¿Para qué nos sirve perdonar?

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María y Jacobo están en terapia de pareja. Él ha sido infiel y ella asegura que es incapaz de perdonar. Una hora más tarde, tenemos una terapia familiar con la familia Pérez-Gomez, que llevan meses con un conflicto abierto por una cuestión económica. La siguiente sesión, es la de Carlota, que dice que jamás perdonará a su jefe la situación en que la se encuentra ahora.

¿Se podrían solucionar estas y otras situaciones parecidas a través del perdón? Probablemente, con un poco de esfuerzo por parte de ambas partes.

¿Es lo mismo pedir perdón que perdonar?

Cuando éramos pequeños y nos enfadábamos con un amigo o un compañero del cole, estaban nuestros padres para enseñarnos a perdonar – si nos habían hecho algo “malo”- y a pedirles perdón– si éramos nosotros quienes lo habíamos hecho-. Así fue como aprendimos que pedir perdón es lo mismo que arrepentirnos del daño causado y perdonar es propio de personas comprensivas, empáticas. En definitiva, de ser eso que llaman “una buena persona”.

Tanto pedir perdón como perdonar forman parte de las habilidades sociales básicas aunque, en parte, depende de nuestros propios rasgos de personalidad y de cómo de bien – o de mal- sepamos gestionar nuestras propias emociones.

¿Me aporta algo positivo perdonar o pedir perdón?

Sí, tanto a nivel psicológico o emocional como a nivel físico. Podemos enumerar:

  • Reconocimiento. Si has perjudicado a alguien y lo reconoces te liberas de la tensión emocional de no poderlo expresar.
  • Coraje. Muchas veces es difícil afrontar situaciones y pedir perdón, seguramente, por orgullo. Pero se debe tener en cuenta que es de una gran valentía perdonar a quien te hirió, sin espacio para los rencores, y reinterpretar tu propio camino vital.
  • Aumenta la autoestima.
  • Disminuye el estrés y la ansiedad.
  • Disminuye la tristeza.
  • Aumenta la estabilidad emocional, olvidando la impotencia y la rabia y recuperando la autoconfianza.
  • Comprensión. Acerca de lo que te hizo daño, dándote cuenta de que existen más personas en tu mundo.

A nivel de estado físico:

  • Disminución de la tensión arterial.
  • Disminución de la tasa cardíaca.
  • Aumento del estrés fisiológico. Según Witvliet, Ludwig y Vander Laan (2001).

¿Podemos perdonar de diferentes maneras?

Sí, depende de a quién se ofende y quién es el ofendido. Podemos hablar de:

  • Unilateral. Se perdona al ofensor sin esperar nada a cambio. Se hace por generosidad o por amor, lo cual hace que éste muestre arrepentimiento.
  • Negociado. Se trata de una conciliación entre dos personas para evitar la distancia, la rabia, el enfado y los deseos de venganza.
  • A uno mismo. El ofensor evita los pensamientos, las emociones y las conductas asociadas a la situación, intentando reparar el daño causado a sí mismo.
  • Falso perdón. Es una estrategia para evitar el conflicto pero sin una verdadera intención de hacerlo. Perdonar es entender que ha existido una ofensa o un daño, reconocer la misma y responsabilizarse haciendo lo posible por reparar el daño causado.

¿Por qué nos cuesta perdonar?

Volvamos a las historias del principio. Todos ellos acuden a la consulta porque creen que sus relaciones – de pareja, familiares, laborales – están dañadas por uno de los dos lados – no por quién acude a sesión, necesariamente- y ello produce una primera reacción: ¿para qué perdonar? ¿Para que, al cabo de un tiempo, vuelva a pasar lo mismo? Esta respuesta, según Williamson y Gonzalves (2007), se estructura en tres niveles:

  • Afectivo: rabia, tristeza, confusión y traición.
  • Cognitivo: fantasías acerca del ofensor, pensamientos de ¿por qué a mí? de no volver a tener relación con el ofensor y sentimientos de culpabilidad.
  • Conductual: conductas de evitación del ofensor o, al contrario, de enfrentamiento con el mismo y llanto.

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La terapia puede facilitar el proceso de reconocer la necesidad de pedir perdón, proporcionando herramientas para la comunicación efectiva y la reparación de relaciones dañadas. A través de la terapia, aprender a pedir perdón con sinceridad se convierte en un camino hacia la reconciliación y el crecimiento emocional.

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Según diversas investigaciones como, por ejemplo, Miller, Everett, Worthington y McDaniel (2008) hallaron que las mujeres perdonamos más fácilmente que los hombres. Sin embargo, los estudios de Fehr, Gelfand y Nag (2010) llegaron a la conclusión que las diferencias no eran significativas, aunque “saber perdonar” es un estereotipo tradicionalmente atribuido a las mujeres.

Los mismos estudios muestran que, al aumentar la edad, aumenta la capacidad de perdonar. La experiencia vital, además de hacernos mayores, nos hace más tolerantes, flexibles y capaces de asimilar que, como dice Maxwell “si cometes errores, es porque lo estás intentando”.

Por otro lado, determinados rasgos de personalidad como son el egocentrismo, el narcisismo, la tendencia a enjuiciar a los demás, la falta de inteligencia emocional, el pensamiento rumiativo… impiden que perdonemos fácilmente ya que nos bloquean en una situación, dentro de un bucle de rabia, deseos de venganza, rencor…en que los principales perjudicados somos nosotros mismos.

¿Cómo se pide perdón?

Ten claro que no es de “mala persona” hacer daño. También, las personas más bondadosas que puedas conocer lo pueden hacer.

No sólo los golpes hacen daño. Las palabras, muchas veces lo hacen, los gestos, las situaciones, los pequeños detalles e, incluso, la falta de todo ello, hace daño.

Si ya lo tienes claro, pedir perdón es lo mejor que puedes hacer:

  • Acepta tu responsabilidad en el acto que ha causado el daño. Nunca pienses que un niño, como es pequeño, no es capaz de darse cuenta de una mala conducta o actitud. Si le debes pedir perdón, le estas enseñando algo que nunca te agradecerá lo suficiente.
  • Pide disculpas de verdad, con el corazón y el alma. No vale un simple “me sabe mal “o “siento lo de ayer”, sé auténtico y honesto contigo y con la otra persona; “siento que mi mala conducta/actitud/palabras te hayan causado daño. Reconozco que sientes este dolor debido a lo que dije/hice y te pido disculpas”.
  • Escucha y reconoce la importancia de lo ocurrido. La otra persona está ofendida por lo que has hecho. Deja que exprese sus sentimientos. Acoge sus emociones con frases del tipo “lo entiendo”, “así es».
  • No le exijas el perdón, no seas orgulloso y sé paciente. Sé que te gustaría recibir el perdón cuanto antes para calmar tu propia angustia pero, dale su tiempo para que pueda expresar sus sentimientos y pensar la decisión que quiera tomar: perdonar o no perdonar.
  • Pregúntale a la otra persona si puedes hacer algo para ayudarla, debido a tu error. Haz que la otra persona vea que estás arrepentido de verdad.
  • Pide ayuda. Si te cuesta pedir perdón o tienes dificultades para reparar el daño, considera que cómo otros recursos y habilidades, podemos necesitar adquirirlas. En Siquia podemos ayudarte indicándote estrategias y acompañándote en el camino gracias a los psicólogos online.

Pautas para perdonar si eres el dañado

pedir perdón
  • Piensa en cómo te sientes. Admite que no está bien lo que te hayan hecho y deja a la otra persona hablar. Al final, el perdón te hará sentir bien a ti.
  • Perdonar no significa, necesariamente, reconciliarse si no quieres pero es una forma de no acumular rencor.
  • Para aliviar tus emociones negativas y tu ansiedad, practica técnicas de relajación o de gestión del estrés.
  • No seas impulsivo. Se impone la calma para no generar ningún conflicto.
  • No reproduzcas mentalmente lo que ha ocurrido. Entras en un bucle de pensamiento rumiativo que resulta perjudicial.
  • Escoge esta experiencia dolorosa y transfórmala en una experiencia de aprendizaje a través del perdón. Es tu decisión y, muchas veces, tienes que alejarte para tomar distancia y ver con más claridad.
  • La decisión de perdonar sí es un todo: cuando llegas a ese punto aceptas el compromiso de vivir con esa actitud de ahora en adelante, respecto de esa persona.
  • Al perdonar tú también te estás perdonando. Al aceptar los errores de esa persona te ayudará a aceptar tus propios errores en esa relación determinada.

El perdón es una herramienta poderosa que nos invita a mirar hacia adelante con compasión y empatía, recordándonos que, aunque las heridas puedan ser profundas, el corazón humano tiene la capacidad infinita de sanar y encontrar la paz.

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Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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