Los traumas y cómo superarlos con las Terapias Neurocientíficas o de reprocesamiento

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Cuando hablamos de traumas, la gran mayoría de la población piensa en grandes catástrofes o accidentes como, por ejemplo atentados terroristas, terremotos o en colisiones en las carreteras. Pero podríamos hablar según el campo de la salud mental de dos tipos de traumas.

Los traumas con T mayúscula, los cuales hacen referencia a sucesos que han supuesto una amenaza para la vida de la persona o que han sido testigos de una amenaza a la integridad de otras personas. Luego, habría los traumas con t minúscula, los cuales consisten en sucesos dolorosos y reiterados en el tiempo. Son traumas que tienen que ver con las relaciones sociales de nuestro entorno como divorcios, separaciones, duelos, maltratos físicos y psicológicos. Estos últimos traumas suelen afectar a la identidad de la persona y causan una baja autoestima en la víctima.

La definición que hacían los griegos de “trauma” era la de rotura o escisión. Y la definición que hacían de “psique” era de alma. Traducido a nuestro lenguaje y concepción actual, un trauma psicológico es una ruptura o escisión de la mente de la persona.

Un trauma se genera a partir de un suceso muy doloroso a nivel físico y emocional que la persona no es capaz de gestionar. Delante de cualquier amenaza, instintivamente podemos reaccionar de 4 maneras concretas: podemos luchar, huir, congelarnos o disociarnos.

Estas reacciones son naturales y no están bajo nuestro control consciente. Cuando delante de un trauma no procesamos las emociones dolorosas, éstas se encapsulan. Es decir, se guardan en nuestro inconsciente y allí quedan, a través de un mecanismo de negación o de disociación.

Estos traumas pueden irse acumulando y los sufrimos desde los primeros estadios de vida.

El origen de los traumas psicológicos

Desde el nacimiento hasta los seis o siete años todos pasamos por la etapa de la impronta, que es un período en que los niños y niñas lo absorben todo, con unos filtros muy escasos. La capacidad de afrontar sucesos es muy limitada y aquí es donde se encapsulan algunos de los traumas más dolorosos de nuestras vidas, desde muertes de familiares, separaciones, miedos, abandono…

Todo esto se va acumulando, generando una mochila emocional que luego en el presente provoca que muchos de nuestros bloqueos, malos hábitos o comportamientos persistan. La raíz de nuestros problemas no se encuentra en el presente, ni en el pasado reciente.

Hemos de viajar a los primeros años de vida para poder empezar un trabajo de reprocesamiento. Es decir, de volver a conectar con esas emociones, sensaciones y pensamientos y ayudar al sistema a que acabe de procesar lo que de forma natural y automática no pudo efectuar.

Aquí es donde actúan las terapias neurocientíficas o de reprocesamiento como el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento a través de los Movimientos Oculares). Todas estas metodologías y técnicas trabajan con los últimos avances de las Neurociencias aplicadas a la Psicoterapia y nos permiten poder desbloquear las emociones que han estado estancadas durante tanto tiempo.

Es un reto para la comunidad científica seguir estudiando los mecanismos de nuestro cerebro y como podemos servirnos de estas herramientas.

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