiene y, entonces, nos lo llevemos a uno de los extremos: o neguemos totalmente que existe o nos lo tomemos excesivamente en serio. En cualquier caso, nos estaríamos equivocando y dándole pie a nuestros hijos para la confusión.

Los amigos imaginarios pueden ser duraderos. Lo más frecuente es que el menor deje de interactuar con ellos en torno a los 7-8 años.

No hay un perfil especial de niños que tienen un amigo invisible. No existen indicadores de riesgo tales como: ser hijo único, pasar mucho tiempo sólo. Al contrario, es un juego más, único, específico, diseñado a su medida y, como en todos los juegos, si te gusta… sigues jugando…  Si no queremos jugar, el niño se sentirá sólo, incomprendido e inseguro. Sin embargo, si aceptamos el juego, le estamos diciendo a nuestro hijo: “De acuerdo, vamos a jugar, juntos. Tú pones las normas. Ya verás cómo nos divertimos” y utilizarlo para educar, después, en valores.

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Mi hijo tiene miedo a su amigo invisible

Si el amigo imaginario del menor le causa miedo e, incluso, terror, acabará por hablar de él/ella a sus padres, quienes quedarán muy sorprendidos ante la “presencia” de alguien a quien no pueden oír ni tan sólo ver pero que saben, por lo que les cuenta su hijo/a que está presente en todos sus juegos. Y allí surgen las dudas de los padres que se preguntarán si su hijo sufre algún problema en su entorno habitual  o, incluso – por descabellado que pueda parecer- si ve fantasmas».

Una de las principales recomendaciones es: mantener la calma porque la respuesta será negativa ya que –como ya se ha dicho, anteriormente-  tener amigos imaginarios es de lo más normal (e incluso beneficioso) en cierta etapa de la vida de los menores. De hech, un amigo imaginario es un personaje invisible con el cual el menor puede jugar durante varios meses, que parece real para el niño/a aunque no haya ninguna base objetiva que lo demuestre.

¿Se puede convertir el amigo imaginario en una fuente de preocupación?

Sólo existen razones para la preocupación, si sus hijos se “obsesionan” tanto con el amigo imaginario que le impida realizar sus tareas escolares, le induzca a no desear hacer amigos reales, si notan que el comportamiento de su hijo/a se ha vuelto retraído o agresivo, debido a que dice tener un amigo imaginario violento. En estos casos debe buscar ayuda profesional como un psicólogo puesto que, todo ello, podría dar lugar a otros problemas que, en cualquier caso, no son alarmantes. Situaciones como esas podrían generar otros problemas. Por lo demás, no existen razones para alarmarse.

Igual que llega, casi sin avisar, esta época suele acabar ente los 7-8 años en que el menor ha desarrollado aún más, el lenguaje, de la lógica, memoria e inteligencia.

¿Pueden convertirse los amigos imaginarios en un problema?

Los amigos imaginarios pueden ser duraderos. Como acabamos de decir, lo más frecuente es que el menor deje de interactuar con ellos en torno a los 7-8 años pero, en algunos casos  excepcionales, continuan durante la adolescencia e, incluso, llegan a la edad adulta.

Los amigos imaginarios se convierten en un problema cuando se usan para evadir responsabilidades, por ejemplo; menores que atribuyen a sus amigos invisibles la culpa de cosas que ellos no han hecho bien.

Asimismo, se convierten en un obstáculo cuando dificulta los vínculos del menor con otras personas, ya que el niño/a prefiere estar con su amigo invisible.

Cuando se advierten estas conductas, en un niño mayor de siete años, se aconseja acudir a un profesional. 

Cómo reconocer que tu hijo tiene un amigo invisible

  • Los niños pueden describir con detalle a sus amigos invisibles.
  • Los amigos invisibles pueden ser de tipo humano o animal y de ambos.
  • Pueden tener determinadas características emocionales y sociales.
  • Si no se siente juzgado por sus padres y hermanos, el niño/a se sentirá orgulloso/a de su amigo invisible y querrá compartir con los demás sus experiencias con dicho amigo.

Consecuencias positivas de tener un amigo invisble

  • Madura la capacidad intelectual del menor ya que exterioriza su diálogo interior para desarrollar ideas para otro personaje, distinto de sí mismo.
  • Juega con situaciones que ocurren en la vida cotidiana, pero sin correr riesgos.
  • Facilita a los padres la enseñanza de normas y hábitos a través del amigo invisible. Por ejemplo: “Ven: vamos a enseñar a Pirula cómo hay que lavarse los dientes después de cenar”.
  • Permite corregir sus propias conductas pero manteniendo intacta su autoestima: “Di a Pirula que no se cogen cosas del bolso de mamá sin pedir permiso”.
  • El menor aprende a hacer cosas por si solo ya que, simbólicamente, se siente acompañado .
  • Le facilita comprender sus propias emociones sin que terceras personas sufran ningún tipo de consecuencia.
  • Se establece una comunicación diferente, divertida y creativa cuando hablamos con el amigo imaginario de nuestro hijo/a y funciona como el vehículo, a través del cual, se le pueden transmitir ideas o normas, o bien, entender lo que siente y piensa.
  •  Para los profesionales, es la llave para acceder al mundo interior del niño y poder explorar situaciones conflictivas como miedos, ansiedad, maltrato…
  • Proyección de sus conflictos, miedos y fobias delante de nuevas situaciones, como ; abandonar el pañal, ir a la guardería, a cambiarse de casa, nacimiento de un hermano/a, o tener que enfrentar algún reto diferente hasta ese momento.
  • Aumento de la autoconfianza ya que si su amigo invisible es capaz  de hacer determinadas cosas positivas, el menor considera que él también podrá hacerlas. A la vez, ello hace que sientan más fuertes y capaces, aumentando su autoestima.
  • Desarrollo adecuado de habilidades sociales.
  • Desarrollan la creatividad.
  • Los ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva y empiezan a desarrollar la empatía.
  • Mejoran la capacidad lingüística, según un estudio de la Universidad de Otago ( Nueva Zelanda) Dado que aumenta la habilidad del menor para contar historias- puesto que se pasa el día hablando con su amigo invisible- ello ayuda a su capacidad para leer y, todo, incide en una mejora de su rendimiento académico.

Síntomas de alarma para padres 

  • Tu hijo te dice que el amigo imaginario le hace hacer cosas extrañas o preocupantes.
  • Si dice que su amigo imaginario le pega mucho.
  • Tu hijo es mayor de siete años y sigue con un amigo imaginario.

Pautas para padres

  • Como padres se recomienda que, sabiendo que es un proceso natural, reaccionéis con naturalidad.
  • Observa el juego de sus hijos y trata de comprenderlo ya que los pequeños manifiestan a través de él sus necesidades y deseos.
  • No hay que reaccionar violentamente ni descalificar a los niños, sino que hay que respetarlos e, incluso, hacer que participen.
  • A pesar de que el amigo imaginario de tu hijo parezca gracioso no debes participar, ni estimular, ni tampoco reprimir a los niños para que sigan jugando y conversando con su amigo.
  • Jamás regañes a tu hijo por imaginar. Eso puede herirle mucho, con lo que evitará hablar con su amigo delante de ti.
  • Controla el tiempo que tu hijo está con su amigo invisible diariamente y empieza a pautarlo, de forma discreta, siempre diciéndole que conviene que tenga tiempo para jugar con niños reales y con vosotros.
  • Aumentar los cuidados con las ventanas y con objetos que ofrezcan algún riesgo. El menor puede desear volar como superman y la niña puede querer imitar a Mary Poppins, y darse un paseo volando con su paraguas.

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Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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