Las parejas discuten. Las parejas tienen conflictos. Las parejas pasan etapas de mayor acercamiento y también de mayor separación. Es una realidad que no se puede desestimar en tanto que una relación de pareja es, al fin y al cabo, una relación social íntima y, a mayor intimidad y mayor contacto, las discrepancias entre dos individuos se hacen más presentes.
Una discusión, un conflicto o incluso un fuerte bache en la relación no implica, ni mucho menos, el fin de la pareja. En general, las diferencias que surgen entre los dos miembros y la dificultad por aceptarlas o superarlas resultan de una comunicación escasa o incompleta, a veces motivada por una falta de confianza personal, es decir, en uno mismo. Por ello, y ante la dificultad, siempre se puede optar a la terapia de pareja.
Orígenes de la Terapia de Pareja
En la actualidad, la terapia de pareja no es una actividad desconocida. Cada vez es más común y tiene más protagonismo y muchas parejas contemplan esta opción cuando ven que su relación se tambalea. No obstante, la existencia de un tratamiento para mejorar las relaciones se remonta a la década de los veinte del siglo XX.
En 1920, el movimiento eugenésico en Alemania motivó el desarrollo de una consejería matrimonial. Una década más tarde, en los años treinta, se asentaban en Estados Unidos los primeros institutod de consejería matrimonial, promovidos por Paul Popenoe, Robert Latou Dickinson y Abraham y Hannah Stone. El objetivo de estas “consejerías” no era otro que lograr la purificación racial vinculada tanto al antisemitismo alemán como al apartheid americano.
Así pues, la terapia de pareja como un servicio profesional médico y psicoanalítico es un fenómeno más bien reciente. Hasta bien entrados los años cincuenta, la psicología no empieza a tratar los problemas de los individuos en relación al contexto familiar (es decir, el efecto del entorno) y en este sentido también se toma como referencia el contexto de la relación de pareja. Si hasta entonces los “consejeros” solían ser individuos con capacidad de escucha o consejeros religiosos locales, en este momento los profesionales de la psiquiatría y la psicología empiezan a ocupar este terreno.
Composición de una pareja
La principal motivación que lleva a dos individuos a entablar una relación sentimental es el enamoramiento. Es una de las emociones más fuertes que desarrollan los seres humanos y que conlleva un fuerte componente de pasión, afecto, ternura y sexo pero, como se ha dicho, es una emoción. Esto significa que el enamoramiento no es eterno en tanto que las emociones son pasajeras. Por esta razón, siempre se recuerda y especifica que el enamoramiento es el mejor comienzo para una relación pero no el fundamento de su solidez.
“La relación se debe componer de comunicación, intimidad y validación”, matiza el psicólogo José Antonio García, miembro del equipo de Psicoterapeutas.com. La intimidad supone abrirse y contar cosas personales de gran privacidad y ello conlleva la aceptación del otro. Construir la relación también supone compartir más cosas con el otro, así como el tiempo, el cuerpo, el interior e incluso los posibles bienes materiales. El “compartir” se traduce en un compromiso que consolida la relación y significa que ésta se mantendrá pese a los problemas que inevitablemente surjan. García también añade el apoyo como un componente necesario en la relación, ya que garantiza la estabilidad y el crecimiento tanto de la pareja como el de cada individuo.
La llegada del conflicto
Aunque una relación se construya sobre estos componentes básicos, podrá estar más lejos o cerca del conflicto pero nunca fuera de su alcance. Los cambios, tanto positivos como negativo, suelen ser la base de la aparición de un conflicto en tanto que generan una situación de estrés. Éstos, queramos o no, se producen en el transcurso de nuestra vida. Cuando se produce un cambio, se activa una fuente de estrés que exige a la pareja, en su conjunto, “poner en marcha las habilidades de comunicación y resolución de conflictos, además de la motivación para mantenerse juntos y la capacidad de reconocer las debilidades del otros y que el otro las reciba sin castigarlas”, explica el psicólogo.
Estas habilidades implican una gran madurez en la pareja que, en la mayoría de casos, se tarda en construir. Cuando las habilidades comunicativas no tienen suficiente fuerza, pues, estalla el conflicto, cuyas principales áreas son: el poder, la intimidad, la comunicación y la pasión.
Formas de conflictos en las parejas
Cómo la terapia de pareja online es útil en vuestro caso
De entre todos los tipos de terapia posible, una de las más aplicadas para la terapia de pareja es la disciplina cognitivo-conductual. En ellas se refuerza el intercambio de conductas positivas y se entrena a la pareja en las habilidades de comunicación y resolución de problemas. Además, el terapeuta guiará a la pareja a cambiar aspectos detonantes de conflicto, como el patrón de reciprocidad negativa mediante la introducción de conductas positivas en vez de negativas y el cambio en las atribuciones, expectativas e ideas irracionales.
El doctor García añade que este tipo de terapia es la más indicada para mejorar la relación. Distintos estudios apuntan que el 75% de parejas que realizan este tipo de terapia informan de una mejora notoria de la relación.
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