El estrés es una palabra que todos conocemos y, de hecho, utilizamos en la vida cotidiana para expresar los efectos negativos de la presión; es bien conocido el “me siento estresado” o “estoy estresada”.
Una cierta cantidad de estrés nos es útil puesto que nos sirve para activarnos y motivarnos a conseguir aquello que queremos así como es un elemento importante de éxito en la música, el baile o el deporte. De la misma manera, una cantidad moderada de estrés puede servirnos para mejorar la memoria y el aprendizaje, a pesar de que si el estrés es prolongado va a provocar el efecto contrario.
Por tanto, diríamos que manejarse en una situación que conlleva cierto estrés ya sea aprender a nadar o escalar una montaña, nos sirve para aumentar la autoestima.Y, es por eso mismo, que todos los adultos estamos convencidos de que sólo escalamos montañas otros adultos y nada más lejos de la verdad.
Los niños y el estrés
Los niños, con sus pequeños retos diarios, ya sea “escalar” un examen o aprender a subir en bici, también sufren estrés.Y, más aún, en las circunstancias actuales, en que son habituales separaciones y divorcios de sus padres, problemas económicos, bulliyng…
Cada niño es diferente en la cantidad de estrés que puede manejar de forma exitosa así como en la manera cómo percibe una situación como estresante; así, por ejemplo, lo que para un niño es excitante y estimulante, para otro es terrorífico. Entender el estrés que sufre un niño, significa comprender a cada persona en su entorno y con sus relaciones, teniendo en cuenta también sus aptitudes y carácter.
Para cualquier niño, uno de los factores más estresantes es el miedo a la pérdida de su seguridad. El vínculo entre el apego de los niños con los adultos es la fuente más importante de la seguridad, autoestima, autocontrol y habilidades sociales del niño.
Otros factores de estrés en los niños son:
- Alteraciones en la comunicación verbal
- Presiones escolares como cambio de colegio o, más frecuentemente, los exámenes
- Presiones continuas para que se comporten según unas normas determinadas
- Bullying y ciberbullying
- Dificultad en hacer amigos o discutir con los mismos
- Sentirse diferente por algún motivo
- Discapacidades físicas o psíquicas o enfermedades
- Infraestimulación, desmotivación
Efectos del estrés en los niños
Cuando el estrés es excesivo o prolongado en el tiempo, se experimenta un aumento de las hormonas del estrés, básicamente, del cortisol que puede afectar a la capacidad de memoria y al sistema inmunitario.
Además, existe una disminución de dopamina y serotonina ( hormonas del bienestar) en el córtex pre-frontal puede hacer que un niño, también, se sienta sobrepasado y agobiado, produciéndose algunos síntomas físicos y psicológicos, entre los que se hallan:
- Alteraciones en el sueño y en el apetito
- Accesos de llanto
- Dificultades de concentración y, por tanto, en el aprendizaje
- Desgana para ir al colegio y con bajo rendimiento en el mismo
- Hábitos persistentes; por ejemplo, tos, morderse las uñas
- Dolores de cabeza, musculares, abdominales
- Cambios en la conducta
Los efectos de un estrés a edades tempranas, de forma continuada, puede tener efectos a más largo plazo, es decir, puede dificultar la regulación de nuestras emociones durante la vida adulta.
¿Cómo manejar estos factores de estrés en la infancia?
Las técnicas pueden ser muy específicas de forma que nos pueden servir para un factor estresante A pero no para el factor estresante B.
Sin embargo, existen algunas maneras pensadas para tratar el estrés, en general, como:
Técnicas de relajación
Se pueden aprender de una forma divertida, para aliviar la tensión física y relajarse física y emocionalmente. Hemos hablado de ellas en un artículo anterior.
Juego y relajación activa
Las actividades físicas que hacen disfrutar al niño son también una manera eficaz de aliviar el estrés y de liberar la química del bienestar en el cuerpo.
Entre estas actividades, podemos escoger: caminar, ir en bicicleta, practicar algún deporte o jugar en el exterior.
De hecho, los mejores desestresantes son jugar a volteretas y las risas (risoterapia) ya que es bien conocido que activa los centros cerebrales de regulación emocional y causan la liberación de opiáceos naturales que inducen la sensación de placer y bienestar.
Contacto físico positivo
Los niveles de hormonas como la oxitocina y la serotonina varían mucho, dependiendo de si los niños tienen más o menos contacto físico. Así, la oxitocina se libera por un contacto como ser acunado o recibir un masaje de los padres porque contribuye a potenciar las sensaciones de seguridad y confort.
Además, si se convierte en una rutina, ayuda a aumentar sus niveles de concentración, disminuir sus niveles de agitación y agresividad y aprender empatía y tolerancia.
Control de la respiración
Como sabemos, la respiración es una función automática y, por tanto, en general, no pensamos en ello como algo consciente.Sin embargo, los patrones de respiración pueden cambiar; por problemas de salud, como reacción a una situación prolongada de estrés, como respuesta a emociones suprimidas ( típica y tópicamente, se suele decir “ los niños grandes no lloran” o “los hombres no lloran”) o debida a hiperventilación por ansiedad.
Si enseñamos a los niños a respirar de forma calmada, esto les permitirá ver que tienen cierto control sobre su cuerpo cuando estén nerviosos y, por tanto, a tratar con emociones como el miedo o el enfado.
Imaginación
Sirve para fomentar los pensamientos creativos y positivos, lograr una buena autoestima y adquirir habilidad de interactuar con otros de forma exitosa.Una imaginación creativa, favorece el aprendizaje y conduce a interacciones sociales que promueven sentimientos de satisfacción personal.
El juego creativo e imaginativo ayuda a los niños a reducir los niveles químicos de estrés y que puedan afrontar de forma exitosa los factores estresantes.
Al animar a los niños a escuchar sus pensamientos y sentimientos y realizar ejercicios de imaginación con imágenes, les enseñamos a autovalorarse, para mejorar la forma de interactuar con los demás y la forma de enfrentar, en el futuro, las situaciones estresantes.