Psicólogos onlineEs posible que a medida que va llegando el invierno te sientas más cansado y con menos ganas de hacer las cosas. Seguramente tu actividad social disminuye en esta época del año e, incluso, es posible que tengas más ganas de dormir y menos de hacer deporte o de salir de excursión.

Esta situación es normal y, en parte, la luz solar es responsable de ello. Pero para muchas personas estos pequeños cambios en su estado de ánimo son las señales de alarma que les indican que están ante la llamada «depresión invernal».

La depresión invernal, más conocida en el ámbito clínico como Trastorno Afectivo Estacional (TAE) es un trastorno bastante frecuente que suele suceder sobretodo en otoño e invierno y que desaparece o mejora a medida que va entrando la primavera y los días vuelven a hacerse largos.

El TAE se da tanto en adultos como en niños y adolescentes. Parece ser que es mucho más frecuente en las regiones más alejadas del ecuador ya que en latitudes más altas las horas de sol son más reducidas y los inviernos mucho más largos y duros.

¿Cuáles son los síntomas de la depresión invernal?

El TAE es eminentemente un cuadro depresivo que puede ir desde los síntomas leves a los síntomas graves. Es especialmente importante, pues, que si se detectan algunos de estos síntomas de forma repetida y mantenida a lo largo del tiempo, se acuda a un profesional para que realice una buena valoración del caso. 

Los síntomas principales del TAE son:

  • Falta de energía vital. La persona se siente fatigada, agotada, sin que haya hecho ningún esfuerzo físico especialmente duro. La persona suele relatar, directamente, que «le falta energía».
  • Cambios en el estado de ánimo. Está triste, irritable o muy susceptible durante casi todo el día. Estos cambios suelen ir acompañados de sentimientos de desesperanza y pesimismo, afirmaciones como «no valgo para nada». La persona suele llorar con facilidad y sentirse atacada continuamente por cualquier comentario que se haga a su alrededor.
  • Movimientos lentos. Algunos allegados de pacientes con TAE relatan que, durante los meses de invierno, la persona parece que se mueve a cámara lenta.
  • Cambios en el sueño. Sienten una gran necesidad de dormir mucho más de lo habitual. Tienen dificultades para levantarse cuando suena la alarma y, cuando lo hacen, sienten que no pueden casi abrir los ojos. En algunos casos es posible que aparezca insomnio.
  • Dificultad de concentración. En los pacientes más jóvenes puede interferir con el rendimiento escolar ya que parece que no es capaz de concentrarse y que no llega a tiempo para acabar sus deberes. Los profesores pueden llamar la atención de estos alumnos sugiriendo que han dejado de esforzarse en sus tareas.
  • Problemas de memoria. Dado que la persona no se puede concentrar, es muy probable que aparezcan dificultades para recordar acontecimientos recientes. Muchas de las personas afectadas de TAE relatan que durante los episodios son incapaces de recordar incluso las cosas más básicas, como la lista de la compra o los cumpleaños de sus allegados.
  • Dificultad para tomar decisiones. La persona se siente incapaz de tomar incluso las decisiones más banales como qué ropa ponerse por las mañanas o qué desayunar.
  • Cambios en la alimentación. A diferencia de otros tipos de depresión, una persona con TAE suele tener tendencia a comer de más. Teniendo en cuenta que, en general, será una persona que habrá disminuido su nivel de actividad, se suele producir en estos pacientes un aumento de peso considerable mientras dura el trastorno.
  • Disminución de las relaciones sociales. En general no tienen ganas de salir de casa ni de quedar con amigos ni familiares, por lo que suelen recluirse en casa.
  • Incapacidad para disfrutar. Puede ser el síntoma más llamativo, puesto que la persona, de repente, parece que ha perdido todo interés por las cosas que solía disfrutar antes.

En los casos más graves, estos síntomas pueden ir acompañados de ideación suicida y una sensación de desesperanza muy profunda.

¿Por qué se produce la depresión invernal?

Psicólogos onlineCuando los humanos vivíamos sin luz eléctrica los ritmos diarios variaban en función del ciclo natural de día y noche. Cuando salía el sol las personas se despertaban e iniciaban sus actividades y cuando se ponía el sol volvían a descansar.

Por supuesto, la irrupción de la tecnología y, sobretodo, de la luz eléctrica, supuso un gran cambio en estos ritmos diarios. De repente podíamos estar despiertos hasta bien entrada la noche puesto que podíamos seguir realizando actividades diversas.

A pesar de este gran cambio, nuestro cuerpo sigue programado para inducirnos al sueño cuando el sol desaparece. La responsable de este fenómeno, básicamente, es la melatonina, la hormona responsable con los ciclos de sueño. Esta hormona se produce en mayor cantidad cuando hay oscuridad y su aumento provoca que nos sintamos más cansados y adormilados.

Nuestra biología también reacciona a la luz solar, por supuesto. La serotonina es un neurotransmisor que aumenta con la luz solar y que es el responsable de la regulación del apetito, el estado de ánimo y la energía en general.

El equilibrio entre melatonina y serotonina, pues, será el responsable de que nuestro cuerpo se adapte a las horas de luz y a las de oscuridad.

En invierno las horas de sol disminuyen, por lo que también disminuye la producción de serotonina en general y aumenta la de melatonina. Es por ello por lo que, en general, en invierno tenemos más ganas de dormir y menos ganas de salir con los amigos, por ejemplo.

Son numerosos los estudios sobre TAE que se han llevado a cabo y que han sugerido que el hecho de vivir más alejado de la línea ecuatorial y, por lo tanto, estar expuesto a menos horas de sol, parece aumentar la posibilidad de sufrir esta patología.

Tratamientos

El tratamiento del TAE debe empezar de manos de un psicólogo. Si se detectan los síntomas anteriormente descritos durante más de dos semanas en la persona vale la pena acudir a un especialista que pueda indicar la mejor estrategia terapéutica a seguir.

Las principales líneas terapéuticas que se están llevando a cabo en estos momentos para combatir el TAE son:

  • Psicoterapia: como en cualquier otro trastorno de tipo depresivo, es importante trabajar con el paciente para reducir al máximo el riesgo de suicidio y trabajar para mejorar su autoestima y su autoconcepto mientras dura el episodio.
  • Fototerapia: dado que se ha relacionado ampliamente el TAE con la luz solar, una de las principales terapias consiste en la exposición a rayos de luz que emulan los rayos solares.
  • Fármacos: en algunos casos, sobretodo graves, será recomendable la ayuda farmacológica prescrita por un psiquiatra para ayudar sobretodo en los síntomas que tienen que ver con el estado de ánimo.

Si crees que necesitas acudir a un terapeuta cualificado para que te ayude a superar el TAE puedes consultar nuestro directorio de psicólogos colegiados y contactar con el profesional que más se adapte a tus necesidades.

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