Desde 2018, la Real Academia Española acepta el término sororidad, definido como «amistad o afecto entre mujeres» y también como «relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento«. En un mundo masculino, donde entre los hombres reina el valor de la fraternidad, el patriarcado ha impuesto durante siglos la idea de que las mujeres son malas y crueles las unas con las otras.
Qué es la sororidad y por qué es importante para las mujeres

Que las mujeres compitan entre sí no es casualidad. No responde a factores biológicos, ni a una naturaleza peor que la de los hombres. Se podría decir que la competencia entre mujeres es una artimaña del sistema patriarcal para evitar la colaboración, puesto que solo ante la solidaridad y la organización se podrá escapar del yugo de la opresión. Clara Serra, investigadora en la Universitat de Barcelona y feminista, conocida por ser portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, afirma que «los hombres con poder están más tranquilos cuando nos estamos peleando entre nosotras«.
Frente a esta imposición de la rivalidad entre mujeres, surge la sororidad, un término que surge de la palabra latina «soror», hermana carnal. El reavivamiento del movimiento feminista trajo consigo la popularización de este término acuñado por Marcela Lagarde, política e investigadora mexicana, como equivalente al inglés «sisterhood». La propia Lagarde afirma que «la alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida».
La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión.

La sororidad pasa por ayudar al resto de las mujeres y, a medida que crece, va reflejándose en nuestras relaciones con las demás. Poco a poco, es posible ir descubriendo la sororidad en todos los rincones: en el abrazo de una amiga, en la mano que se ofrece a ayudarle y en las consignas de las manifestaciones feministas donde mujeres jóvenes y mayores, de todos los orígenes, se dejan la voz gritando «Yo sí te creo» o coreando el famoso «Tranquila, hermana, aquí está tu manada».
Pero no es solo eso, la sororidad también consiste en darte cuenta de que vives en una sociedad patriarcal que ejerce su opresión sobre ti y, del mismo modo, la ejerce sobre el resto de mujeres. Consiste en ser consciente de que la violencia de género, el acoso e incluso los pequeños comentarios denigrantes o el reparto de las tareas del hogar no tienen nada que ver con tu individualidad: se trata de los fragmentos de la opresión que afecta a la colectividad de las mujeres.
Solo a través de la sororidad las mujeres podemos rodearnos de otras que comprenden nuestras experiencias. Así, todas juntas, podemos plantar cara al patriarcado y tratar de desmontar las estructuras de poder que históricamente han encumbrado a los hombres y nos han mantenido en un eterno segundo plano que solo ahora empieza a difuminarse.
¿Cómo ejercer la sororidad?
- Considera al resto de mujeres iguales: las otras son compañeras, no rivales.
- Escucha sus experiencias y bríndales apoyo: te darás cuenta de que tenéis muchas experiencias en común y podrás sentirte comprendida y hacer que el resto se sientan igual.
- Evita los comentarios sexistas: como seres humanos, las mujeres también somos parte el sistema patriarcal y hemos crecido influenciadas por él. Date cuenta de que tienes comportamientos misóginos interiorizados y esfuérzate en ponerles freno.
- Alza la voz contra el acoso y la violencia machista.
- No compitas con el resto de mujeres, apóyalas: los hombres tienen menos obstáculos para alcanzar el éxito, porque hasta hace poco se ha considerado una parcela exclusivamente masculina. Apoya los proyectos de otras mujeres para que tengan más fácil escalar posiciones.
- Sé amable con las demás y contigo misma.

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