
Reconozcámoslo ¡es que es muy difícil ser adolescente! La adolescencia, ese período convulso de hormonas situada entre la infancia y la vida adulta, cuando no se es ni lo uno ni lo otro, cuando el adolescente busca su propia identidad y, sabiendo que, para ello, debe empezar a adquirir cierta autonomía respecto a sus progenitores.
Y, en este punto exacto, es donde la gran tragedia de la vida está servida. Los padres entienden que aquel pequeño al que hace no más de cuatro días daban el biberón y explicaban cuentos, intenta desvincularse de ellos. Y también es cuando se inician los conflictos en la familia con el adolescente dividido entre su dependencia- no tan solo económica sino, sobre todo, emocional- y, por otra parte, la sensación de rechazo que les genera cada “no” detrás de “hoy llegaré más tarde”, “me quedo a dormir en…”.
Y, en medio de todo ello, unos padres sin brújula. Aunque han aumentado las consultas de adolescentes en los gabinetes de psicología clínica– “te lo cuento porque sé que no lo puedes contar”, es una de sus frases favoritas que en más encrucijadas ponen a los terapeutas- también es cierto que han aumentado en progresión aritmética las consultas de padres de los susodichos adolescentes: “¿qué podemos hacer con nuetro hijo?”
Cómo educar en valores y ayudar a crear la identidad de los hijos
Empecemos pues: nuestro hijo, sí, el mismo que se pasa horas hablando por what’s app o colgado de los videojuegos en la red, no soporta que se le llame niño, a pesar de saber que todavía no es un adulto pero quiere ser tratado como si lo fuera. ¡Tranquilidad! A pesar de todo, hasta la adolescencia tiene su lado positivo y es la labor de los padres, como agentes socializadores primarios, educar en valores.
De hecho, todos los adolescentes tienen una gran vida interior- la misma que cuando eran niños- y, por tanto, la actitud positiva de los padres debe ser centrarse en esa búsqueda sabiendo que aquel que busca adecuadamente, acaba encontrando.
Por otra parte, también es cierto que los padres están muy preocupados por la situación conflictiva a la que se ha llegado en casa y, se preguntan, por ejemplo, “¿qué hemos hecho mal para llegar a esta situación?”
En estas situaciones, los padres llegan a pensar de todo, incluyendo que el resto de familias con hijos adolescentes que conocen no tienen ningún problema y ellos son los únicos. Pero, desengáñense. Por fortuna, ni existe el adolescente perfecto ni tampoco los padres perfectos.
Si ha conseguido saltar este paso, probablemente, se habrá encariñado con otra piedra: los padres tienden a darle muchas más vueltas a la última discusión con su hijo adolescente mientras éste estará seguramente demasiado ocupado hablando de conciertos con sus amigos o de estilismos de moda con sus amigas.
Tengamos en cuenta algo importante: hasta hace unos años, la existencia de conflicto intergeneracional suponía una ligera disfuncionalidad en la familia. Actualmente, esta idea está descartada y se considera que el conflicto, dentro de unos límites razonables, forma parte del proceso adaptativo en el funcionamiento familiar y es una forma de aprender para los adolescentes estrategias para enfrentarse a situaciones futuras.
Tampoco debemos olvidar que en la adolescencia la opinión del grupo tiene un peso específico muy importante y, por tanto, la opinión de los amigos más íntimos- por ejemplo, ¿debo ir al psicólogo?- va a ser más tenida en cuenta que la misma opinión de los padres. El motivo está claro: la aceptación del grupo es un bien muy preciado porque implica el formar parte de un grupo o no.
A los padres les parece que los peligros de la sociedad actual son mayores que los que había en su juventud y, por tanto, sobre todo lo aquello que hacen o dicen sus hijos adolescentes planea la duda constante “¿estarán preparados para…?”. Estos pensamientos no dejan de ser indicios de proteccionismo ya que los adultos tienen la sensación de que sus hijos “quieren andar en moto, sin saber andar en bicicleta”.
Pero el hiperproteccionismo impide que los adolescentes alcancen su autonomía. Y hemos de recordar que si les pedimos ser responsables, tomar decisiones y no equivocarse, a la vez, les estamos exigiendo un imposible.
Tengamos en cuenta que con la llegada de la adolescencia, el hijo continúa creando su identidad personal, es decir, su forma de ser, aquello que le diferencia del resto de los chicos, que le hace único e irrepetible. Ello está muy relacionado con cómo se siente siendo como es, es decir, a la autoestima. La opinión de los demás, pero especialmente, de los amigos- influye mucho en la creación de dicha identidad.
Aunque en ocasiones pueda parecer “un pasota”, el adolescente siente mucha necesidad de reconocimiento y aceptación de esta identidad por parte de los otros, incluidos los padres y de las otras personas significativas- como son los amigos, porque ello asegura una buena y equilibrada autoestima.
Por tanto, algo a evitar de manera totalmente es ridiculizar al joven. Las descalificaciones y críticas personales, sobre todo, si se realizan en público, son desagradables, hirientes y crean resentimiento en los adolescentes.
Cosas que ayudan en la educación de los adolescentes
Si ahora les digo que lo mismo que siempre; hablen, hablen y, si aún así no lo han solucionado, hablen más, seguro que pensarán que ya lo han probado y no funciona
Entonces, algunas otras cosas, para los momentos en que hablar no funcione;
- Motivar. Pocas cosas funcionan mejor que el reconocimiento por lo que hemos hecho bien. Y si no ha salido tan bien, por ejemplo, si las notas no han sido tan buenas como las esperadas, hablarles de la cultura del esfuerzo pero con una actitud positiva y un sentido práctico, sin reproches.
- Darles afecto. Podemos llamarles la atención, recriminarles determinados comportamientos, solo si son conscientes de que nos importan.
- Son responsables de su vida. “Responsabilidad” pero “tutelada”. Cuando los adolescentes sienten que son responsables de sus actos, suelen funcionar mejor que cuando están siendo excesivamente controlados porque quieren demostrar que son capaces de hacer las cosas bien.
Cosas que no funcionan con los adolescentes y en las que no debéis insistir como padres
- Utilizar malas formas. Sólo conseguiremos una mala contestación, una muestra de rabia o, lo que es peor, el silencio.
- Dirigirnos a ellos elevando excesivamente el tono de voz. No eleves nunca tu tono de voz, mejora tus argumentos. Sólo así lograrás convencer.
- Discutir en el momento del enfado. Daos un tiempo de respiro. Suele funcionar utilizar una palabra clave, previamente pactada, de manera que, cuando una de las dos partes la usa, se deja de discutir y realizáis tareas distractoras cada parte por su lado; os relajáis escuchando música, leyendo, navegando por la web, os vais a dar un paseo,…cuando estéis más calmados reiniciar la conversación en el punto en dónde se estuvo a punto de convertir en un conflicto
- Sacar lo negativo del otro, sin decirle que también hace cosas bien.
- Recompensar por anticipado. Los regalos, los premios “bajo promesa” de cambio obtienen buenas palabras, crean ilusión en los padres pero ninguna modificación en el adolescente. Las recompensas sólo se deben otorgar cuando se ajusten al esfuerzo realizado y que a posteriori de lo logrado.
- Unido a lo anterior, “el pago por dejar de hacer algo”. Si lo hacemos, estamos perdidos. Le damos la idea al chico/a de que cuando quiera conseguir algo, no tiene más que hacer algo mal, así como a “poner precio” a todas sus obligaciones y, estás, a su edad, no tienen precio. Deben comprender que todos tenemos derechos y deberes, obligaciones que cumplir y que es mejor que lo vaya entendiendo de cara a su futuro
- Ser demasiado comprensivos con conductas graves. No todo es negociable, y no todas las conductas se pueden relativizar. En ocasiones hay que informar de lo mal hecho y de lo que tendrá que hacer para compensar el comportamiento erróneo. Tienen que tener claro que somos animales sociales viviendo en una sociedad repleta de normas y que cada familia es como otra pequeña sociedad con sus propias normas, en que existen unos límites. Rebasar estos límites presupone hacer frente a unas consecuencias negativas lo cual forma parte, también, del aprendizaje de la responsabilidad que tanto reclaman.
Si te encuentras en esta situación similar o conoces a alguien que atraviese por alguna parecida, buscas a un psicólogo especializado en terapia de pareja o terapia sexual, no dudes en consultar con un profesional.
Buenas tardes,Claudia;
caso complejo el suyo;verá, su hija ya no es una adolescente pero lo era cuando empezaron los abusos por parte de su padre.Los abusos sexuales a niños y adolescentes originan un trauma que deja múltiples consecuencias entre ls cuales se encuentran la depresión, la irritabilidad, los trastornos de comportamiento ( como el negativista-desafante y que, a menudo, son el primer y único síntoma) y de aprendizaje así como pesadillas, imágenes recurrentes o flashbacks, ansiedad y pasar de pesar que son culpables a pensar que todo su entorno tiene la culpa ( por no haberla protegido, por n haberse dado cuenta antes,…)
El trastorno por estrés postraumáutico, que así se llama, bien tratado y cogido a tiempo, puede llegar a curar en un tiempo relativamente corto pero ahora, pasado el tiempo, la posible curación se complica y alarga en el tiempo.En todo caso, obviamente, su hija necesita ayuda proesional por parte de un psicológo especalizado, lo antes posible.
Ya que su hija la rechaza puede intentar hacer Ud una visita al psicológo para Ud misma y es probable que el profesional le indique la necesidad e escuchar la versión de su hija.Si existe una buena empatía inicial, es posible , a partir de allí,intentar ofrecerle ayuda
Otra opción, con mu buenos resultados, es la terapia on line
Quedo a su disposición
Mucha suerte.
Un gran abrazo
Bien día. Tengo un hogar hace veinte años que ha sido nuestro orgullo, fruto de dedicación y esfuerzo. Mi hija que actualmente tiene veinte años y esta terminando su carrera de derecho, a los trece empezó a mostrar conductas desafiantes, pese al buen ambiente familiar y a la responsabilidad en todo como padres. Unos años después me confeso de unos tocamientos y abuso (no penetración), a los que había sido objetó por parte de su papá…esto fue desbastador . El se fue de casa busco trabajo en otra ciudad y con el tiempo volvía casa dos o tres meses. Profundamente arrepentido y siempre responsable y buen padre y esposo. La niña no quizo denunciarlo, yo sé lo propuse, pero siempre me dijo que no quería perder a su papá. Ella le dice a el que lo ama, pero con el tiempo ha ido comportando sé más rebelde y ausente. Se queda por fuera, un tiempo tomo mucho licor, ha probado drogas, tiene malas amistades. Incluso sus amigos de la universidad están preocupados. Intentó hablar con ella, pero casa día me agrede más, me ignora, me rechaza más. Sé encierra, no participa en nada de la familia, antes la veía estudiando, ahora no. Vive en un desorden y desaseo terribles en su habitación, aunque en su persona no. No ayuda en nada. Su papa se encuentra privado de la libertad por una situación de trabajo, pero todos sabemos que es inocente. Creo profundamente en. Dios y aunque le había inculcado eso a ella, ahora reniega de su fe y dice no creer en nada. Lleva una vida muy libertina y no se nunca no co quien ni donde será. Mi hogar está lleno de tristeza. La niña menor ya sabe todo porque en un moe not de rabia ella se lo dijo, lógicamente cambió mucho, pero ya está más tranquila. Me preocupa el ejemplo que ve en su hermana pues tiene trece años. Estoy devastada y la verdad aparte de orar, no se que más hacer. Le he ofrecido ayuda de todo tipo, pero no quiere nada.
Ayúdeme por favor. Mil Gracias. Bendiciones…