Millennials: la generación frustrada

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Los millennials ya no son niños, aunque muchos les quieran seguir tratando como tal. No pasa un día sin que una noticia en un medio digital o un post en una red social critique de manera paternalista a la generación más conocida (y ridiculizada) de los últimos tiempos.

Muchos de sus críticos ignoran, sin embargo, que los millennials tienen entre 25 y 40 años en este momento. Lejos de ser adolescentes quejicas que «no saben nada de la vida», ya son enteramente una generación de jóvenes trabajadores que tienen, como quien dice, buena parte de su vida hecha.

No obstante, nada de esto reduce el aluvión de críticas que reciben día tras día. Es más, sus críticos no pueden comprender cómo una generación de adultos puede vivir sumida en el estrés y el desencanto, incapaces de salir del agujero negro en el que están metidos.

Antes las críticas, los millennials responden. Y, en lugar de atacar a los que les insultan, han optado por explicar las causas que les han llevado a ser una generación familiarizada con la ansiedad y la depresión.

¿Qué les pasa a los millennials?

Todo comenzó con un post de Instagram en el que explicábamos, muy brevemente, los motivos por los que los millennials se han convertido en una generación quemada.

Los motivos explicados en la publicación, extraídos de este artículo, generaron un interesante debate. De un día para otro, la sección de comentarios estaba a rebosar de millennials que explicaban el por qué de sus problemas de salud mental:

1- Los efectos de la sobreprotección y las facilidades

Es verdad que los millennials lo han tenido difícil, pero no tan difícil como las generaciones anteriores. Ni guerras, ni dictaduras, ni el hambre y la pobreza extrema de la que hablaban muchos de sus abuelos.

Las generaciones de sus padres y sus abuelos lo tuvieron peor. Y, en un intento de que sus hijos viviesen mejor que ellos, cayeron en una sobreprotección que ha acabado por envenenar sus vidas.


Leí en cierta ocasión que, según una encuesta, los millennials se sentían solos muchas veces. Más que generaciones anteriores. Y es que las familias son cada vez más pequeñas y las relaciones cada vez menores y menos intensas (por ejemplo, ya no existen los vecinos), incluyendo las relaciones de pareja. Se habla de una sociedad de «relaciones líquidas»

Fernando Velasco Domínguez

«Tuvieron todo antes de pedirlo, incluso antes de desearlo», afirma uno de los comentarios de nuestra publicación. «Sus padres tenemos parte de culpa por la crianza que les dimos».

Cuando, ya en la juventud, salieron del abrigo de sus padres, llegó la frustración. La vida no era fácil, nunca lo ha sido, y muchos sintieron que habían vivido en una mentira.

«Nos frustraron queriendo que hiciéramos lo que nuestros padres no hicieron»

«Al vivir una vida más fácil las metas son más altas. Nos venden que podemos con todo, eso es lo que genera frustración», reflexiona otra usuaria de Instagram. «Somos más frágiles ahora que antes, porque somos más conscientes de las enfermedades mentales […]. Hay que luchar con la depresión y con la ansiedad. El proteccionismo que se vivió y a veces se vive no es la solución para una vida libre e independiente».

Las nuevas generaciones también son víctimas de la sobreprotección

Sin embargo, son muchos los que opinan que este problema no es exclusivo de los millennials. Los jóvenes de hoy en día, esas generaciones digitales que tan poco se parecen a las de sus padres, a menudo son criticados por motivos similares.

«Una de mis hermanas entrevista a jóvenes de 25 a 30 años para puestos en una empresa y dice que a veces les está entrevistando y ellos mirando el móvil. Cuando les habla del trabajo que tendrían que hacer, ellos le dicen que eso no lo quieren hacer, porque no les motiva«, comparte otra.

Las generaciones sobreprotegidas crían a hijos sobreprotegidos que acaban cayendo en la frustración. Y, de esta manera, trastornos como la ansiedad y la depresión continúan creciendo en una sociedad cada vez más infeliz en la que los suicidios no paran de aumentar.

millennials

2- La obsesión de los millennials con los estudios

Muchos millennials se convirtieron en los primeros de su familia en optar a estudios superiores. Criados por unos padres que tenían muy claro lo que era vivir en la precariedad, se lanzaron a la arena educativa creyendo que aquella sería la mayor meta a conquistar.

Algunos se convirtieron en alumnos de excelencia, adictos a los éxitos académicos, alabados por padres y profesores que proyectaban en ellos las expectativas de futuro que ellos no habían podido cumplir.

«Nos frustraron queriendo que hiciéramos lo que nuestros padres no hicieron», explica uno de los comentarios. «Cuando nos dimos cuenta de que podíamos hacer lo que tanto soñamos notamos que la edad ya no nos daba para todo lo que queríamos hacer».

Otros se lanzaron a un mercado laboral que no tardaría en colapsarse entre tanto titulado.

Muchos lamentan haber perdido gran parte de su vida entre libros y aulas, alejados de la diversión y el disfrute que supuestamente les esperaba en la meta. «Me hicieron desperdiciar mi vida estudiando», comenta un usuario; «Los millennials confundimos saber con vivir, una generación educada en conocimientos pero no en competencias», coincide otro.

Los defectos de una educación que no se adapta a la realidad

Nadie que haya tenido una educación reglada puede afirmar que el colegio, el instituto o la universidad le preparase al 100% para la vida.

La educación es increíblemente importante, por supuesto. Como dice la archiconocida frase, atribuida al filósofo Francis Bacon, «el conocimiento es poder».

Pero eso no significa que el sistema educativo esté exento de críticas. Una de las más extendidas es, precisamente, que genera expectativas poco realistas entre los estudiantes: «Dos carreras, aburrida de tanto estudio para vivir en un país que no valora eso si no los contactos que se tienen para acceder a una plaza».

Otros opinan que la asignatura pendiente de la educación es priorizar la adquisición de conocimientos por encima de los buenos resultados académicos. No son pocos los que señalan que el sistema actual valora más la capacidad de memorizar que el aprendizaje en sí.

Tengo 40 y estoy emocionalmente jodido. Entre la frustración, la ansiedad y los conatos de depresión aguanto cada día como puedo

Heberto José Borjas

«Nos meten miedo con que tenemos que sacar una carrera para tener trabajo, pero el verdadero valor como profesional no te lo dará la carrera, te lo darán tus ganas de aprender«, afirma un usuario.

Por este y por muchos otros motivos los millennials han crecido frustrados, incapaces de alcanzar las expectativas de vida que les habían prometido.

Por suerte, la sociedad cada vez es más consciente de la gran carga mental que suponen problemas como la ansiedad y la depresión, tan generalizados entre los millennials. En Siquia somos expertos en terapia psicológica online. Desde nuestros comienzos hemos ayudado a más de 1600 pacientes a superar sus problemas mentales. Descubre cómo te ayudamos en una primera sesión informativa.

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3- El mundo ha cambiado…

Cuando los millennials nacieron, el mundo aún no estaba en la era digital. Aquellos que nacieron en los 80, en especial, pronto tendrían que acostumbrarse a vivir en un mundo muy diferente al que conocieron durante sus primeros años de vida.

Así, tuvieron que aprender a manejar herramientas que sus padres ni siquiera conocían y familiarizarse con un mundo que avanzaba a pasos agigantados. «En 10 años el mundo es completamente otro», lamenta un usuario de Instagram, «Y tenemos la inminente sensación de que todo se puede disolver, como ese mundo que evolucionó tanto que tenemos que reinventarnos a cada rato».

No hubiese sido un cambio tan drástico si los millennials solo hubiesen tenido que adaptarse a la era digital. Por desgracia, aquella revolución de los ordenadores no sería lo único a lo que tendrían que adaptarse.

«Nacimos en un mundo donde el cambio climático no es una advertencia, sino una realidad. Ahora sabemos con certeza que no tenemos futuro. Nacimos en medio de una crisis moral, donde deseamos lujos pero sabemos que el costo de la vida de excesos lo pagan los más pobres. Existe una brecha socioeconómica que solo puede crecer», lamenta un usuario de Instagram.

4- …y las relaciones también

¿Alguna vez has oído hablar de las relaciones líquidas? Este término, acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman, de origen polaco, está cobrando relevancia por su exactitud a la hora de definir las relaciones actuales.

Se trata de relaciones efímeras y con vínculos débiles, que responden a esa obsesión con la inmediatez en la que vivimos inmersos. Las relaciones que desarrollamos están hechas a imagen y semejanza del mundo en el que vivimos. Son rápidas, cambiantes y desechables. Hay miles de opciones y, por eso, tratamos a los demás como objetos de consumo.

Incapaces de desarrollar vínculos de calidad, llenamos el vacío gracias a la cantidad. Son muchos los que piensan que aplicaciones como Tinder, e incluso como Instagram, han acelerado este fenómeno.

Y, como consecuencia, nos encontramos con cientos de personas que han desarrollado temor al compromiso, porque se han acostumbrado a la gratificación inmediata de las relaciones pasajeras.

«Leí en cierta ocasión que, según una encuesta, los millennials se sentían solos muchas veces. Más que las generaciones anteriores», afirma un usuario de Instagram. «Las familias son cada vez más pequeñas y las relaciones cada vez menores y menos intensas, incluyendo las relaciones de pareja. Se habla de una sociedad de relaciones líquidas».

Aunque hay más de un estudio que afirma esto, los datos revelados por una investigación de YouGov América son especialmente interesantes. El 15% de la generación de sus padres, los babyboomers, afirmaba sentirse solo; por contra, los millennials que se sentían solos doblaban esa cifra: el 30%. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el 22% de los millennials afirmaba no tener amigos.

Algunos de los miembros de esta generación atribuyen esta soledad a las circunstancias que les han tocado vivir. Por ejemplo, muchos de ellos resaltan que, debido a las condiciones de un mercado laboral incapaz de asumir más profesionales, tuvieron que emigrar.

Es el caso de una usuaria de Instagram, que comparte lo siguiente: «Tras sufrir años de sequía laboral finalmente me tuve que ir al extranjero a buscar un futuro, dejando atrás familia y amigos«.

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5- Millennials: ¿frustrados o incomprendidos?

No, los millennials no lo han tenido fácil, pese a la cantidad de facilidades que han tenido a lo largo de su vida.

Es cierto, no han tenido que luchar guerras, pero muchos de ellos llevan años inmersos en una batalla contra los problemas de salud mental. Trastornos como la depresión, el estrés o la ansiedad que se han ensañado especialmente con esta generación de jóvenes y no tan jóvenes adultos.

«Es difícil soportar una crisis tras otra, un trabajo precario tras otro… mientras te dicen que seas feliz con lo que tienes porque te lo han dado todo», explica una usuaria de Instagram.

«Yo no me siento atacada por la generación de mis padres (en mi caso vivieron una posguerra), pero quizás les sea difícil comprender que después de tener una juventud y adolescencia acomodada nos quejemos. Sobre todo porque nos enfrentamos a problemas como la ansiedad y la depresión, que son una lacra silenciosa difícil de entender si no se vive», reflexiona otra.

Y es cierto, hay una brecha de entendimiento entre los millennials y la generación de sus padres. Se trata de dos grupos de edades que, pese a no estar tan lejos, han crecido en dos mundos completamente diferentes. Ninguno es capaz de comprender lo que es vivir en su propia piel los problemas del otro.

Esta brecha, insalvable ya en muchos casos, ha supuesto una gran carga emocional para muchos millennials: «Yo tampoco me siento atacada, pero sí incomprendida por ellos, en el sentido de que muchas veces niegan que la salud mental es importante. Mis padres nacieron en los 60 y son bastante cerrados de mente en general».

Una cosa es segura: son generaciones como los millennials las que han favorecido la toma de conciencia en torno a la salud mental. En una sociedad en la que padecer un trastorno psicológico es un tabú, hablar de ello abiertamente es todo un acto de valentía.

En Siquia estamos comprometidos con la salud mental y luchamos día tras día para dar visibilidad a esos problemas silenciosos con los que tantos conviven diariamente. Por eso llevamos ofreciendo terapia online desde el año 2012. Por eso, desde que comenzamos este recorrido, hemos ayudado a más de 1600 pacientes.

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Sobre Lucía Lorenzo Lucía Lorenzo es Graduada en Periodismo por la Universidad de Valladolid, donde descubrió su gran interés por los temas relacionados con la salud, especialmente con la salud mental, la gran olvidada en las enseñanzas universitarias. Entre sus inquietudes se encuentran el feminismo y los derechos LGBT. Ganadora de un premio de relato corto en el año 2013, disfruta escribiendo tanto noticias como ficción.
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