Hace un año y medio el mundo era un oasis de normalidad. Giraba ajeno a todo lo que vendría, ajeno a los cambios y a ese futuro tan cercano que estaba por llegar. Las calles estaban abarrotadas y la gente, inmersa en su rutina. De vez en cuando alguien deseaba poder parar, que el mundo se detuviese un instante para coger aire, alejado del ritmo demencial de aquel presente que ya es pasado. Y entonces llegó el coronavirus y cambió el mundo. Y, con el mundo, cambió el concepto de salud.
¿Ha cambiado la pandemia nuestra concepción de la salud?

Sabedores de ello, desde la Fundación Mapfre han querido llevar a cabo «una investigación que permita arrojar información relevante sobre la evolución y los cambios que ha supuesto esta crisis en el valor, la importancia y relevancia de la salud para la población«. Para ello, en septiembre del 2020 realizaron 2.522 entrevistas a individuos de entre 20 y 70 años, con el objetivo de entender el impacto de la crisis del coronavirus sobre la salud de los españoles e «identificar nuevos hábitos relacionados con la salud» y estudiar si serán duraderos».
Los resultados del estudio titulado «La nueva salud: Evolución del concepto de salud durante la crisis del Covid-19» se han dividido en tres apartados diferentes: la nueva salud, el impacto de la crisis en la salud y los nuevos hábitos emergentes.
La nueva salud
No es de extrañar que una amenaza como el coronavirus, que ha sacado a la vulnerabilidad de nuestro organismo, pero también de nuestra sociedad, haya producido cambios irrevocables en la concepción que tenemos del mundo. El concepto de salud ha evolucionado, «desde una visión fragmentada a una visión holística»:
- Antes se entendía que las personas estaban formadas por compartimentos diferenciados «con diferentes necesidades y diferentes campos de actuación». No se consideraba que existiese relación alguna ante la salud física, emocional y social.
- Ahora se entiende que las personas están formadas por áreas relacionadas entre sí, que necesitan la una de la otra. «Se concibe al individuo como un todo, compuesto por diferentes esferas de salud que están interconectadas con necesidades compartidas y en las que la actuación en una esfera afecta al resto de dimensiones».
Esta concepción de la salud emerge en un contexto en el que la emergencia sanitaria, provocada por una afección física como es coronavirus, limitó hasta límites insospechados la vida social y golpeó duramente la salud emocional.
El encierro durante el confinamiento estricto, el bombardeo constante con las cifras de muertos, la falta de aire fresco, la inevitable distancia para con los amigos y familiares y los cambios en las rutinas fueron tan solo algunas de las consecuencias del coronavirus que impactaron sobre la salud mental de los ciudadanos de todo el mundo. Es por eso que actualmente la salud se sitúa como la cuestión que más preocupa al 93% de los españoles.

Es irónico que se le haya comenzado a dar importancia a la salud cuando más ha empeorado: el 22% de los encuestados consideraban que su salud física había empeorado y el 8% consideraba que estaba en niveles muy malos; el 25% afirmó con su salud mental había empeorado, siendo un 7% los que consideraban estar muy mal a nivel de salud mental; peores aún son los datos relativos a la salud emocional, que había empeorado para el 41% de los encuestados, mientras que el 12% afirmaban encontrarse muy mal a nivel emocional.
El impacto de la crisis en la salud
La pandemia del coronavirus ha supuesto un punto y a parte en las vidas de las personas de todo el mundo. La entrada del virus en los diferentes países ha supuesto un punto de inflexión que ha obligado a absolutamente todo el mundo a reflexionar sobre la vida, la muerte y la normalidad. En España, los diferentes cambios se han enmarcado en tres fases diferenciadas:
- Durante el confinamiento no solo nos enfrentamos a una crisis sanitaria y de hábitos de vida, también a una crisis económica que puso en jaque a millones de personas que tuvieron que lidiar con los despidos, los ERTE e incluso la incapacidad. Cambió la forma de trabajar, la forma de relacionarse y, en definitiva, la forma de vivir, aunque el parón producido por el confinamiento permitió cultivar la familia, la cultura y la introspección.
- Durante la desescalada mejoraron las condiciones relativas a la salud física: de pronto se podía salir a la calle, se podían realizar deporte al aire libre, se podía salir de las cuatro paredes del hogar y sentir la libertad por un momento. Sin embargo, el miedo y la preocupación seguían ahí, y la salud emocional pagaba el precio más alto.
- La nueva normalidad trajo numerosos beneficios para la salud, tanto física como mental, pero ni siquiera el status quo ha podido disipar la ansiedad, el miedo y la incertidumbre provocados por la crisis del coronavirus. La Fundación Mapfre asegura que «la incertidumbre que genera esta situación (y no saber cuándo va a terminar), así como la posibilidad de nuevos confinamientos, está incidiendo en cómo los españoles viven la pandemia: disminuye el porcentaje de quienes perciben con tranquilidad la situación y se incrementa a aquellos que la están viviendo con miedo».
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Pedir citaPero no solo preocupa la salud, especialmente ahora que parece que la vacunación nos dirige hacia buen puerto y la preocupación por los efectos del covid deja paso a la preocupación por las consecuencias de la crisis económica, que preocupan más que las consecuencias de la crisis sanitaria al 56% de los entrevistados. No es extraño, teniendo en cuenta que precisamente un 56% de los encuestados reconocen que la crisis ha impactado negativamente en sus vidas a nivel económico.
No obstante, los datos sobre la virulencia del Covid-19 siguen preocupando en un contexto en el que casi la mitad de la población (el 42%) «ha vivido el coronavirus y sus consecuencias sanitarias en su entorno más cercano». Aun sumidos en la nueva normalidad, al 57% de los españoles les sigue preocupando contraer el virus.
Los nuevos hábitos emergentes
Ante la crisis del covid ha aumentado la concienciación acerca de:
- La protección, que ahora incluye medidas higiénicas y preventivas como parte del día a día y que cobra especialmente importancia a la hora de tratar a las personas mayores.
- La prevención, puesto que se presta mayor atención a la salud y se mantiene una actitud vigilante respecto a ella.
- El refuerzo de la salud, que ha hecho que estén en boga medidas como el consumo de suplementos para ayudar al sistema inmunitario.

- La salud emocional, que ha cobrado especial importancia ante la ausencia de los seres queridos y la dificultad para gestionar las emociones, y que ha provocado la generalización de técnicas de relajación o meditación.
- La sostenibilidad, que se ha visto como un reto posible de abordar ante la bajada de los niveles de contaminación en la pandemia y nos ha hecho «ser conscientes de la cantidad de residuos que generamos haciéndoles reflexionar sobre el cuidado del medio ambiente y la necesidad de reciclar».
- La relación con el centro médico, que ha cambiado debido «al colapso y al miedo al contagio» y ahora exige más pruebas y más eficacia.
- La alimentación, que ahora es más saludable, más casera y más local. Algunos de los encuestados aseguran que ahora tratan de «llevar una alimentación más saludable y evitar la comida procesada», «comprar más productos frescos», y observar «de dónde procede y la trazabilidad».
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