Psicólogos onlineLa tartamudez, también llamada disfluencia, disfemia o espasmofemia, es un trastorno bastante común en niños pequeños. Se caracteriza por un habla interrumpida de forma involuntaria que va acompañada de tensión muscular y estrés.

El comienzo de la tartamudez suele ser gradual, aunque en algunas ocasiones puede ser repentino a causa de un suceso vital estresante, por ejemplo.

En general, todos los niños pequeños pasan por una fase de tartamudez mientras están aprendiendo a hablar, alrededor de los 2 años. En esta fase suelen repetir algunas palabras o letras antes de conseguir articular una frase con sentido. Estos niños no suelen ser conscientes de esta dificultad y no se muestran nerviosos o irritados consigo mismos cuando no consiguen articular la frase de una forma fluida. En este caso no hablamos de tartamudez, sino de pseudotartamudez.

Estos problemas de fluidez del habla desaparecen en casi un 90% de los casos de forma espontánea en los dos años posteriores a su aparición, por lo que, como padres no debemos preocuparnos si al principio nuestro hijo da muestras de tartamudeo.

No obstante, hay alrededor de un 10% de casos en los que la tartamudez persiste y es entonces cuando los efectos psicológicos de este trastorno empiezan a afectar a la persona que los sufre.

Los sentimientos que suelen tener estas personas van desde la vergüenza a la ansiedad, pasando por el miedo o la frustración. En general suelen sentirse frustradas dado que sienten que no tienen control sobre su cuerpo ya que cuanto más se esfuerzan en no tartamudear, por lo general, más lo hacen.

En los casos más graves estos sentimientos pueden llevar a la persona a la depresión y al aislamiento social, ya que cada vez son más las situaciones en las que decide no hablar para no tener que sobreponerse a su problema.

¿Qué síntomas deben alertarnos?

Hay algunas características en la forma de comunicación de los niños que pueden ser una señal de alarma para detectar un posible caso de tartamudez.

  • El niño hace grandes esfuerzos para hablar: se le nota nervioso cada vez que va a empezar a hablar o este hecho le exige una gran concentración.
  • Se pone rojo cuando habla: esto puede ser debido a que le avergüenza su forma de hablar más de lo que se espera para un niño de su edad.
  • Cierra los ojos mientras habla: intenta evadirse del entorno para concentrarse. Incluso puede ser que frunza el cejo como si estuviera calculando sílaba por sílaba lo que está diciendo.
  • Repite palabras o sílabas de una forma constante: como hemos dicho antes, esto no cuenta si el niño está aprendiendo a hablar. Para comprobar si está dentro de lo que se considera normal se puede preguntar a profesores y maestros, ellos lo ven en clase y pueden comparar con el resto de los niños de su edad.
  • Cambios en el volumen de la voz: cuando habla lo hace con una voz muy baja y de repente sube el volumen en una palabra o frase en concreto para volver a bajarlo después. O viceversa.
  • Cambios en la velocidad del habla
  • Dificultades en la respiración al hablar: a causa de la tensión acumulada en el cuerpo y especialmente en la boca y la cara.
  • Muecas: muchos de estos niños presentan muecas fruto del esfuerzo en intentar que salgan las palabras.
  • Temblores musculares
  • Sentimientos de vergüenza: ya sean explícitos, es decir que el niño los manifieste, o no.

Por supuesto esto sólo son algunos síntomas que pueden ayudar a las familias a estar alerta ante un posible caso de tartamudez. Para una valoración correcta debería acudirse a un profesional especializado.

Causas de la tartamudez

El inicio de la tartamudez suele estar entre los 3 y los 6 años, aunque durante la época de adquisición del lenguaje pueden darse algunos episodios de pseudotartamudez.

No se ha conseguido clarificar exactamente a qué es debido este trastorno a pesar de que son muchos los estudios científicos que lo han intentado.

Parece ser que no hay una causa concreta sino que, como muchas otras patologías de tipo psicológico, las causas son fruto de la combinación de factores genéticos y ambientales.

Se ha comprobado que hay familias en las que la tartamudez es más frecuente, pero no afecta a todos los individuos de la familia, por lo que se intuyen factores biológicos y se han podido determinar algunos, como por ejemplo:

  • Dificultades en la coordinación muscular que da lugar al movimiento del cuerpo. Estas dificultades afectarían también a las partes del cuerpo que tienen que ver con el habla.
  • Lateralización del lenguaje: mientras que en las personas sin tartamudez el hemisferio cerebral derecho es el principal encargado del habla, en las personas que sí sufren tartamudez parece que hay un mayor índice de lateralización en el hemisferio izquierdo.

Según algunos estudios estos factores pueden ser los responsables de que se inicie la tartamudez, pero el mantenimiento de ésta se debe, eminentemente, a factores ambientales o del entorno, así como a factores psicológicos de la propia persona que los sufre. Algunos de estos factores que pueden estar manteniendo la tartamudez son:

  • Ansiedad general de la persona: no quiere decir que todas las personas con tartamudez tengan ansiedad, pero sí es un hecho que predispone a ello.
  • Baja autoestima: que provoca inseguridad y retraimiento social.
  • Excesivas correcciones del habla por parte del entorno: si continuamente se le está indicando lo que hace mal, es muy probable que su inseguridad aumente y cada vez se sienta con menos ganas de hablar y más ansioso ante este hecho.
  • Alto sufrimiento: el hecho de tartamudear provoca en la persona un sufrimiento alto. Factor que, a su vez, funciona como elemento de mantenimiento del tartamudeo.

Si tienes dudas o necesitas ayuda de un terapeuta especializado, puedes contactar con uno de nuestros psicólogos especializados.

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