A pesar de que se lucha cada vez más contra los estereotipos y la discriminación, es innegable que aún hoy se siguen dando estas injusticias que, evidentemente, suponen numerosas consecuencias psicológicas para quienes las sufren…
La cantidad de información a la que estamos expuestos es de una dimensión y complejidad muy superior si lo comparamos con la habilidad humana para procesar dicha información. Por este motivo, según algunos autores concretos, generalmente tendemos a utilizar estrategias que nos sirvan para reducir las tareas de procesamiento difíciles y limitamos la entrada de información al cumplimiento de leyes y procesos aprendidos que deforman la percepción.
A todo este proceso se le asigna el nombre de categorización y, como veremos, es uno de los pilares sobre los que se construyen los estereotipos y prejuicios y se desarrolla la discriminación.
Intentando ser simples en la definición, podríamos decir que un estereotipo equivaldría a una creencia u opinión (en la mayor parte de las veces negativa) sobre un grupo concreto; mientras que al hablar de prejuicio nos estaríamos refiriendo a todas aquellas actitudes negativas que llevamos a cabo en base a dichas creencias. En esta línea, definiríamos a su vez a la discriminación como toda aquella conducta negativa o parcial en el tratamiento a las personas por pertenecer a «otro grupo». Doise (1972) defendió que estos errores se producen por un proceso cognitivo concreto: la diferenciación categorial, por la que se entendería que las categorías sociales que se establecen serían útiles para «ordenar y simplificar».
Evidentemente, y teniendo en cuenta las desigualdades e injusticias que pueden cometerse perseverando en esta conceptualización, se han desarrollado estrategias para reducir y paliar estas creencias, si bien es cierto que aun a día de hoy no es difícil encontrarnos con individuos con esquemas mentales rígidos con los que es complicado trabajar. Normalmente, el razonamiento base en este tipo de estrategias es que «si la categorización que hacemos tiende a aumentar las diferencias entre grupos y favorecer a los del grupo propio, cualquier mecanismo que haga disminuir la fuerza de la categorización disminuirá también el conflicto intergrupal y los procesos asociados a él, como el prejuicio y la discriminación».
Estrategias que te resultarán útiles
- Descategorizar. Con esta estrategia intentaríamos cambiar la percepción de tal modo que pasaríamos a tratar a todos los miembros de lo que consideramos «grupo» como individuos separados y responderíamos ante ellos de forma personalizada.
- Recategorizar. Aquí el objetivo es que miembros de «diferentes grupos» puedan llegar a percibir que forman parte de un único grupo, para que las actitudes hacia los que antes consideraban «extraños» o partes de «otro grupo» consigan ser más positivas.
Sea como fuere, parece claro que acabar con los prejuicios y discriminaciones que acontecen en nuestra sociedad es un trabajo personal que debemos realizar y para el que podemos recurrir al apoyo psicológico, tanto presencial como a través de un psicólogo online siempre que lo necesitemos. De igual forma, hacer frente a este tipo de situaciones como víctima de estas injusticias supone un desgaste emocional y afectivo en el que no estás solo.
Sobre la autora de este artículo:
Silvia Muñoz Morales es psicóloga y Máster en Psicología General Sanitaria. Nº colegiada O – 02997. Formación en Primeros Auxilios Psicológicos, Procesos Cognitivos Básicos, Estimulación Cognitiva, Motivación en la Empresa, Selección de Personal, Apoyo Psicológico en Situaciones de Crisis y Manejo no farmacológico de Trastornos Conductuales en personas con Alzheimer. Experiencia en el Tratamiento de Adicciones, Trastornos adaptativos ansioso-depresivos, menores con dificultad de aprendizaje y Evaluación Neuropsicológica.