La realidad puede ser más o menos subjetiva, puede ser lógica o desmesurada, más difícil o fácil de discernir. Permanecer en la realidad nos incomoda en tanto que nos obliga a tomar consciencia sobre lo que realmente nos rodea. “Ver” aquello que nos duele es más que arduo de soportar, lo que nos lleva a vendarnos los ojos ante la más cruda realidad. No obstante, cegarnos no es la solución a nuestros problemas. Enterrar todo aquello que nos incomoda no nos garantiza olvidarlo y, es que, todo siempre sale de nuevo a la luz.
La vía para solucionar nuestros problemas, más allá de echarles tierra, es aprender a sobrellevarlos. Aceptarlos, conocerlos y afrontarlos. Teniendo en cuenta esta regla irreprochable, ¿a qué esperamos? Bien cierto es que no es lo mismo decir que hacer, pero por ello cada vez se desarrollan más dinámicas terapéuticas que nos permiten afrontar cara a cara nuestras vivencias, nuestras experiencias, nuestra realidad. El mindfulness es, sin lugar a duda, uno de estos ejemplos.
Concienciando la mente
El mindfulness es una técnica de meditación con reminiscencias orientales que se basa en la aceptación y comprensión serena y clara de la realidad, de lo que está ocurriendo, sin resignación. Esta técnica, muy extendida en Estados Unidos pero relativamente reciente en España, pretende motivar el entrenamiento de la atención puesta en el momento presente de un modo activo, con el objetivo de que el individuo aprenda a aceptar y vivir en su propia condición todos los aspectos emocionales y productos no verbales sin evitarlos o intentar controlarlos. En este sentido, el mindfulness apuesta por la aprobación de la realidad que nos rodea para, más adelante, poder elaborar estrategias realistas coherentes para mejorar esta realidad o aceptarla con madurez.
«Aceptar la realidad que nos rodea y las emociones que nos provoca, nos permite elaborar estrategias para mejorar nuestra existencia y aprobarla con madurez»
Se considera que esta técnica, que carece de traducción pero podría entenderse como “atención plena” o “conciencia plena”, deriva de un tipo de meditación inserta en la cultura oriental y el budismo en particular, siguiendo el ideal Zen de “vivir el momento presente”. El propulsor y mentor de esta terapia conductual es Jon Kobat-Zinn, quien en 1979 creó el Centro Mindfulness en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachussets para tratar aquellas patologías clínicas que no respondían a ningún tratamiento convencional. Así, Kobat-Zinn popularizó la meditación mindfulness como tratamiento alternativo aplicable a trastornos psicofisiológicos o psicosomáticos. En estos momentos, se calcula que más de 15.000 personas han recibido este tipo de tratamiento en el Centro de Massachussets, un dato que se amplía teniendo en cuenta el resto de pacientes que se han empezado a tratar alrededor del mundo.
La respiración, clave para meditar con atención
En general, la práctica del mindfulness incluye los elementos cognitivos de la meditación junto con determinados tipos de relajación o ejercicios centrados en sensaciones corporales, como estiramientos. Por ello, el mindfulness se basa en el empleo de la respiración como soporte principal.
En este proceso es necesario dejarse guiar por un profesional que ayude a resolver los posibles obstáculos que aparezcan durante el ejercicio. El principal obstáculo para la plena atención son los pensamientos circulares o experiencias desagradables vividas, a los que se debe hacer frente manteniendo la concentración en la respiración y siguiendo fielmente atentos a la realidad y a la experiencia de ésta. Se trata, pues, de un procedimiento que ayuda a liberarnos de los condicionamientos que nos entorpecen y a gestionar esas experiencias de un modo que no nos entorpezcan u obstaculicen lo menos posible, logrando incluso a su comprensión y disolución.
«El mindfunless es una técnica meditativa que necesita de un guía profesional que ayude al paciente a superar los obstáculos que aparezcan durante el ejercicio, como la aparición de pensamientos circulares o experiencias desagradables vividas que alejen al paciente de la concentración»
El doctor Santiago Segovia, catedrático de Psicología, recomienda practicar el mindfulness diariamente entre 20 y 25 minutos. No obstante, las primeras tomas de contacto con esta disciplina no deben superar los cinco minutos, que se irán incrementando paulatinamente. El profesor también matiza que a los tres mese de práctica ya se empiezan a notar los primeros resultados. “La gente se siente más calmada, más serena y con una predisposición diferente a la hora de afrontar su propia realidad”. Más allá de la meditación, también se ha recalcado que, pese a no ser el elemento sustancial, la postura también es relevante y, antes de realizar estiramientos, se debe mantener una posición con la espalda erguida a fin de facilitar el intercambio de gases durante la respiración.
Beneficios innovadores
Esta técnica meditativa está arraigando poco a poco a España pero ya cuenta con distintos especialistas y profesionales del tema. Miguel Ángel Vallejo Pareja, profesional del mindfulness de la Universidad Nacional de Estudios a Distancia (UNED), señala que la técnica puede entenderse, pues, “como una forma de implicarse en las distintas actividades habituales, sean estas problemáticas o no”. Teniendo en cuenta que esta terapia se desarrolla de las técnicas orientales, no se puede afirmar con exactitud que su aplicación y beneficios sean del todo novedosos, pero sí cuenta con elementos esenciales con alto grado en innovación y que Vallejo resume en cinco puntos.
Centrarse en el momento presente, que motiva el sentir de las cosas “tal y como suceden” sin buscar su control; la apertura a la experiencia y a los hechos, en segunda instancia, permite poner por delante los aspectos emocionales reales frente a las interpretaciones, o falsas realidades, que podemos hacer como aparente estrategia de protección; la aceptación radical, entendida como la esencia del mindfulness, responde a la aceptación radical y no valorativa de las experiencias, dejando de lado la idea preconcebida de que únicamente debemos sentir el bienestar y reducir el malestar emocional, algo que el mindfulness no concibe como negativo; en cuarto lugar, Vallejo destaca la elección de la experiencia, en tanto que en esta práctica el individuo es quien escoge de forma activa aquellos aspectos sobre los que quiere actuar y los objetivos a los que quiere prestar interés; y, por último, el control, ya que el mindfulness, en tanto que aceptación radical, exige la renuncia total del control directo.