Los estudios ocupan gran parte de nuestras vidas. Por norma general, empezamos a estudiar desde bien pequeños y, en la mayoría de los casos, seguimos haciéndolo pasada la veintena. Bachillerato, universidad, máster, doctorado, oposiciones… Y, cuando empiezas a trabajar, seguir formándote para dar la mejor versión de ti a tu empresa.
¿Qué técnicas de estudio dan mejor resultado?

Si al menos estudiar fuera fácil…
La buena noticia es que puede serlo si usas las técnicas de estudio adecuadas. Cada vez surgen más voces en contra del viejo método de leer y releer para poder memorizar cientos de miles de palabras, una detrás de otra. En su lugar, asistimos a la proliferación de técnicas de estudio alternativas, mucho más llevaderas y, sobre todo, más útiles.
Si batallas para aprender nuevos datos, entonces estás en el lugar indicado. En este artículo te mostraremos qué cambios debes implementar en tu rutina de estudio para poder conseguir más, quizás no en menos tiempo, pero sí con menos estrés.
Elabora tu rutina de estudio con las siguientes técnicas
1- Toma tus propios apuntes (y hazlo a mano)
Quizás te parezca un consejo demasiado obvio, pero no todo el mundo está acostumbrado a tomar apuntes. Es más, desde niños nos acostumbramos a tener siempre nuestros libros de texto a mano e incluso a subrayar el propio libro.
Por desgracia, esa no es la mejor técnica de estudio. Coger tus propios apuntes te ayudará a cribar la información para poder quedarte solo con los puntos más importantes. Esto no solo hará que la carga de estudio sea mucho menor, sino que además te ayudará a familiarizarte con la materia.
Por desgracia, muchos estudiantes llegan a la universidad sin saber tomar apuntes. Para practicar, puedes probar a leer un tema y resumirlo después.
Por si fuera poco, un estudio realizado por la Universidad de Harvard demostró que es mucho más útil tomar apuntes a mano que hacerlo a ordenador. Aunque esta última opción es mucho más rápida, el hecho de escribir cada palabra de forma manual obliga al cerebro a procesar lo que estás escribiendo.
2- Pon a prueba tus conocimientos haciendo ejercicios prácticos
¿Recuerdas cuando estudiabas matemáticas? ¿Cuál era la parte a la que dedicabas más tiempo, a memorizar o a poner en práctica lo aprendido? Pues, al igual que ocurría con las matemáticas, realizar ejercicios prácticos es una de las mejores técnicas de estudio que puedes implementar en tu rutina.
Es cierto que en algunas materias es más difícil poner en práctica lo aprendido que en otras. No obstante, estudiar historia de forma práctica es más sencillo de lo que parece. Tan solo tienes que poner a prueba tus conocimientos a base de tests y exámenes de prueba, que sin duda te ayudarán a estar más preparado (y mucho más relajado) durante el día del examen.

3- Leer, pero no releer
Leyendo y releyendo una y mil veces el mismo texto solo conseguirás fatigar a tu cerebro. Además, aunque utilizando esta técnica algunas personas consiguen resultados a corto plazo, está más que demostrado que es una de las menos efectivas para retener lo aprendido durante un periodo de tiempo prolongado.
En su lugar, prueba a leer cada parte una sola vez y, después, haz que tu cerebro recuerde lo leído. Recitar lo que recuerdas en voz alta, o escribirlo en una hoja de papel te ayudará a retener la información de manera efectiva, pues estarás ejercitando tu memoria en el proceso.
4- Descansar es imprescindible
Atrás quedó el cuento del estudiante modelo sin tiempo para salir ni descansar. Por suerte, cada vez somos más conscientes de la importancia del descanso para evitar problemas como la ansiedad, el estrés y el síndrome de burnout.
El cerebro es un músculo y, como tal, es susceptible a la fatiga. Imagina que te obligasen a correr durante más tiempo del que puedes resistir: al final tus piernas dejarían de funcionar correctamente, ¿no crees? Pues eso mismo le ocurre al cerebro durante las sesiones de estudio eternas.
Para asegurar un estudio lo más efectivo posible puedes seguir el «método pomodoro». Consiste en tener cuatro sesiones de estudio de veinticinco minutos, con un descanso de cinco minutos entre medias. Tras las cuatro sesiones de estudio, podrás disfrutar de un descanso de treinta minutos antes de volver a empezar.
El origen del método Pomodoro: cómo surgió una de las mejores técnicas de estudio
De un tiempo a esta parte, cada vez más estudiantes confían en el método pomodoro. Tanto es así que a día de hoy existen multitud de apps para ayudarte a ponerlo en marcha.
Quizá ya te has fijado en su peculiar nombre. «Pomodoro» es la palabra italiana para referirse al tomate y, aunque no lo parezca, hay una explicación lógica detrás de tan curioso nombre. La técnica se llama así no por el alimento, sino por los tradicionales relojes de cocina con forma de tomate cuya función es medir el tiempo que tarda en prepararse una determinada elaboración.
Como ya has podido imaginar, el método pomodoro es de origen italiano. Esta técnica fue creada por Francesco Cirillo, un estudiante italiano que, en la década de los 80, descubrió que el descanso era crucial para rendir mejor.

5- La importancia de no dejarlo todo para el último día
Algunos estudiantes afirman que trabajan mucho mejor bajo presión. Bajo este pretexto, estudian tan solo un día o dos antes del examen.
Sin embargo, esta costumbre produce estrés y no es tan útil como algunos piensan. Como ya hemos explicado, el cerebro se fatiga si trabaja durante largos periodos de tiempo, por lo que será muy difícil verter el contenido de meses de estudio en una sola tarde.
Lo mejor que puedes hacer es ser organizado. Esto te permitirá planificar cada sesión de estudio con antelación, evitar imprevistos y descansar correctamente mientras estudias.
