Todos conocemos a alguien que miente más que habla. Cada vez que nos cuenta algo hemos de medir sus palabras con cuentagotas, porque ya no sabemos si se trata de una realidad o un invento. Son personas mentirosas compulsivas y tienen la mentira como una forma de vida. Es decir, tienen mitomanía.
Mitomanía: la mentira como forma de vida

¿Qué es la mitomanía?
La mitomanía es un trastorno psicológico donde la persona se caracteriza por mentir patológicamente. No es capaz de dejar de mentir y de tergiversar la realidad. De esta forma hace que su realidad sea mas tolerable, es una necesidad.
Una persona mitómana miente con el objetivo de obtener la admiración de los demás. También lo hace para escaquearse de un posible castigo sobre algo que él sepa que haya hecho mal. Mentir es una adicción para estas personas ya que llega un momento en el que no pueden parar de hacerlo. Esta conducta adictiva se debe a los beneficios que consiguen cuando mienten.
¿Qué diferencia hay entre la mitomanía y una mentira casual?
La mentira es algo que forma parte de nuestras vidas desde que tenemos acto de conciencia. Recurrimos a ella desde que somos pequeños y cuando somos adultos. Según un estudio de la Universidad de Massachusetts, un 60% de personas mienten durante una conversación una vez como mínimo. A estas mentiras las llamamos “mentiras esporádicas” o casuales.
Habitualmente, cuando mentimos, suele ser para no hacer daño a otra persona u ocultar algo importante que has prometido no contar. Sin embargo, el mitómano miente sin tener un motivo. Lo hace por compulsión. Estas personas, al mentir compulsivamente, se introducen ellas solas en situaciones incómodas pues se inventan historias sin sentido o mienten delante de gente que sabe la verdad. Aún así, el mitómano seguirá mintiendo o contando su falsa realidad a pesar de ser consciente de que ha sido descubierto.

Al tratarse de un estilo de vida el mitómano no solo miente en ocasiones donde las verdades puedan perjudicarle. También lo hace con las cosas insignificantes, aunque no vaya a obtener ninguna recompensa. La mentira es un hábito, una patología.
Un mentiroso patológico no solo se enfrenta a la dificultad de que nadie le crea, también a perder su trabajo, a su familia e incluso a tener problemas de aislamiento social.
¿De dónde viene la costumbre de mentir patológicamente?
La mentira patológica ya se describió por primera vez hace más de un siglo en la literatura médica. Sin embargo, a día de hoy sigue siendo un problema poco estudiado.
Tras la realización de una revisión de distintos casos médicos, se descubrió que la etapa promedio de esta conducta era la adolescencia. Concretamente a los 16 años. En cuanto al género se refiere, no había diferencia entre hombres y mujeres, la proporción era la misma. Además, se descubrió que el 40% de dichos casos presentaban anomalías en el sistema nervioso, como epilepsia, infecciones o traumatismo craneoencefálico.
La mitomanía también puede desarrollarse en la edad adulta. Además, hay que destacar que esta tendencia ya comienza a apreciarse en la infancia, una vez los niños comienzan a hablar y a distinguir la realidad de la fantasía.

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Pedir citaLa tendencia a mentir de manera compulsiva puede ser debida a los castigos que hemos recibido de pequeños por decir “mentirijillas”. El niño aprende que si no dice la verdad no será juzgado o castigado. Hecho que a medida que crece lo toma como algo normal y lo convierte en rutina. Por eso, una forma de evitar que un niño se convierta en mitómano es no castigarle por decir pequeñas mentiras.
Debemos de saber que son parte de su imaginación y características de su desarrollo. Es decir, que no lo hacen con ningún tipo de objetivo más allá de evitar ser castigado sin jugar o sin ver la televisión. Por eso mismo hay que explicarle que mentir no está bien e inculcarles los valores de la honestidad y la responsabilidad.
¿Qué sucede en el cerebro de un mitómano?
Como hemos mencionado en líneas anteriores, mentir les produce adrenalina. Además, hay otra teoría que dice que las personas mitómanas podrían tener una amígdala menos reactiva ante las actitudes deshonestas.
Según los investigadores del University College de Londres, cuando mentimos por primera vez para obtener algo a cambio, la amígdala se activa. En un primer momento, esta producirá sentimientos negativos que nos hagan sentir mal por haber mentido y nos hagan no hacerlo. A medida que esto avanza y seguimos mintiendo el poder de activación de la amígdala disminuye. Por lo que ya no nos sentimos mal cuando mentimos.
Otras investigaciones recientes han descubierto que el cerebro de los mitómanos es diferente de quienes dicen la verdad. Estos presentan un 26% más de sustancia blanca en la corteza prefrontal. La cual, interviene en la transmisión de información.
Cuanto mayor volumen de sustancia blanca hay mayor es la capacidad cognitiva para procesar las mentiras. Es decir, las personas que mienten compulsivamente presentan una capacidad mayor que el resto para mentir y manipular. Por eso cuando están transmitiendo una mentira las historias resultan coherentes y creíbles. Son capaces de crear historias con gran cantidad de detalles.
¿Cuáles son los síntomas de una persona mitómana?
Existen distintas formas de identificar la mentira patológica o a una persona mitómana:
- Los niveles de ansiedad de la persona que miente son elevados cuando saben que van a transmitir una mentira.
- Tienen pensamientos frecuentes en los que están preparando sus próximas mentiras en una conversación o situación determinada.
- No pueden resistirse al impulso de mentir y el placer que esto les aporta. Saber que cada mentira implica un riesgo les produce adrenalina. Esto actúa a nivel cerebral como una recompensa y le fortalece.
- Una vez han mentido sienten satisfacción. Han conseguido mentirte sin que tu te hayas enterado. Es decir, ven la mentira como trofeo.
- Son personas con baja autoestima. Mienten para inventarse una realidad completamente diferente a la vida que llevan en realidad. De esta forma hacen creer y se creen ellos mismos que son una persona que no son.
- Hablan de experiencias y logros en los que aparecen como héroes o gente poderosa. De esta forma, atraen la atención del resto.
- También suelen hacerse la víctima de los hechos. Personas que nunca han tenido nada, que nadie los quiere, que han pasado por situaciones horribles en su vida. Para así sentirse más acogidos.
Tratamientos para la mitomanía
Para que una persona deje de mentir patológicamente se necesita reeducarla. Es necesario que un psicólogo profesional le ayude a cambiar su percepción de la realidad. En ocasiones, se necesita la ayuda de psicofármacos. Esto dependerá de si la mitomanía forma parte de un trastorno psicológico.
El primer paso para que una persona mitómana reciba tratamiento es que esta reconozca que tiene un problema de mitomanía. Que se sienta con ganas de recuperar su bienestar. Una vez haya tomado una decisión se podrán llevar a cabo dos tipos de terapias:
- Terapia cognitiva. Ayuda a detectar al paciente de donde viene su hábito de mentir. Una vez lo sepa se comenzará a trabajar con el para que vea todo de lo que es capaz, hacerle ver sus logros y todo lo que ha conseguido en la vida. Así reforzaremos sus pensamientos positivos. Le haremos ver que puede conseguir más logros a lo largo de su vida sin la necesidad de inventárselos.
- Terapia de comunicación. Como su nombre indica se basa en una comunicación con el mitómano. Una conversación para escucharle, en la que explique sus deseos y necesidades. Aprenderá y aceptará los rechazos de los demás. Así, mejoraremos su autoestima y trabajará en sus inseguridades.
El tratamiento de la mitomanía se basa en fortalecer la autoestima, mejorar las habilidades y herramientas sociales de la persona y lograr que se sienta bien con su realidad. Con quien es él verdaderamente. De esta forma, no tendrá la necesidad de mentir constantemente para inventar un mundo que no existe.
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