Elena, con 28 años, llegó a psicoterapia “inducida” por el consejo de su familia. Decían que al llegar a casa tras su jornada laboral “quedaba abducida por el móvil” sin hablarles y cuando lo hacía, era para quejarse. Realmente, la situación familiar era algo complicada y no era de extrañar la reacción de Elena pero, al fin y al cabo, la que estaba sentada en el sofá de mi consulta era la joven quien solo tenía una petición: “lo tenemos que arreglar”.
Cuatro meses después, Elena parecía su versión 2.0. Pero entonces, apareció un segundo problema que se convirtió en más grave que el primero; los padres de Elena, cada día que le tocaba sesión con la psicóloga, le insistían con “¿y vuelves a ir? Es que hija, ¡desde que vas a la psicóloga te ha cambiado!, ¡es como si fueras otra!”
Obviamente, la psicóloga no había “cambiado” a Elena sino que había sido una especie de herramienta para que la joven cambiara. Es cierto que habían sido necesarios muchos otros elementos para que la intervención hubiera sido un éxito.
Por todo ello, vamos a empezar por una de las preguntas más claras:
¿Para qué necesito un psicólogo?
Depende. Cada persona conoce su propia motivación para efectuar un cambio y para necesitar para ello de un psicólogo. En cualquier caso, el profesional te ayudará a modificar tu forma de comportarte, tanto si lo que quieres es mejorar tu forma de afrontar los problemas como si lo que buscas es la solución a uno en particular, entendiendo siempre, que las decisiones solo las vas a tomar tu mismo y que, en ningún caso, el psicólogo te va a juzgar.
Para todo ello, nos basamos en aquello que hemos estudiado: los mecanismos humanos de aprendizaje, el funcionamiento fisiológico del ser humano y las diversas técnicas existentes para tratar, de una forma específica, cada una de las variables que se deban modificar.
¿Cuáles son las creencias erróneas que más habitualmente se atribuyen a la psicoterapia?
- Para que me den consejos ya tengo a mis amigos.
Aquí hablaríamos de las llamadas “pautas terapéuticas” que, realmente, damos los psicólogos basándonos en nuestros conocimientos y tras realizar una evaluación psicológica al paciente. Sin embargo, los “consejos” provienen de la experiencia. Con esto entramos en un terreno complejo; si quieres “consejos” sobre tu salud mental, entonces, procura que a quien le preguntes tenga experiencia en salud mental, de la misma manera, que si vas a comprar un móvil, irás a pedirle consejo a una tienda de móviles pero no a un psicólogo, da igual si ofrecer terapia presencial o es un psicólogo online.
- Si no has sufrido el trastorno X, igual que yo, ¿cómo me puedes ayudar?
Esta es otra de las importantes creencias erróneas atribuidas a los psicólogos. Lo cierto es que muchos pacientes creen que si no hemos sufrido prácticamente todos los trastornos del DSM-V nunca les vamos a poder ayudar. Lo cual, también, ocurre cuando los psicólogos son demasiados jóvenes y se supone que no tienen experiencia.
No obstante, los psicólogos tenemos suficiente conocimiento de todos estos trastornos. Sobre todo, alguno preocupado por su formación continua. No es necesario que lo hayamos experimentado, de la misma manera, que no se le pide al cirujano que opere a su familia para “probar” si es de fiar. De hecho, al final se trata de establecer una buena alianza entre el paciente y el terapeuta, de manera que si como paciente sigues las pautas de tu psicólogo, vas a modificar lo que te hace sentir mal y por tanto, obtendrás mayor calidad de vida.
- Ir al psicólogo es inútil.
Realmente existe un problema de poca valoración de la psicología en el seno de la sociedad. De hecho, basta con referenciar a la pandemia donde muchos psicólogos han estado trabajando en primera línea en condiciones precarias y muchos otros han regalado su tiempo y su trabajo. Cuando se ha hablado de profesionales sanitarios, que lo somos, ¿alguien ha mencionado a dichos psicólogos? Este es un problema social.
Pero también, podríamos excusarlo diciendo que la psicología como disciplina es relativamente joven, que no tenemos un único modelo teórico. Además, es importante distinguir nuestras opiniones personales de aquello que como psicólogos os podemos recomendar, que es dónde debemos dar valor a nuestra propia práctica profesional. Evitando llevar a las personas a pensar que un psicólogo es solo útil a quién no tenga amigos, a quién sea débil o a quién esté “loco”. No. Las personas que acuden al psicólogo suelen ser valientes que afrontan sus problemas y quieren cambiarlos con la ayuda de un profesional. Tienen los mismos amigos que cualquiera y no, no están “locos”.
- El psicólogo me va a decir lo que tengo que hacer.
Pues no. Los psicólogos no te diremos lo que tienes que hacer, más que nada porque entre nuestros “superpoderes” no se halla el de la verdad absoluta pero si ayudaremos a hacerte las preguntas necesarias para hallar juntos la solución a tus problemas, aplicando las herramientas y recursos adecuados, o para que tú – pero sólo tú, no el psicólogo – tome la decisión que llevas tanto postergando.
- El psicólogo me cambiará tanto que ya no seré igual.
Vuelta a la sección “superpoderes”; no, los psicólogos tampoco tenemos ese “superpoder”. Simplemente, te ayudará a conocer nuevos aspectos de ti mismo, lo cual siempre da algo de miedo, pero en terapia se proporcionan las herramientas adecuadas para que, poco a poco, te vayas sintiendo mejor.
Por tanto, igual no serás el mismo al final de la terapia pero lo que te podemos asegurar es que serás tu versión mejorada, la 2.0.
- Y, ¿si no creo en los psicólogos?
¡No hace falta! Ir al psicólogo no es una cuestión de fe sino que la psicología es una ciencia. De hecho, los tratamientos actuales están basados en la evidencia científica y así, en la TCC se aplican técnicas científicamente demostradas y solo se necesita un poco de motivación para conseguir resultados positivos. Nuevamente, los psicólogos no tenemos el “superpoder” para conseguir cambios u obtener soluciones sin que, tanto paciente como terapeuta, pongan esfuerzo y motivación.
El psicologo no da pautas ni herramientas sólo suelta su homilia y tú decides qué hacer con esa información, aparentemente útil. Por último el psicólogo si juzga dejad de decir lo contrario.