Llega el verano y nuestra mente piensa en vacaciones, en descansar, en salir de la rutina, el estrés, el agotamiento… Apetece más estar en la calle, en espacios abiertos, en terrazas, trasnochar… y, de repente, nos sentimos relajados, alejados del ruido del trabajo y los problemas. Y sí, surgen los famosos amores de verano.
Por lo general, nos enamoramos cuando emocionalmente estamos más positivos y en vacaciones suelen darse varias circunstancias que nos llevan a estarlo: tiempo libre, relax, el clima, las salidas nocturnas… incluso nuestra forma de vestir y el color de nuestra piel nos ayuda a estar más seguros de nosotros mismos y por lo tanto, más propensos a sentir que nos ven atractivos.
Estas relaciones no entienden de edades y una de las características que los definen es que suelen acabar en el mejor momento de la relación: son amores libres, pasionales y en los que, sin embargo, se sufre al adelantar que podemos echar de menos a la persona, la inseguridad, la incertidumbre…
No podemos decir que son superficiales, como a primera vista podemos pensar, pero sí que son idealizados de alguna manera. Los sentimientos y las emociones que vivimos son muy reales y profundos… generalmente son relaciones intensas, vividas en un periodo corto de tiempo y por tanto muy disfrutadas. No es raro, por ello, que el «enganche» dure hasta el verano siguiente.
Cómo crear una relación duradera a partir de un amor de verano
Lo más importante es la voluntad de que salga bien, que ambas partes quieran continuar y adaptarse a la vida en común en invierno, incluso en ocasiones, a distancia.
Tendríamos que plantearnos precisamente que no queremos una «relación de verano», ser reales, vivir el amor con los pies en el suelo, no hacernos ilusiones que no se puedan cumplir e ir paso a paso, sin pretensiones, con naturalidad, la clave está en vivir día a día y dejar que el tiempo haga su trabajo.
En la mayoría de ocasiones, sabemos que acabará nuestro amor con el verano y ni siquiera planteamos la posibilidad de seguir. En otras la distancia es un muro infranqueable, también la diferencia de la vida en vacaciones y la vida del resto del año. Si nos paramos a pensar, incluso nuestra personalidad cambia… son muchos los factores que intervienen.
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