Sara es una paciente de 15 años que hace unos meses que acude a la consulta psicológica debido a que ha sido sometida a bullying. De repente, en pleno verano y cuando la adherencia de la paciente al tratamiento empieza a ser más eficiente, sus padres me piden una sesión de terapia sólo para ellos “para tratar un tema de suma importancia”. Aunque en los días siguientes le doy algunas vueltas, estoy segura de que ahora todo empieza a mejorar y creo que dicho tema debe ser externo.
Padres ante el dilema de los piercings y tatuajes de sus hijos adolescentes

Ya en la consulta, los padres de Sara me espetan un “supongo que lo has visto, no?” ¿Ver? ¿Qué se suponía qué tenía que ver? La madre insiste: “ no me digas que no le has visto el piercing ¡ si igual ha sido idea tuya!” No puedo por menos que reírme. No, no suelo dar esas ideas y, además, “pero cuando viene no lleva ningún piercing”. El padre, entra en la «guerra”; “¡en la lengua, mujer, en la lengua!” Y, si no hubiera sonado descortés y maleducado por mi parte, me hubiera reído de nuevo.
Cierto que Sara llevaba diversas sesiones diciendo que “mis padres me rallan y así no van a conseguir que haga lo que ellos quieren” pero, sin nombrar ninguna forma de decoración del cuerpo. La cuestión era que, en aquellos momentos, los padres de Sara creían que el problema radicaba en el piercing cuando éste sólo era la expresión de un conflicto mayor llamado falta de comunicación. Por tanto, lo tenía claro, tenían que cambiar de estrategia: el enemigo a batir no se llamaba piercing, el enemigo se hallaba en otra parte.
Razones por las que un adolescente quiere un piercing o un tatuaje

Símbolo de identidad
La principal causa es para sentirse diferentes a los otros adolescentes y, para ello, se tatúan, se convierten en seres únicos externamente pero, a la vez, tienen un comportamiento gregario ya que no les importa amontonarse detrás de sus cantantes, deportistas e, incluso, políticos preferidos.
Acto de afirmación o de rebeldía
Un motivo es la rebeldía, especialmente, contra los padres, pero también contra la familia o la sociedad. Si nuestro hijo adolescente se tatúa o se hace un piercing sin nuestro consentimiento debería pensar, sobre todo, en el ejemplo que está dando a sus hermanos menores con el posible efecto dominó, más –esencialmente- una enorme falta de comunicación con los padres ya que a ellos debería haberse dirigido en búsqueda de opinión y aprobación, puesto que están viviendo en su casa.
Expresión de la pertenencia a un grupo
En algunas ocasiones indican la pertenencia del adolescente a alguna banda o tribu urbana ya que – en el caso de los tatuajes – al ser perennes, indican la continuidad de por vida en dicha banda, tribu o mara. Puede ocurrir que, una misma tribu, establezca un determinado tatuaje – como si fuera un mensaje secreto – que, a su vez, es interpretado como una provocación por una tribu contraria.
Este mismo deseo de pertenencia es aplicable a otros grupos de su entorno ya sea familia, colegio, deporte,…ya que los adolescentes se hallan en el período de búsqueda y adaptación de su propia identidad – como se ha dicho anteriormente – que les llevará a convertirse en adultos.
Verse más atractivos
La Sociedad de Investigación y Consumo de Nuremberg hizo un estudio en 2007 según el cual un tercio de los adolescentes de menos de 20 años creen que los piercings y, especialmente, los tatuajes, les embellecen. Sí, ¡no te frote los ojos, porque has leído bien! Piensa que una cosa es lo que te pueda parecer y otra muy distinta la que le pueda parecer a más del 50% de los hijos y, ahora, haz un ejercicio de memoria – vamos, que tampoco ha pasado tanto tiempo – y recuerda cuando te querías poner un pendiente en la oreja, ¿ nos acordamos?
Además, según el mismo estudio, un tercio de los adolescentes de menos de 20 años creen que si sus piercings son alfileres o aros, esto les hace más atractivos para el sexo contrario. En cambio, los tatuajes gustan de una forma diferencial. Al 40% de las chicas pero sólo al 11 % de los chicos y – curiosamente – cuando se traspasa la línea de los 20 años y hasta los 30 años, estos porcentajes se invierten, de modo que los tattoos gustan más a los chicos.
Y, para acabar de completar el estudio, decir que a un 10% de las adolescentes les resultan atractivos los tatuajes en los chicos mientras que a estos les pasa en un 25% de las chicas.

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Hay diferentes estudios según los cuales los piercings genitales los usan un 50% de los adolescentes – a pesar de ser más comunes en adultos – para aportar un nuevo tipo de estimulación y, por tanto, una nueva experiencia sexual. La mayoría son chicos que lo hacen para darle placer a sus novias, como prueba de amor o, sencillamente, porque están bajo los efectos del alcohol o por un impulso irrefrenable.
Seguir con las automutilaciones
Como se recordará de uno de los artículos dedicados en Siquia al tema – El placer en el dolor: adolescentes y automutilación – estos experimentaban una sensación de placer al herirse. Según un artículo publicado en 2008 en el cual se estudiaron 400 personas – tanto con piercings como con tatuajes – se obtuvo que el 25% se había automutilado con un cuchillo durante su infancia. En el resto de población – la que no lleva tatuajes ni piercings – este porcentaje es del 0’01%.
Por tanto, los adolescentes se conciencian de su propio yo a través de compensar el intenso dolor emocional con un dolor físico. En la mitad de los casos, el tatuarse o hacerse un piercing es suficiente como para detener las automutilaciones “verdaderas”, de manera que los jóvenes vuelven a recuperar el control de su cuerpo.
Recuerdo y catarsis de un suceso traumático
Muchos pacientes, tras pasar por una terapia que les ha hecho buscar sentimientos que llevaban mucho tiempo agazapados, sobre todo tras pasar por situaciones de maltrato o de abusos sexuales, deciden retomar las riendas de su cuerpo y de su mente, de su propio yo, a través del efecto catártico de un tatuaje que les vaya a recordar de por vida cuán duro ha sido el camino pero cómo de reforzados han salido del mismo y, por ello, se suelen tatuar frases o animales.
Moda
Los adolescentes también definen su identidad a través de la moda y eso es lo que hace que vayan vestidos, más o menos, siguiendo los dictados de una misma tendencia o que lleven el tipo de peinado “ a la última” pero, también, que escuchen “su” música, lean “sus” revistas y, por tanto, se hagan su piercing o su tatuaje, simplemente como parte del ritual de esta moda que les engulle como una ola.
Aunque las chicas se inician en esto de la moda antes que los chicos, para ambos sexos la forma de vestir se identifica con su propia manera de ser. Por tanto, la moda juvenil es una forma de reafirmación en quién soy yo y a qué grupo pertenezco, por oposición a otro grupo y, a la vez, a los propios criterios de los adultos.
De esta manera, llevar pantalones caídos o rotos, enormes sudaderas o camisetas muy ceñidas, tops que dejan al descubierto el ombligo, una visera en un día nublado y un piercing que “atraviesa” la lengua, se conforma en todo un sistema de signos – un lenguaje – con el cual se comunican con sus iguales que entienden el mismo lenguaje. Sin embargo, los “carrozas” de sus padres, no entienden ese código o bien lo interpretan de otra manera, con lo cual hay malentendidos que suelen generar múltiples conflicto.
¿Puede ir aumentando cómo si fuera una adicción?
En principio, el “culto” a la imagen y a los complementos decorativos en la piel es controlado por los adolescentes pero, obviamente, en algunos casos, sí puede derivar a una práctica de tipo adictiva ya que el sujeto no es capaz de “parar”. Entonces, estamos hablando en el fondo de un conflicto con la propia identidad. No sé quién soy mi yo verdadero, me busco y en esa búsqueda, creo que si cambio mi imagen – múltiples veces- me encontraré a mi mismo. Sin embargo, llegados a ese punto, probablemente estamos hablando de trastornos de personalidad, especialmente, de tipo obsesivo- compulsivo más trastornos de ansiedad o depresivos, entre otros. Aquí os ayudamos a superarlos.
Nos podemos preguntar si estos adolescentes necesitan ayuda y diríamos que, efectivamente, si ello esta afectando a su vida personal, familiar, social, académica o laboral, es el momento de iniciar una terapia psicólogica puesto que, es posible, que hayan perdido el control y producido una pequeña distorsión de la realidad, creando una situación que les podría poner en peligro
¿Se produce alguna reacción a nivel cerebral?

Existe una estructura cerebral denominada sistema mesolímbico una de cuyas funciones es otorgar recompensas a los sujetos en forma de sensación de placer ya que segrega varias hormonas como la dopamina. Por tanto, en el adolescente que se hace modificaciones corporales, activan dicho sistema sistema con lo cual – al sentir placer – aumentan las posibilidades de que las repitan, bien porque el adolescente se siente así más interesante y atractivo o porque funciona – tal y como se ha explicado antes- como si fuera una automutilación.
Por tanto, es muy posible que el adolescente que empieza por un piercing, se acabe haciendo uno o más tatuajes y, al revés, con lo cual podríamos decir que el cerebro los inicia en la “adicción” pero sólo , en determinados casos, los adolescentes se acabarán convirtiendo en “adictos”
¿ Se los ponen adolescentes con algunos rasgos de personalidad típicos?
Existen varias investigaciones relacionadas con este aspecto; así, Kappeler, en el 2006, comparó la personalidad de 350 adolescentes con algún tipo de piercing o tatuaje. Según este investigador, los jóvenes tatuados tienden a la búsqueda de sensaciones extremas y potencialmente peligrosas como drogas o mala conducciónEn otro estudio procedente de la Universidad de Harvard, se demostró que los jóvenes que llevan alfileres y tatuajes consumen estupefacientes el triple que los adolescentes, de su misma edad, pero sin dicha decoración corporal
Asimismo, otro estudio del Instituto de Medicina Social de Lausana, encuesto a 7500 jóvenes de entre 15- 20 años, concluyendo que; entre aquellos que llevaban piercings, se fumaba el doble de cannabis, tabaco y alcohol que el resto de población.
Por otra parte, entre los jóvenes con cualquier tipo de modificación corporal, la mayoría procedían de un hogar con padres separados o divorciados.
Todos estos resultados fueron confirmados, posteriormente, por la Universidad de Columbia pero con una muestra de sólo 280 de sus estudiantes que llevaban algún tipo de modificación corporal. Entre sus conclusiones, añadieron que la autoestima de dichos jóvenes solía ser baja y que, sin embargo, tenían una apertura a la experiencia mayor.
¿Qué hago si mi hijo me dice que quiere hacerse un piercing y/o un tatuaje?

Prohibido prohibir. Cuando a un adolescente se le prohíbe algo, se le está abriendo la puerta de los deseos más inconscientes; quizás sólo quería saber vuestra opinión, pero al usar una prohibición, le habéis abierto los ojos hacia algo que le parece mucho más atractivo que antes de contarlo. Por tanto, evitar el conflicto es muy importante pero igual de importante – o quizás más – es que vuestras frases empiecen con un “ no” rotundo. Además, vuestro hijo va a pensar que no confiáis en él, en su madurez para tomar decisiones y esto sí va a ser claramente perjudicial para la relación familiar.
Vamos a hacer un ejercicio muy sencillo, pero sólo por poner algunos ejemplos;
- No le digas “ y no te lo vas a hacer porque a mi no me gusta “.Piensa que él es otro individuo, diferente de ti, y que- como ya hemos repetido- muchas veces, se hace como una afirmación de la identidad, le estás armando de razones para hacérselo por su cuenta. Dile mejor “ a mi no me gustaría que te lo hicieras, pero te respeto”.
- No le digas “ No te lo dejo hacer porque esta moda no va contigo” Es el mismo caso anterior sólo que – como también hemos dicho- otra de las razones por las que se lo hacen es, precisamente, para “ir a la moda”. Dile mejor “pues, fijate, que yo te hacía más de otro estilo, pero ya veo que no entiendo de moda, aunque estas son pasajeras, ¿ qué harás entonces?”
- No le digas “No te lo dejo hacer porque aquí mando yo”. Piensa que, también, se lo hacen como manera de expresión de su espirítu rebelde y eso es tanto como prohibir. Dile mejor “Mira, cuando te veamos mejor en el colegio, menos irritable. Porque es tu cuerpo y ahora, quizás, podría ser una decisión equivocada”.
Dialogar sinceramente.- Es muy importante que le déis a vuestro hijo/a la oportunidad de explicar exactamente lo que quiere y cómo lo quiere y que, a su vez, vosotros le podáis explicar tanto los riesgos como los inconvenientes. Es básico que vosotros, como padres, tengáis todos los elementos para valorar si su deseo procede de un interés real como resultado de una expresión de su propia identidad o sólo sigue los designios de una moda que – como acabamos de decir- puede ser pasajera
Si decides que tu hijo no se haga un piercing o tatuaje, de momento, pacta. El adolescente no va a comprender porque te niegas “después de tanta charla”, sino le das unas razones plausibles, coherentes, en positivo. De lo contrario, lo va a entender como un menosprecio a sus deseos y, por ende, a sí mismo y, es más que posible, que tengas a tu hijo con un piercing/tatuaje con o sin tu consentimiento.Por tanto, mejor reflexionar juntos las causas para hacerse la modificación corporal, que pueden ser desde cualquiera de las anteriormente mencionadas, hasta imitar a alguien, no sentirse menos que ese alguien o, sencillamente, quedar bien con su grupo. Hablad – siempre en positivo – de las diferencias existentes entre “mi imagen real” y “la imagen que quiero proyectar” y de los posibles, o no, desajustes entre ambas; del usar el piercing o el tatuaje para “marcar mi personalidad”, porque eso es un error, la personalidad es una cuestión interna, no la llevamos expuesta. Tened en cuenta que vuestro hijo puede decir “no me dejáis tener mi propio criterio” y, de la misma manera, explicarle que el piercing le puede hacer sentir mejor pero, obviamente, no mejora – pero tampoco empeora – las opiniones que el adolescente pueda tener acerca de éste u otro tema.
Explicále los inconvenientes en el futuro
Cuando tus hijos adolescentes, se conviertan en jóvenes a la búsqueda de su primer trabajo, llevar un piercing y, especialmente, un tatuaje, puede significar un problema para muchas empresas.De hecho, un estudio realizado por la Universidad de Milkwaukee demostró que aquellos candidatos que aparecían con piercings en las cejas eran menos elegidos que el resto por parte de la empresa y a igualdad de curriculum.
Si hay algo obvio es que tanto los piercings como los tatuajes son formas de decoración corporal, que no hacen ni mejores ni peores a las personas que lo llevan, que aunque existan estudios que señalen una mayor tendencia al consumo de estupefacientes, eso no significa que todos sean drogadictos y que, en cualquier caso, debe respetarse como expresión de la identidad de la persona que lo porta.
Sin embargo, numerosas empresas encuentran incompatible el tener entre su plantilla a personas con decoración corporal puesto que consideran que no dan la “imagen de marca” Una posible solución sería decorarse en zonas del cuerpo no expuestas a ser vistas, es la única forma de que, dentro de unos años, tus hijos no se arrepientan de no haberte hecho caso.
Piensa que, en el fondo, tu hijo/a esta tan desconcertado como tú, se halla en “una tierra de nadie” entre niño y adulto, entre las normas y límites que les imponéis y el placer que siente al saltarsélas debido a su espíritu rebelde.
Es, en este periodo conflictivo, cuando vosotros, como padres, debéis hacer un esfuerzo para que el adolescente cumpla vuestras exigencias mínimas sin alterar la paz familiar y sin entrar en conflicto con ellos.
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Muchas gracias por el post, en mi caso me he encontrado con el tatuaje ya hecho de mi hija de 18 años en el antebrazo. Se lo ha regalado su hermano de 22 años que no vive en casa, ,quien también se ha hecho otro literalmente de «hermandad» : han escrito «player 1» y «player 2» respectivamente. Ambos sabian que yo no lo aprobaría. Ella me lo había comentado y yo le rogué que esperase y/o que lo hiciera en lugar poco visible. Fue inútil. Ahora me siento ninguneada por los dos. No sé cómo reaccionar, lo considero una falta de respeto pero sobre todo de cariño, especialmente de mi hijo que es el más adulto. Ella ha pasado una depresión por la que recibe tratamiento profesional, tiene baja autoestima y sus padres nos separamos de modo traumatco hace años. Cómo puedo manejar esto con los dos y con ella en concreto? No quiero que siga tatuándose… La veo perdida y buscándose en este tipo de conductas. Ya es legalmente adulta y no puedo pedir ver a su psicóloga pero creo que esto debería tener terapia conjunta. Gracias.
Mi hija de 21 años, se hizo piercing en el ombligo hace 2 años, este año me llego a casa con un piercing al costado de la nariz nariz es pequeño y brillante.
Me moleste, le dije que no estaba de acuerdo, no le hablo, me dijo que la comprendan, que ella estaba yendo muy bien en la unirsidad, tiene buenas notas, que ella me queria un monton, se estaba esforzando por ser mejor, que la comprenda y que esto ella siempre quiso ponerse piercing porque le daba seguridad
Que hago?
Buen día
Mi hijo de 15, a los 14 años ya se hizo su primer tatuaje, siempre me decía q le voy a decir si se hace, yo le dije que no le prohíbo pero se puede hacer cuando tenga mayoría de edad y con su propio dinero y q yo no le voy a dar dinero para que se lo haga, pero sin embargo se lo hizo actualmente al año ya de hizo otro con dinero que se cojio de mi madre y de mi. Me a costado mucho asimilar que mi hijo no entendió he conversado mucho al respecto pero sin embargo lo hizo no se como actuar ahora ,me siento que falle y me siento muy mal. Por favor ayudeme .
Felicitaciones por su trabajo Dra. Marìa Dolores.
En realidad, la época en la que hoy vivimos para algunos padres, es mi caso, no comparto la idea de las decoraciones corporales, pero es una gran realidad de que se esta disminuyendo a pasos gigantescos la comunicación en la familia, por lo que, si damos la debida confianza a nuestro hijos, sobre todo a los adolescentes, para mi concepción, nuestros hijos tomarían sus decisiones mas acertadas para mejorar sus estilos de vida.
Muy buen articulo
Vaya tontería de post! Si alguien se quiere hacer un piercing o tatuaje no es por rebeldía o los demás, habrá una parte que sí, pero será ínfima en comparación con él resto. Os doy él arca de la alianza: un adolescente con dos dedos de luces (que no son un mito, existen, están por ahí, respiran él mismo aire que nosotros) si se quiere hacer un piercing o tatuaje es porque le gusta, punto. No es por fastidiar a sus padres, ni pa ligarse a fulanito, ni porque se lleva, ni porque menganiga se lo hizo y ella es súper guay, no. Porque le gusta estéticamente, no porque le guste sentir dolor al hacérselo.
Puede ser que alguien que se haga un piercing se anime a hacerse otro, la razón no es porque se vuelva adicto al dolor ni nada, simplemente le gustaría hacerse otro piercing y como él anterior que se hizo no dolió tanto como pensó pues va a hacérselo. A nadie le gusta pasarlo mal ni sentir dolor, no seamos tonticos.
Buenas tardes, Elena
Gracias por su opinion
Desconozco si es Ud o no psicológa, mucho me temo que no. Por tanto, le agradecería que me discutiera las razones estéticas – en las que no me voy a meter, porque no me dedico ni a hacer tatuajes ni piercings- pero no las razones psicológicas en las que se fundamenta el artículo
Y, a ser posible, sin faltas de respeto para quienes no piensan como Ud
Muy agradecidos por su opinión
hola, estoy preocupada por mi nieta que tiene 20 años y su autoestima es muy baja, vive preguntando si alguien la va a querer, tiene miedo de quedarse sola sin una pareja, le cuesta relacionarse con las personas en un grupo nuevo, se siente rechazada, fea… ¿cómo puedo ayudarla?
Buenas tardes, Gladys;
Su nieta sí puede tener un problema pero que nada tiene que ver con los tatuajes ni con lo piercings.
Le ruego haga una consulta por privado a [email protected]
Saludos
Ayyyy déjenlo con el piercing. Es mejor que se lo hagan de jóvenes si su concierne es que no encuentren trabajo de grandes. Es mejor por qué cuando se cure el piercing, va a poder quitárselo cuando quiera, puede quitárselo para el trabajo y se lo pone llegando a su casa. Aparte las modas sí son pasajeras, pero si se informan un poquito, lo piercings NO son moda, se los han hecho desde que nuestros antepasados vivían en cuevas. Mejor que experimenten todo lo que pueden desde jóvenes, eso les digo a mis hijos. Yo no tengo ningún piercing o tatuajes por qué no me gustan como se me ven a mí y no podría soportar tanto dolor. Pero si ellos están dispuestos a tolerar el dolor y les gusta, no les puedo decir que no, es su cuerpo. Aparte, si en algún momento de su vida ya no lo quiere, pues se lo quita y con el tiempo el orificio se va a cerrar.
Quizá tratar a los hijos como personas y no como a mascotas que hay que adiestrar ayudaría a una «mejor comunicación» con los padres, pero bueno, caso aparte. No estoy de acuerdo en muchas cosas que se dicen, empezando con que hay miles de razones por las que una persona o un adolescente (aqui pareciera que son conceptos distintos) se quiera hacer un tatuaje. Este texto tiene un enfoque demasiado anti-tatuajes/piercings, o, como ha percibido, anti-todoaquelloquenoconozco; alguien con un mero tatuje, por ejemplo (entre los miles que hay), podría encontrar la fuerza de voluntad que no encuentra por ninguna parte, ni siquiera de sus padres.
Pero claro, estos están demasiados preocupados por unas «gotas de tinta».
Buenas noches, Eugenia;
le agradezco su comentario, ante todo.
Después, vamos por partes; en ningún caso – y bajo ningún concepto – se insinúa que los hijos son «mascotas» que adiestras sino que hay que hablar con ellos sobre aspectos que, muchas veces, no tienen en cuenta, cómo hacerse tatuajes en lugares muy visibles que – según su posible futuro laboral – les pueda suponer un problema, y eso se lo puedo decir por experiencia personal.
Obviamente, un adolescente es una persona; el mero subrayado de esta cuestión resulta innecesario y, en ningún caso, se usan como antónimos sino como sinónimos
Contra su opinión, el enfoque no es precisamente anti-tatuajes/ piercings , sino todo lo contrario; muchas veces, el sacar conclusiones tan presurosas cómo decir que quién escribe lo hace sobre temas que desconoce, suele ser erróneo, cómo es el caso. No sólo no desconozco el tema sino que, aunque así fuera, para eso hay una documentación previa – desde distintos puntos de vista- con el cual se ayuda a confeccionar el post
Sí estoy de acuerdo en que, muchas personas, encuentran en el tatuaje una fuerza de voluntad que no hallan en otros lugares pero lo estoy más aún en la posición contraria – por contradictorio que pueda parecer- y es que, fruto de un largo proceso, que ha requerido de una gran dosis de fuerza de voluntad, esas personas acaban realizándose un tatuaje y estoy convencida de ello porque lo veo día tras día en mis pacientes que han pasado situaciones como las mencionadas
Finalmente, Eugenia , habrá observado que hay muchos más artículos míos en Siquia; por tanto, lo de la preocupación por las «gotas de tinta», tampoco es el caso
Saludos cordiales