Ya tenemos la Navidad muy cerca. En uno o dos días empiezan los encuentros familiares de Navidad, deseados por muchos, temidos por otros tantos. Pasar una Navidad en familia, puede ser muy bonito: reencontrarnos con familiares que hacía tiempo que no veíamos, dar regalos, cantar villancicos, etc. Pero no para todos la Navidad es una dulce Navidad.
Peleas familiares en Navidad ¿cómo evitarlas? 🎄

No son pocas las personas que sufren un gran estrés ante la perspectiva de estas reuniones familiares casi obligadas. Y es que, pueden empezar muy bien, con besos, saludos, «¿qué tal te va todo?», «te veo más guapa», y pueden acabar como el rosario de la aurora: discusiones, gritos entre cuñados o reproches entre hermanos.
Desde Siquia queremos ofreceros algunos consejos para que los encuentros familiares de estas Navidades sean un éxito y recuperéis la paz y la harmonía que deberían acompañar este tipo de celebraciones.

6 consejos para afrontar las reuniones familiares en Navidad y evitar conflictos
Mejor una buena que muchas malas
Nochebuena, Navidad, San Esteban, Fin de Año, Año Nuevo, Víspera de Reyes y día de Reyes. Son muchas las oportunidades para reunirnos estos días y estar en familia. Pero está comprobado que, cuantos más días seguidos nos reunamos todos juntos, más posibilidades hay de empezar a discutir por cualquier motivo.
Así pues, ¿por qué no reducir estos encuentros a sólo uno o dos?
Si tienes pareja, por ejemplo, puedes poner como excusa para no asistir a la cena de Nochebuena, que te vas con la familia del otro. En fin de año, siempre puedes hacer planes alternativos con tus amigos. La víspera de Reyes irte a ver la cabalgata a otra ciudad. Las posibilidades son muchas.
Huid de los encuentros obligados todo lo que sea posible. Si todos los invitados a una cena van obligados y malhumorados, lo más probable es que la cena acabe siendo un campo de batalla.
Escoge uno o dos días que realmente te apetezca pasar en familia y disfrútalos al máximo.
Evitad temas de conversación sensibles
Escena típica: todos sentados en la mesa, los primeros platos servidos, el estómago ya lleno de aperitivos y el cerebro bajo la influencia de las dos primeras copitas de vino.
De repente, alguno de los comensales, como quien no quiere la cosa, dice: «pues yo creo que Catalunya debería ser independiente». Y ya tenemos la discusión servida, una discusión que, probablemente, se alargará hasta los turrones y acabará con alguien muy enfadado, seguro.
Evitad al máximo temas de conversación que puedan ser susceptibles de llevar a discusiones ideológicas: política, religión, creencias diversas…
Y si, a pesar de evitarlas, se ponen por alguna razón encima de la mesa, recuerda: tu familia no es un campo de batalla. No intentes convencer a nadie de tus argumentos. Si lo crees necesario, expón tu punto de vista con calma y tranquilidad, recordando que se trata de tu opinión y que no pretendes hacer cambiar a los demás la suya.

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Pedir citaNo alarguéis las sobremesas
Este es un error típico. Vas a comer a casa de tus suegros el día de Navidad y sales de allí a las diez de la noche. Tantas horas seguidas en un lugar cerrado, con tanta gente que tú no has escogido, suele ser un caldo de cultivo ideal para una gran pelea familiar.
«Lo bueno, si breve, dos veces bueno», dice el refranero. Pues en este caso tiene mucha razón de ser. Está bien hacer algo de sobremesa, compartir dulces típicos y un café o un chupito de hierbas, incluso hacer un brindis con cava. Pero no se puede alargar hasta el infinito.
Cuantas más horas paséis juntos, más posibilidades de entrar en temas conflictivos y más cansados estaréis todos, por lo que, también más susceptibles.
Haz un pacto contigo mismo (y con tu pareja o tus hijos, si es necesario): cuando acabéis el último plato de la comida, cuenta una hora de reloj y márchate. Despídete con una sonrisa y con besos para todos, sal por la puerta grande mientras aún reina la paz.
Comed con moderación
Esto es algo que siempre pasa en estas fechas, nos sentamos alrededor de una mesa y van saliendo platos, y platos, y parece que la comida no acaba nunca.
Tener el estómago lleno produce una sensación de bienestar y satisfacción que puede hacer que te sientas muy bien y en paz con la gente que te acompaña a la mesa. Pero si comes hasta que tengas que desabrocharte los pantalones, lo más probable es que esa sensación de bienestar desaparezca y se convierta en incomodidad, sentimiento de culpabilidad e incluso malestar físico.
No es necesario comer hasta reventar. Prueba todos los platos que te apetezcan, pero los disfrutarás más si tomas pequeñas raciones que te permitan llegar a los turrones sin la sensación de que no vas a poder comer en tres días.
Cuidado con el alcohol
Durante estas fechas el consumo de alcohol en las comidas y las cenas es mucho: el coctel de bienvenida, el vermut con el aperitivo, el vino tinto con los entrantes, el vino blanco con los segundos, el moscatel con los postres, el chorrito de coñac con el café, el «bajativo» o chupito de hierbas, la copa de cava para brindar y el whisky de sobremesa.
Como verás, sin darnos apenas cuenta, estamos consumiendo cantidades de alcohol que no le hacen ningún favor a nuestro cuerpo. No vamos a decirte que hagas abstinencia durante estas fiestas, si no quieres, pero sí que controles el consumo. Escoge la bebida que más te guste de todas las que se te ofrecen y toma sólo esa. Mezclar los diferentes tipos de alcohol potencia sus efectos y la idea no es emborracharse en familia.
El alcohol, aunque al principio pueda parecer que nos desinhibe, puede acabar provocando reacciones agresivas o menos cuidadosas con las personas que tenemos alrededor. No pierdas el control de ti mismo y tendrás una Feliz Navidad.
Recuerda: es tu familia
No los has escogido tú. Naciste y estaban allí, o formaban parte de la vida de tu pareja antes de que os conociérais. Pero están ahí, y seguro que en mayor o menor medida, cuando los necesitas responden a tu llamada.
Cuando estéis sentados en la mesa, obsérvalos e intenta hacer una lista mental de las cosas positivas de cada uno. Recuerda momentos divertidos que habéis pasado juntos, o momentos en los que te apoyaron o te ayudaron a seguir adelante.
No olvides agradecer al anfitrión o anfitriona el esfuerzo que ha hecho por reuniros a todos de nuevo, y reparte besos y abrazos para todos. Mantener los lazos familiares es un buen ejercicio para asegurarnos una vida más acompañada.
