La vergüenza ajena es un sentimiento curioso que se produce cuando percibimos que otra persona está haciendo el ridículo. La Real Academia Española define la vergüenza como una «turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante».
Sentir vergüenza ajena podría ser perjudicial para la autoestima

Pero, cuando hablamos de vergüenza ajena, no son nuestros propios actos los que nos torturan. Es la certeza de que alguien más está quedando en evidencia la que nos hace sentir mal. Y, sin embargo, la sensación es tan vívida que, en ocasiones, hasta puede provocar reacciones fisiológicas, como ese lagrimeo tan propio del ridículo.
Se trata de un sentimiento presente en nuestro día a día, incluso más de lo que desearíamos. No obstante, es difícil comprender por qué sentimos con tanta intensidad una vergüenza que, a veces, ni siquiera afecta a quien está provocando nuestro bochorno.
¿Cuál es la causa de la vergüenza ajena?
- Causas biológicas
Muchos afirman que la vergüenza ajena, lejos de ser un sentimiento universal, es cultural. Es más, en muchas lenguas ni siquiera hay un término capaz de definir esta extraña sensación.
Pero podemos ir más allá y afirmar que es un sentimiento completamente personal. Sin embargo, en la vergüenza ajena entra en juego un sentimiento que es común a todos los seres humanos: la empatía.
Un estudio realizado por la Universidad de Marburgo, en Alemania, investigó los entresijos de esta sensación. Según los autores, «la vergüenza en una reacción a una violación de la etiqueta social que pone en peligro nuestra imagen pública».
Por su parte, cuando otros provocan el sentimiento de vergüenza este surge «incluso sin ninguna conexión entre el observador y el protagonista y sin que el observador tenga responsabilidad sobre el comportamiento del protagonista».
Además, los investigadores descubrieron que este sentimiento estaba relacionado con la empatía. Tanto era así que ambas ponen a funcionar las mismas zonas del cerebro.

- Causas personales
Cada persona experimenta este tipo de vergüenza de manera diferente y personal.
Es más, los expertos consideran que el número de situaciones que hacen experimentar a una persona vergüenza ajena varían en base a sus creencias y vivencias.
Si eres una persona extremadamente pudorosa, que siempre guarda las formas por temor a hacer el ridículo, lo más probable es que haya muchas situaciones en las que hipotéticamente sentirías vergüenza.
Por eso, cuando otras personas se ponen a sí mismas en una posición que a ti te haría sentir incómoda, experimentas esa oleada de rechazo al imaginar cómo te sentirías en su situación. Y, cuanto más reducido sea el rango de experiencias que te hagan sentir segura, más experimentarás esta desagradable sensación.
Por el contrario, para una persona despreocupada y con menos tendencia a analizar lo que está socialmente aceptado y lo que no, lo que hagan el resto rara vez le hará sentirse incómodo si no le atañe personalmente.

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Pedir citaLa relación entre la vergüenza ajena y la autoestima
Es común que, tras la vergüenza ajena, se esconda un burdo intento por proteger nuestra autoestima. De manera inconsciente, llegamos a la conclusión que, si identificamos las situaciones en las que otros se ponen en ridículo, podremos evitarlas para nosotros mismos.
Al fin y al cabo, la vergüenza ajena no es muy diferente a la vergüenza propiamente dicha.
A aquellas personas que tienden a sentirse avergonzadas de sí mismas les cuesta sentir que son suficientes. El miedo a que el resto les perciben como se perciben a sí mismas les lleva a cuidar en exceso sus actos, para así evitar ponerse en ridículo y cuidar su imagen externa.
La vergüenza no es más que la respuesta a lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida. A medida que nos desenvolvemos en la sociedad, descubrimos que hay determinadas cosas que están bien vistas y determinadas cosas que no lo están.
De esta manera, para evitar ser juzgados, desarrollamos este sentimiento, que nos hace sentir incómodos cuando percibimos que nuestra imagen está en peligro.
Pero la vergüenza excesiva, ya sea ajena o propia, puede llegar a ser incapacitante y peligrosa. Es más, puede ser la señal de que nuestra autoestima está dañada hasta límites insospechados.
Una persona con una buena autoestima no deja que lo que piensan los demás le afecte, porque es perfectamente consciente de sus cualidades y sus defectos y sabe que estos últimos no le definen. Acudir a terapia online puede ayudarte a sanar tu autoestima y así evitar que la vergüenza ajena se apodere de tu día a día.

Trucos para superar la incomodidad
- Entiende que tu punto de vista no es el único. La vergüenza es un sentimiento personal que cada uno experimenta a su manera. Las cosas que te incomodan a ti no son las que incomodan al resto. Sin embargo, es el miedo a que otros juzguen determinados actos lo que provoca la vergüenza. Por eso, cuando experimentes vergüenza ajena, trata de conocer cuál es la percepción de aquellos que te rodean. De este modo verás que una misma situación puede interpretarse de mil maneras distintas y que es absurdo asumir lo que van a pensar los demás.
- Tómate la vida con humor. Las situaciones ridículas que nos atormentan y nos persiguen a lo largo de los años viven durante un tiempo limitado en las mentes del resto. Nadie recuerda ya aquella vez que te caíste por las escaleras del colegio. Por eso, te animamos a que te tomes la vida menos en serio y le des a cada situación el valor que se merece. Nadie va a cambiar su imagen de ti porque lleves la camisa arrugada.
- Haz aquello que te da vergüenza. Empujar tus propios límites te permitirá probar experiencias que quizás disfrutarías de no ser por el miedo. Hazlo y comprobarás que a poca gente le importa lo que haces tanto como piensas.
En Siquia somos expertos en terapia online desde el año 2012. Nuestro equipo de psicólogos online puede ayudarte a superar el sentimiento de vergüenza y a sanar tu autoestima desde la seguridad de tu casa.
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