Habitualmente, somos conocedores – o seguro que habéis oído hablar – de niños que han tenido pataletas en plena calle porque sus padres se han negado a comprarle cierto capricho o de otros, quizás más pequeños, que han sufrido berrinches en pleno centro comercial – por seguir con el mismo ejemplo – y que han terminado en sonoras pataletas porque no querían seguir andando.
¿Pueden los niños tener crisis de ira?

Sin embargo, las crisis de ira nos parecen que pertenecen más a los adultos. Pero, ¿se pueden dar en niños? Y, más aún, ¿qué diferencia hay entre pataletas, berrinches, rabietas y crisis de ira?
¿Qué es la rabia, la ira o el enfado?
Es una emoción que se siente cuando nos damos cuenta de que nos han invadido nuestro territorio o derechos. De hecho, sentir rabia es normal. Su función es defenderse y realizar una gestión de situaciones que consideramos injustas. Por lo tanto, nos inhibiríamos ante ellas si no pudiéramos sentir dicha rabia.
No obstante, más importante incluso que la emoción es la conducta asociada, que pueden ser agresiones verbales o incluso físicas. Por ello, es importante poner límites y realizar una buena gestión emocional para ayudar a resolver conflictos de forma adecuada y sana.
Las manifestaciones del enfado dependen de la edad y el nivel de desarrollo. Ya en la primera infancia se empiezan a reprimir los impulsos agresivos físicos, mientras que a nivel preescolar se empiezan a identificar las emociones básicas, expresando la ira de forma verbal o física.
Para gestionar el enfado, es importante conocer las características del niño, su entorno y las características de los padres respecto a su propio carácter y su forma de reaccionar ante el enfado.

Respuestas de ira en los niños
Las respuestas son de tres tipos:
- Corporal: Si se encuentra ante una situación incómoda, inesperada o frustrante, el niño se pone a la defensiva. Aunque no todos reaccionan igual, la mayoría lo hacen mediante señales fisiológicas que van a depender del temperamento del niño, de sus experiencias previas ante una situación parecida…
- Cognitiva: Situaciones de las que se deriva un sentimiento de «es una injusticia» o «esto es injusto» en sí no proporcionan valor emocional, sino que lo es la valoración subjetiva que hace el niño de dicha situación. Ello depende de sus modelos -padres, profesores, otros adultos – así como de la interpretación que realiza de su propio mudo. Por ello, es muy importante realizar una buena educación emocional desde la primera infancia, realizando modelados o con ejemplos.
- Conductual: Se produce una conducta ante una situación o un obstáculo que queremos evitar y que no nos ayuda a conseguir nuestro objetivo.
¿Cuál es la diferencia entre un berrinche y una crisis de ira?
- Berrinche o rabieta. Es un arrebato emocional que muestra el niño cuando quiere o necesita algo o, por el contrario, no quiere o no necesita algo. Aunque son comunes en niños en edad preescolar y primaria, a medida que el lenguaje se va desarrollando y son capaces de expresar sus emociones, van disminuyendo en frecuencia e intensidad.

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Pedir citaDe cualquier manera, niños algo mayores, algo impulsivos y con dificultades para gestionar emociones, pueden continuar sufriéndolos. En cualquier caso, se trata de un comportamiento controlable por tu hijo ya que es habitual que niños, en medio de una rabieta en pleno centro comercial, por poner un ejemplo, se paren a ver si sus padres le están prestando atención. Por tanto, si es así y acaban obteniendo lo que quieren, (por ejemplo, ser el centro de atención por encima de sus manos), cesará su conducta y, de lo contrario, seguirán llorando o, en algunos casos, llegando a la agresión física o verbal.
- Crisis de ira. Solo ocurre cuando tu hijo se siente abrumado por una situación de alta «sobrecarga» emocional cuyos desencadenantes pueden ser estímulos de cualquier tipo que hacen que su sistema se «colapse» ante el excesivo procesamiento de información sensorial. Esto puede ocurrir tanto debido al alboroto existente en un parque como tras explicar, en numerosas ocasiones, una situación conflictiva o al tener demasiadas cosas en qué pensar en un aula.
En cualquier caso, todo ello produce una reacción de «lucha o huida» que puede ser gritos, llantos, aislamiento, agresiones o huidas, que no es controlable por el niño.
Pautas ante una crisis de ira
- Entiende tanto las causas de lo que le ocurre como su propio comportamiento. Piensa que, en ciertas condiciones, puede ser una respuesta normal con una función defensiva contra otros, pero también contra la posibilidad de que se haga daño a sí mismo. Pero no va dirigido a ti. No es porque hayas hecho algo mal. Por tanto, es muy importante que sepas separar a tu hijo de esta reacción emocional.
- Respira. Sí, sé que crees que no puedes, que ya te lo has dicho – y te lo han dicho – millones de veces, pero es una forma rápida de buscar tu propia calma, distanciarte, tomar perspectiva y ver que ni tu hijo ni tú sois vuestras relaciones emocionales.
- Cálmate. Sí, también sé que crees que no puedes y que te lo has dicho – y te lo han dicho – millones de veces, pero este será tu mejor mecanismo de defensa si no quieres «explotar» tu también. Al mismo tiempo, busca que tu hijo se aleje de la situación o del obstáculo que le ha producido la crisis para evitar que se haga daño a sí mismo o a terceros y para conseguir calmarlo.
- No lo ignores ni cedas. Ignorar se ha comprobado que no es una estrategia válida y no debes ceder si no quieres que esta situación se prolongue en el tiempo. Por tanto, hay que esperar a que el niño se calme para hacerle los razonamientos necesarios y exponerle las consecuencias de no controlar su rabia, hablándole de una forma clara y firme, pero sin críticas ni amenazas.
- El niño debe entender y expresar la causa de su rabia. Cuando esté algo tranquilo, indícale que la mejor forma de conseguir aquello que quiere o no quiere es mediante el uso del lenguaje como vehículo de expresión de sentimientos. Empatiza con él. Compréndelo y no le castigues ni le riñas en un lugar público, ni mucho menos, después en casa. Después, dile que debe reconocer sus sentimientos, usando el leguaje y no la rabia para expresar lo que se siente.
- Reconozca cómo se siente. El niño debe aprender a identificar su emoción y las respuestas que lleva asociadas, así como las posibles manifestaciones físicas. Todo ello lo debe expresar mediante la palabra y no la rabia.
- Adquiera empatía. Esto ocurrirá a medida que tu hijo vaya creciendo, ya que adquirirá las competencias lingüísticas necesarias para expresar sus sentimientos – de forma oral, pero no agresiva – e irá desarrollando la empatía necesaria que le permita valorar las consecuencias de sus palabras y su conducta tanto en sí mismo como en los otros.
- Te necesita para que le enseñes la forma adecuada de gestionar esa energía que explota en forma de crisis de ira ante un obstáculo o situación que desea evitar. Si no lo haces, después le será difícil solucionar cualquier problema basado en la gestión de emociones. De hecho, tienes que pensar que la mayoría de los niños que acaban como crisis de ira no han tenido un adecuado proceso de aprendizaje de la gestión emocional.
- Prevención. Debes enseñarle qué debe hacer para prevenir y gestionar sus sentimientos de rabia. Cómo expresarlos mediante la palabra y sin usar la agresión, partiendo del respeto tanto así mismo como a los demás y enseñándole a encontrar soluciones para cualquier problema al ofrecerle alternativas que le permitirán sentir que tiene el «control» de la situación cuando, en realidad, dicho control lo ejerces tú al elegir las opciones.
- Busca ayuda profesional si las crisis son numerosas en frecuencia o de una intensidad muy elevada. Se le enseñarán al niño técnicas de autocontrol y estrategias de afrontamiento, entre otras.
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