Por qué se separa una pareja que aún se quiere

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Esta semana han estado en la consulta María y Antonio. Tras una primera sesión conjunta de terapia de pareja y las sesiones individuales, venían a la sesión de devolución. A pesar de los años, esta vez yo -como psicóloga- estaba inquieta.

Aunque tenía claro que podían hacer una terapia de pareja para solucionar sus problemas, retumbaban en mi cabeza las palabras de María en su sesión individual ante mi pregunta sobre si amaba a su pareja: “a veces, Dolors, el amor no basta. Antonio es una gran persona, le sigo queriendo, me atrae, no hay nada imperdonable que me haya hecho, pero creo que no puedo seguir con él. Y, ahí esta mi voz interior, que me dice que acabe de una vez con esta relación que no nos lleva a ninguna parte, aunque le quiera”.

De ahí mis dudas: ¿tenía derecho a «forzar» a María a una terapia psicológica que no quería? Hoy, María y Antonio están tramitando su separación, a pesar de quererse.

¿Por qué una ruptura?

Antes que nada hay que tener claro que la decisión que se tome debe ser firme. En el caso de una pareja que se quiere, es muy posible que uno de los miembros quiera más que el otro. También puede ser que ambos quieran la separación y los vaivenes produzcan más heridas y dolor que otra cosa.

Asimismo, también es posible que uno de los dos miembros sufra dependencia emocional por lo cual es importante reunir toda la valentía de la que sea capaz, toda la fuerza posible, para romper y alejarse del miembro de la pareja del cual depende para empezar su nueva vida.

Por tanto, es importante no dilatar durante mucho tiempo la decisión. Las dudas y los miedos pueden llegar a hacer difíciles de superar ocasionando, incluso, somatizaciones psicológicas. En Siquia lo sabemos es duro aceptar que no vas a seguir compartiendo tu vida con la de esa persona a la que aún quieres.

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Cuáles son los motivos que llevan a la separación cuando aún hay amor

Pueden ser muy diversos:

  1. Problemas de comunicación. Para que una pareja se entienda, se comprenda, se sienta valorada, necesita sentir escuchada – no sólo oída – y expresar. Expresar afectos, emociones, sentimientos, no sólo cuestiones rutinarias que solo llevan a la incomunicación y poco a poco a no tener nada que deciros.
  2. Proyectos de vida diferentes. Quizás aquello que os unía al principio a vuestra pareja ahora precisamente es lo que nos separa. Vuestras metas y expectativas van por caminos diferentes y no hay punto de encuentro. ¿Te han ofrecido un lugar de trabajo en otra empresa pero se halla en otra ciudad? ¿Tu pareja no quiere cambiar porque está a gusto con su trabajo y está ascendiendo? Su uno de los dos cede, ¿no existirá frustración después?¿no le echará nunca en cara que “se sacrificó” por esa persona? Lo tienes que tener muy claro para seguir adelante con esa persona.
  3. No pasar suficiente tiempo juntos. Si vuestros respectivos trabajos os mantienen absorbidos como para que viváis en el trabajo y vayáis de visita a casa, estáis empezando a tener un problema. En primer lugar, porque tenéis una de las principales adicciones comportamentales que se llama adicción al trabajo y, en segundo lugar, porque se pierde la comunicación con lo que aumentan los problemas de comunicación.
  4. Problemas vitales. En ocasiones, innumerables problemas de la vida diaria ya sean de tipo económico, de salud, profesionales, con las familias extensas o con la familia nuclear producen una erosión en la pareja que incide directamente en la percepción de la satisfacción de la relación, disminuyéndola y produciendo, de nuevo, problemas de comunicación.
  5. InfidelidadHay que diferenciar entre la infidelidad sexual y la emocional. Se tiende a perdonar más la primera que la segunda, que supone la ruptura definitiva de la pareja. Sin embargo, en ambos caso el que haya ocurrido significa una disolución de la confianza. Se ha roto una de las tres patas de toda relación: confianza, respeto y comunicación. Si además hay problemas de comunicación, es difícil que la pareja siga unida.
  6. Problemas sexuales. Ya sea por trastornos, por fases propias del desarrollo de la mujer, por deseo sexual inhibido en cualquiera de los dos o, incluso, por el simple hecho de dormir separados o discutir antes de ir a la cama. En cualquier caso, falla otro tipo de comunicación, la sexual. Se compone no sólo de las relaciones sexuales sino también de abrazos, besos, caricias y expresiones afectivas.
  7. Incompatibilidad de caracteres. Junto con las críticas que cada uno de los miembros de la pareja se hace al otro y, especialmente, si se hacen delante de terceras personas, conducen al desprecio. Esto, unido a un tipo de comunicación agresivo-pasiva, bastante habitual en parejas que se hallan en terapia, son indicadores de que la pareja se encuentra en un clima de entendimiento deteriorado y conflictivo.
  8. Estilo de vida. Aunque pueda parecer sorprendente, los hábitos físicos poco saludables y el “dejarse” físicamente es uno de los mayores causantes de rupturas, a pesar de la existencia de amor. Mantenerse en forma es una manera de demostrar al otro miembro de la pareja que nos gusta porque también él se quiere.
  9. Culpar al otro. Uno de los grandes problemas que acaba en desamor. El uso sistemático de “por tu culpa”, “eres el culpable”, ya sea de forma consciente y voluntaria o inconsciente e involuntaria, acaba en desamor por el sentimiento de rechazo que produce al que escucha estas palabras. Cuando una pareja no funciona la culpa no es de uno sólo de los miembro. Ambos son culpables y por ello han llegado a esta situación. Tampoco es una buena idea que uno de los dos asuma “toda la culpa” en aras a que la relación no se rompa porque durante eses tiempo suelen existir discusiones que siguen resintiendo el clima de convivencia de la familia, haciéndola irrecuperable.
  10. No entender que el amor pasa por fases. Muchas personas creen que la fase del enamoramiento dura para siempre. Esta es una etapa transitoria, en que la intensidad de los sentimientos y de la pasión sexual es temporal y, como casi todo en la vida, acaba. ¿Acaba con ello el amor? No precisamente. Si realmente existe amor allí empieza porque el amor es mucho más que enamoramiento. Sin embargo, hay quien tiende a idealizar a la otra persona durante la etapa de enamoramiento. Luego llega la realidad y empiezan a aplanarse las emociones, se aburren y, al final, aunque uno de los dos sienta – o crea sentir – amor, la pareja se acaba rompiendo.
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¿Y después de la ruptura de pareja?

Tras la ruptura con una persona a la que todavía quieres, debes tener en cuenta:

  1. No vais a ser amigos ya. Sí, lo de “hemos quedado como amigos” es de gente muy civilizada, sólo que es muy complicado, al menos al principio. Debéis pensar en una ruptura como una herida. Si en lugar de dejaros un espacio de tiempo, sin saber nada uno del otro, sin invadiros vuestros espacios, sin cuidar de la recomposición de cada uno de vosotros por separado, lo que hacéis es veros con la misma frecuencia con la que veis a un amigo, la herida no cicatrizará nunca. El tiempo es el único que tiene todas las respuestas – aunque no es el que cura – y, quizás con tiempo, podéis volver a recuperaros como amigos porque todo aquello que os ha llevado a la situación actual ha quedado en el pasado.

Por otra parte, también es civilizado decir “tenemos que ser amigos por nuestros hijos” pero eso es ningunear a vuestros hijos. Está claro que debéis caminar hacia la mejor relación posible entre vosotros puesto que vuestros hijos os van a unir para siempre y os quedan muchas decisiones que tomar conjuntamente. Pero eso no significa que tengáis que ser amigos.

  1. Acepta. No es lo mismo que resignarse. Aceptar es llegar a un estado de calma en que admitas que has luchado y has perdido pero sin idealizar ni seguir con fantasías acerca de una relación que ya no existe. Para ello, una buena estrategia de afrontamiento es hacer una lista acerca de las cosas dolorosas que han pasado en la relación. Cuando tengas la lista, léete cada uno de estos recuerdos, haciendo un ejercicio de introspección para rememorarlos lo más vívidamente posible. Puede aparecer tristeza, rabia, resentimiento, decepción, pero ello te ayudará a pasar el duelo por la relación perdida y, sobre todo a llegar a la aceptación. Con cada recuerdo, su intensidad irá disminuyendo.
  1. Perdona. Este es un punto importante. Si al menos uno de vosotros quiere al otro, ya estáis sufriendo lo suficiente como para, además, guardar rencores que sólo os van a hacer daño. Perdona al otro si te ha fallado, pídele perdón si le has fallado y, sobre todo, cada uno de vosotros se debe perdonar a sí mismo. Lo necesitáis.
  2. Suelta. En este tipo de rupturas, el problema principal es que uno de los dos sigue amando mucho. Si sois suficientemente maduros, reconoceréis que el amor por sí sólo no es suficiente para seguir adelante. Como hemos visto, hay otras cuestiones como los valores incompatibles o las decisiones tomadas en un momento determinado, que tienen un peso muy importante. Es un acto de generosidad tremenda para con el otro el dejar ir, soltar, y la única manera de hacerlo es querer a alguien lo suficiente como para darse cuenta de que queremos lo mejor para esa persona, con o sin ti. De hecho, nunca perderás a esa persona porque todo lo vivido pertenecerá para siempre a tu historia vital. Sólo así sabrás si tu ya expareja te quiere lo suficiente como para tomar la decisión de volver.
  3. Empieza a quererte. Ahora mismo seguro que te culpabilizas “si no hubiera hecho…”, “ si hubiera hecho…” y, en contra de lo que te puedan decir, esto pasa porque te estás queriendo menos. Si ya está todo decidido, ha llegado tu momento, perdónate a ti mismo, deja de culparte y no te reproches nada. Enfréntate a tus miedos y al dolor. Piensa que, a la primera persona que le debes ser leal es a ti mismo.

Si necesitas ayuda para superar el proceso, déjanos tu consulta y nuestro equipo de psicólogos online te contactará para programar una cita.

Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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