Hace unos días, por la mañana, cuando todos corremos desenfrenados, al cole, al trabajo o a dónde sea que fuéramos, como si el mundo se acabará en unos minutos, delante de mi iba un padre casi arrastrando a un niño de no más de cuatro añitos, que lloraba desconsolado. De repente, el hombre se paró e, ¡ilusa de mí! Que pensaba que le iba a coger, a tranquilizar…le empezó a zarandear y lo único que consiguió fue acrecentar el llanto del niño. E, ¡ilusa de mí! me acerqué al hombre y le pedí que, por favor, soltara al niño, que le estaba causando más daño emocional que físico, incluso. Así, que el hombre me suelta: “es mi hijo y lo educo como quiero”.
¿Cómo se educa a los niños?
Desde luego, ni con palizas, bofetadas, cachetes, pescozón o cualquier otra variante puesto que, todas ellas, son formas erróneas de educar.
Para educar hay que compartir tiempo con el niño pero, sobre todo, hay que respetarle. El hecho de ser pequeño no implica que tengamos un papel de dominancia sobre ellos ni que los niños sean nuestros como si fueran una posesión que atesoramos en nuestras estanterías.
Desde que asoman sus cabecitas a este mundo nuestros hijos ya son personas y, aunque nos deben respetar, el respeto no viene preconcedido, el respeto se gana. Si nos respetamos de forma recíproca, conseguiremos educar con nuestro propio ejemplo, que es el mejor espejo al que se podrán mirar pero, sólo si se hace bien, si se les permite atesorar en su mente muchas vivencias compartidas y no miedo a vivir experiencias con nosotros. El miedo es muy mal consejero y, más tarde, se volverá contra aquellos que lo han creado.
Por tanto, como vemos, la educación es un proceso constructivo. Si pegas a un niño sólo consigues derrumbar el edificio de la confianza, de la tolerancia, de los compromisos y de la convivencia. Ello no significa que no se deban poner normas y límites. De hecho, dentro del edificio de la educación, las normas son unos ladrillos imprescindibles, aquellos que construyen paredes gruesas y fuertes.
Pero las normas siempre deben ser explicadas de forma que puedan ser comprendidas para aquellos niños a los que se les aplican, se les debe indicar que hay consecuencias negativas cuando uno no cumple las normas (que nunca debe ser el castigo físico) y consecuencias positivas cuando sí las cumplen (que no necesariamente deben ser regalos. La “cultura” de regalar cosas caras si apruebas el trimestre, si no lloras cuando vayas al dentista… sólo crea “niños tiranos”- como ya vimos).
Los datos del castigo físico. Cómo ha cambiado la educación a los niños en los últimos años
Según “Actitudes de los Españoles ante el Castigo físico infantil, 1997” las cifras decían que el 47% de los adultos aseguraba que pegar era imprescindible “algunas veces”, el 2% de los adultos con hijos menores de 18 años consideraban que “muchas veces” era imprescindible pegar una bofetada a sus hijos. Por otra parte, consultados españoles entre los 18-29 años rechazan el castigo físico.
Otros datos obtenidos de esta encuesta fueron que las mujeres suelen estar más de acuerdo con el castigo físico que los hombres y que la clase social no influía. En cualquier caso, aún parecen datos de otros tiempos…
En otra encuesta “Violencia en ciudades de América y España,1998”, el 27,7% de los padres reconocían haber pegado un promedio de tres veces, durante el último mes, de los cuales el 2’7% afirmó que los golpes eran fuertes. Aquí, sí que se puede afirmar que una variable muy importante que influencia es si el padre o madre son autoritarios.
En la actualidad, ocho estados europeos tienen en su legislación artículos que prohíben el castigo físico infantil: Suecia, Finlandia, Irlanda, Dinamarca, Chipre, Letonia, Austria y Noruega. Vemos que, entre ellos, hay tres de los países que tienen un sistema educativo más avanzado, con lo cual volvemos a relacionar una y otra cosa; no se debe pegar porque no educa, al contrario, deseduca.
¿Y qué pasa en el España? Ratifico la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU en 1990, con lo cual se obligaba, de facto, a formar parte del grupo de los ocho anteriores. ¿Dónde estamos ahora, en 2014? El Código Penal “sanciona todo tipo de violencia contra los niños” o, lo que es lo mismo, no es legal pegar a un niño, lo cual no es impedimento para que se haga y ¿por qué? El Código Civil no deja las cosas lo suficientemente claras…
Consecuencias del castigo físico en los niños
- Algunos padres pegan porque crean que así les hacen más fuertes, más preparados para lo que les pueda pasar. Esto es falso, existen numerosos estudios que afirman que usar la agresividad sólo convierte a alguien en más agresivo, no al contrario y, por tanto, lo que puede pasarles, en el futuro es que sean víctimas de alguien más fuerte con quien hayan pretendido mostrar su ira
- Enseña a no dialogar y, por tanto, a sentir tristeza, soledad y, de adultos, a tener dificultades para establecer relaciones interpersonales
- Daña el vínculo con el padre/madre que les pega, haciéndoles sentir rabia contra ellos; se volverán contestones y no dejarán de repetir que cuando tengan la mayoría de edad “ se irán de casa”
- Pueden sufrir daños físicos de una cierta importancia lo cual romperá totalmente el respeto por cualquier figura de autoridad, ya no tan sólo padres, sino profesores, médicos, psicólogos u otros miembros de la familia.
Cómo justifican los padres el castigo físico
Los padres pueden no tener motivos (“es mi hijo y lo educo como quiero”) o tener “presuntos” motivos: ansiedad o nerviosismo acumulado por problemas de pareja, laborales, familiares… que acaban pagando los hijos, se hallan ante una situación que no saben afrontar y que les puede causar miedo o ansiedad y su forma de descarga es la misma o, simplemente, porque no saben responder a las diferentes situaciones emocionales que se le presentan en su vida.
En cualquier caso, el castigo físico infantil, no tiene justificación alguna ya que los adultos debemos hallar salidas a nuestros problemas que no sea a través de hacer daño a alguien indefenso puesto que esté tiene un papel de sumisión absoluto
Una vez que han pegado a su hijo/a, los padres sienten ansiedad y culpa; de hecho, “si pudieran volver el reloj atrás, no lo harían”, sólo hasta la siguiente vez, claro…porque, al pensarlo, ellos mismos, se autojustifican pero sólo ante una familia cuyas relaciones se van deteriorando, progresivamente
Consejos para recuperar a tu familia
- Deja de pegar a tus hijos ya mismo, quizás más tarde, se puede arrepentir
- Comparte el máximo de tiempo que pueda con tu familia
- El cariño se gana cada día; empieza a cultivarlo y, quizás, volverá a obtener una buena cosecha. Mientras, no te olvides que los cultivos hay que cuidarlos
- Eres el mejor ejemplo para tu hijo; de hecho, en la familia se hace la socialización primaria. Intenta ser el mejor modelo posible, el más positivo
- Mejora las relaciones en la familia; participación, dialogo, tolerancia pero, también, límites y normas…eso sí, en su justa medida y sin castigo físico
- Cuando aparezcan situaciones difíciles, que las habrá, intenta afrontarlas…y si no te ve capaz… pide ayuda a un profesional, pero no recaigas. Acuérdeta de que eres el constructor de un proceso constructivo que se llama educación, la de tus hijos
Si te encuentras en esta situación similar o conoces a alguien que atraviese por alguna parecida, buscas a un psicólogo especializado en terapia de pareja o terapia sexual, no dudes en consultar con un profesional. En Siquia puedes dejarnos tu consulta, en privado, aquí.