Conectar con alguien de forma sentimental, emocional y física es algo maravilloso, pero no hay que olvidar que desarrollar relaciones sanas requiere mucho trabajo.
¿Tienes relaciones sanas? Estos cuentos te harán reflexionar

Para que exista una relación saludable, ya sea de amistad, de pareja o familiar, todas las partes tienen que colaborar. La implicación es fundamental, al igual que el respeto, el cariño y la confianza.
¿Cómo saber si tienes relaciones sanas?
Ninguna relación es perfecta todo el tiempo, todas pasan por sus baches. Pero si por algo se caracterizan las relaciones sanas es porque durante la mayor parte del tiempo las dos personas se sienten bien.
Para que una relación sea sana hace falta mucho más que atracción. Es necesario trabajo y esfuerzo por ambas partes.
Cuando tienes una relación sana, lo primero que haces es quererte a ti mismo. Estar cómodo contigo mismo hará que también lo estés con tu pareja.
La comunicación también es un factor muy importante. Hablar con tu pareja sobre vuestros sentimientos, escucharos y entenderos es una señal de que estáis yendo por el camino correcto.
La sinceridad es otra de las características que marcan la diferencia entre una relación sana y una relación tóxica. Cuando eres sincero con lo que haces, dices y piensas la otra persona sentirá confianza en ti. Mentir a la persona que quieres no solo te hace mal a ti mismo, sino que dañas a la otra persona.
¿Quién dice que para tener una buena relación hay que estar todo el día juntos? Permítete tener tu espacio y respeta el de tu pareja. Es bueno que cada uno tenga sus gustos, sus aficiones y sus propios amigos con los que pasar tiempo. Estar todo el tiempo pegados el uno al otro puede traer mas problemas que beneficios.
A veces es normal que las parejas tengan sus diferencias. Es completamente normal porque cada persona piensa y opina cosas distintas. Por eso, es necesario que las dos partes acepten que no están de acuerdo y que no tienen por qué estarlo siempre. Lo que importa es aprender a respetar las opiniones del otro.
Otro de los grandes consejos para tener una relación saludable es aprender a perdonar y pedir perdón. Como seres humanos que somos, cometemos errores. Debido a ello tienes que estar dispuesto a pedir perdón por tus fallos y aceptar las disculpas de tu pareja.
Aquí entran en juego dos pilares fundamentales: el respeto y el apoyo. Cuando fallas te gusta que tu pareja este ahí para levantarte y decirte que todo va a salir bien. También ocurre cuando pasa lo contrario, si tu pareja hace algo de lo que sentirse orgulloso, díselo.
El sexo y la comunicación sobre el mismo es otro de los grandes factores que mantienen el motor de una relación. La confianza es esencial, por eso es necesario que hables con tu pareja de forma abierta sobre lo que te gusta y lo que no. Nunca presiones a tu pareja a hacer algo que no quiere y no permitas que a ti te lo haga sin consentimiento. Además, tenéis que hablar sobre vuestra salud sexual y ser sinceros en todo momento sobre lo que queréis cada uno.
Cuentos con los que analizar si tienes relaciones sanas
A veces no es suficiente con una serie de consejos para que entendamos qué es una relación sana. A través de los cuentos podemos aprender mucho ya que siempre nos dejan una moraleja con la que podemos reflexionar.
Te dejamos el cuento titulado “La tostada quemada”, a partir del cuál podrás reflexionar sobre lo que de verdad es una buena relación:
«Una mañana, al ir a desayunar, mi mamá puso un plato de tostadas demasiado quemadas en el centro de la mesa. Mientras esperaba que alguien lo notara y dijese algo, mi papá tomó una tostada, sonrió a mi madre y me preguntó por cómo me iba en la escuela.
No sé lo que le contesté, pero si recuerdo verle untando mantequilla y mermelada a la tostada y comérsela toda. Al levantarme de la mesa, escuché a mi madre pedir disculpas a mi padre por esas tostadas tan quemadas. Nunca voy a olvidar lo que le contestó: “Cariño, no te preocupes. De vez en cuando me gusta una tostada bien quemada para desayunar”.

Más tarde, al ir a despedirme de mi padre para ir a la escuela, le pregunté si era cierto que le gustaban las tostadas bien quemadas. Él me abrazó y me dijo lo siguiente: “Hijo, tu mamá va a tener un día muy duro hoy en el trabajo. Está cansada y te aseguro que un poco de pan quemado no le hace daño a nadie. La vida está llena de cosas y gente imperfectas. Aprender a aceptar los defectos e incluso decidir celebrar las diferencias de los demás es una de las cosas más importantes para crear una relación sana y duradera. Una tostada quemada no debe romper un corazón”».
Este cuento trata acerca de dos pilares fundamentales en cualquier relación: la comprensión y la tolerancia. Si queremos tener relaciones sanas debemos ser siempre lo más amables posible y entender que la otra persona puede estar pasando por un mal momento. Todos tenemos problemas y a todos nos gusta sentirnos comprendidos.
La felicidad en una relación no consiste en seguir un camino recto. Siempre habrá curvas y baches que dificulten las cosas. Pero también existe la capacidad de superarlas juntos o con la ayuda de la familia y los amigos. Y, sobre todo, con paciencia y la decisión de querer con todo, virtudes y defectos.
Si te ves incapaz de desarrollar relaciones sanas, quizás sea el momento de ponerse en manos de un psicólogo online.

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Pedir cita¿Qué pasa si tengo una relación tóxica?
Si crees que tu relación no se basa en el respeto, la paciencia, la tolerancia o la confianza quizás estés inmerso en una relación tóxica. A veces lo que creemos que son relaciones sanas, son todo lo contrario. Hay una serie de señales que también nos indican si estamos inmersos en una relación tóxica:
- Cuando dudas de tu pareja. A veces no tenemos claro si es la persona que estábamos buscando. En muchas ocasiones pasa el tiempo y esperamos a que la persona cambie para que sea como queremos. Esto no va a ocurrir porque cada persona es como es, así que si no estas a gusto con alguien lo mejor que puedes hacer es irte.
- Cuando dejas de ser tú. Esto ocurre cuando nos vemos presionados por la otra persona y empezamos a comportarnos como ésta quiere. Cambiamos completamente por ésta. Jamás permitas algo así, si alguien te quiere ha de hacerlo con tus más y con tus menos.
- Cuando no te deja crecer. Hay personas que en vez de hacerte sentir grande y feliz te empequeñecen. No te dejan crecer como persona y no te hacen feliz, pasas más tiempo llorando y discutiendo que disfrutando. En las relaciones sanas esto es impensable.
- Cuando tu pareja te quiere solo para él/ella. No te deja pasar tiempo con tus amigos, tu familia o hacer actividades sola. Si cuando lo haces te chantajea emocionalmente está claro que es una persona tóxica.
- Cuando tu relación es de dependencia. Cuando tu felicidad depende de la de otra persona hay un problema. Esta situación se puede manifestar a través de comentarios como “si me dejas me muero” o “si esto se acaba no sé que va a ser de mi”.
Estas son algunas de las señales que pueden indicarnos que nuestra relación está mas bien podrida. Sin embargo, al diferencia que en el caso de las relaciones sanas, podemos estar cegados y no ver más allá.
Al igual que en el caso anterior, los cuentos pueden ayudarte a ver tu situación desde fuera y entender lo que está ocurriendo. En este caso, el cuento sobre las relaciones tóxicas se titula “Cris y Marcelo”:
«A Cristina no le apetecía nada ir a ese cumpleaños, pero por no dejar sola a Bea, se arregló y quedó con ella en la puerta del local. Enseguida vieron a lo lejos a Rafa, el chico que a su amiga le gustaba y se acercaron a saludarlo.
– ¡Hola, chicas! Os presento a Marcelo – dijo antes de que ellas pudieran hablar.
Marcelo se volvió con un refresco en la mano. Vestía una camisa blanca y un vaquero. Cuando Cris lo miró sintió algo que no supo explicar. El recién llegado le gustó desde el minuto uno. Era moreno, con hoyuelos en la cara, ojos azules, y parecía muy simpático.
Cristina y Marcelo se sintieron muy a gusto uno lado del otro.
– ¡Marcelo te gusta! – le dijo Bea un momento que se quedaron a solas.
La risa nerviosa de Cris la delató.
A la semana ya salían juntos. Marcelo iba casi todos los días a buscar a Cristina a la salida del instituto. Cuando Cristina lo veía a lo lejos sentía que el estómago se le encogía y su corazón latía más fuerte.
– ¡Estás enamorada! – le dijo Bea riendo semanas más tarde.
Ese fin de semana habían quedado, las dos parejas, para ir a bailar a una discoteca que estaba al aire libre. Cristina se puso una minifalda marrón que le favorecía mucho y una camiseta ajustada. Se miró en el espejo y se vio muy guapa. Seguro que a Marcelo le gustará, pensó. Cogió su bolso y bajó al portal. Marcelo la miró de arriba abajo. No dijo lo que Cristina esperaba.
– ¡No pensarás salir así! – exclamó.
Cristina se quedó desconcertada. El tono de voz de Marcelo la asustó un poco.
– ¿Así? ¿A qué te refieres? – dijo.
– ¡Con esa falda vas enseñando las bragas! Si quieres que vaya contigo subes a cambiarte de ropa – le dijo él muy serio.
Cris se quedó petrificada y lo miró durante unos segundos. Subió a casa, muy nerviosa, y bajó de nuevo con un vaquero. La tarde transcurrió normal y ninguno de los dos volvió a comentar el incidente.
-¿No me habías dicho que te ibas a poner la minifalda marrón? – le preguntó Bea al llegar, pero Cristina no contestó.
Cuando Marcelo la acompañó a casa, la besó suavemente en los labios y le dijo por primera vez que la quería. Cristina esa noche, confundida, tardó en conciliar el sueño recordando lo sucedido.
A las dos semanas Cristina celebró en casa su diecisiete cumpleaños; estaba pletórica. Entre todos los regalos que recibió había una barra de labios, de un color intenso, y un pantalón ajustado que resaltaba su figura. Cristina se pintó los labios contenta y salió con el pantalón puesto.

– ¿Qué tal me sienta? – le dijo a Bea y a sus amigos sacando el morro divertida posando como si fuera una modelo. Los chicos y chicas al verla empezaron a aplaudir y a lanzar silbidos de admiración.
Cuando se volvió, al ver la cara de Marcelo, supo que algo no le había gustado.
– ¡Pareces una cualquiera vestida y pintada así! ¿Te gusta provocar? – le dijo más tarde el chico agarrándola por el brazo con fuerza, llevándola a un rincón para seguir increpándola.
Cris se quedó helada; tan fría como la mirada de Marcelo. Entró en casa, llorosa, se quitó la pintura de los labios y se cambió de ropa. Marcelo había arruinado el día de su cumpleaños. Cuando se despidieron, como si no hubiera ocurrido nada, él se acercó a besarla y le dijo cuánto la quería. Cristina apartó la cara y no le contestó.
– ¿Te pasa algo? – preguntó Bea al día siguiente al verla tan ausente. Cristina abrió su corazón y contó a su amiga lo que había pasado.
– ¡No dejes que te domine! ¿Quién se ha creído que es para tratarte así? La próxima vez no le hagas caso – le dijo muy enfadada Bea.
Cuando llegó Marcelo a recogerla Cristina entró en el coche.
– ¿Qué te ocurre? ¡Ven que te quito ese enfado, preciosa! – le dijo abalanzándose sobre ella intentando besarla.
– ¿Qué haces? – gritó ella apartándolo de un empujón.
Él se quedó mirándola desconcertado.
– ¡No quiero que me trates así! – le dijo manteniendo la mirada.
– ¿Cómo? – le dijo él cambiando la expresión de la cara.
– Tú no decides cómo visto o cómo me pinto. Si no te gusto así, ya sabes lo que tienes que hacer – le dijo agitada.
Marcelo hizo una mueca de desprecio.
– ¡Has hablado con tu amiga Beíta! ¿Verdad? El otro día os vi cuchichear. Esa chica no te hace ningún bien. Más vale que dejaras de verla.
Cristina no podía creer lo que estaba escuchando. Se volvió a mirarlo y muy serena dijo:
– ¡Olvídame!
Y salió del coche dando un portazo. Nunca más volvió a ver a Marcelo».
Si estas en una situación así, pero, a diferencia de Cristina no eres capaz de salir de ahí, pide ayuda. Confía en tu alrededor, en tus amigos y tu familia, ya que solo quieren lo mejor para ti.
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