Psicólogos online

La vejez ha sido construida desde el modelo médico como una etapa de deterioro y declive, como herencia de esta mirada, la psicología se ha preocupado mucho más de los problemas de las personas mayores que de potenciar su bienestar.

“La visión esterotipada de lo que acontece durante la vejez nos presenta un panorama sombrío en el que -paralelamente a lo que ocurre físicamente- según avanza la edad lo que necesariamente se produce son cambios negativos, es decir, deterioro y decrepitud en todos los planos del psiquismo humano. Estos clichés son extraordinariamente importantes, no solo porque implican falsas creencias, sino porque tiene efectos perversos en las personas”.

La vejez conlleva una serie de situaciones de cambio y perdida, sin embargo los estudios prueban que “no existe influencia de la edad en la expresión verbal de la experiencia de la felicidad”. Esta es la llamada “paradoja de la felicidad”, ¿cómo es posible que la edad no influya en la felicidad cuando la vejez esta asociada a eventos vitales negativos como el deterioro biológico?

Los estudios concluyen que “Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad y frecuencia que en la juventud. Hay evidencias de que la la experiencia emocional negativa se da en menor frecuencia a partir de los 60 años. La conclusión de la mayor parte de autores que investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor complejidad y riqueza emocional. En otras palabras, que en la vejez se incrementa el manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una mayor “madurez” afectiva.”,“En definitiva, si en el mundo cognitivo ocurren cambios negativos debidos a la edad, en el mundo afectivo parecen ocurrir cambios positivos esencialmente ligados a un declive de la emocionalidad negativa que algunos autores han conceptualizado como una mejor integración o elaboración emocional” (La psicología de la vejez,Rocío Fernández-Ballesteros).

En la vejez tememos una mejor gestión emocional, más “capacidad para ser felices”, y pese a las pérdidas objetivas que esta etapa conlleva, (deterioro físico, perdida de lugar social, abandono de la faceta laboral, etc.), los “indices de felicidad” son similares a los de las personas jóvenes.

Parece que la valoración sobre nuestra capacidad para ser felices en la madurez y los elementos que influyen en esa felicidad, están distorsionados por una mirada que invalida el envejecimiento como una etapa valida y satisfactoria de la vida. Los datos muestran que las personas de la tercera edad regulan mejor sus emociones.

Los estudios (James J. Gross ,Universidad de Stanford, y Heather L. Urry, Universidad Tufts) argumentan que desarrollamos mejores habilidades para regular las emociones a medida que envejecemos y con la edad prestamos más atención a la información positiva que a la información negativa, esto mejora el estado anímico. Otros estudios sugieren que las personas mayores son mejores para predecir cómo les hará sentir una determinada situación, la experiencia les sirve de guía, esto  les da mejores oportunidades para seleccionar las situaciones y experiencias que mejor estado anímico les causen y al mismo tiempo evitar las que les resulten negativas o insatisfactorias.

Es innegable que en la vejez se producen cambios biológicos notables que afectan a nuestra vivencia y comportamiento. Existe un proceso de deterioro de la eficacia de los sistemas biológicos, como nos muestran las evidencias medicas, pero es necesario recordar que en el caso del ser humano, el “comportamiento psicológico” (como la motivación, las emociones, la ilusión…) explica mucho más el bienestar/malestar del individuo que ningún otro factor biológico o incluso social.

Algunas notas sobre la evolución de las funciones cognitivas

– Es una realidad que durante el proceso de envejecimiento se produce un enlentecimiento y una menor eficiencia del funcionamiento cognitivo. Tardamos más en responder a los estímulos sobretodo cuando requiere de especial atención para recibir y procesar la información. Sin embargo no olvidemos que esos cambios en las primeras fases del procesamiento ocurren desde muy temprano en la vida, no son exclusivas de la vejez. La memoria de trabajo o memoria operativa es la que sufre más cambios y existen recursos para su mejora: Estar motivado, ejercitar la memoria, ejercitar al atención, estar activo, repetir, etc.

– La inteligencia biológica o fluida, (la velocidad perceptiva, la fluidez verbal, el razonamiento o la aptitud espacial,) se desarrolla muy temprano e inicia su deterioro a partir de los 30 años, sin embargo, la inteligencia cultural o cristalizada, (aptitudes de información, comprensión, vocabulario, etc.,) se mantiene constante  y hasta puede ser incrementada en edades avanzadas.

–Las personas mayores tienen una forma especial de resolver los problemas que se puede relacionar con un concepto como la “sabiduría”. Un conjunto de conocimientos de experto en la pragmática  y experiencia de la vida que se da con mayor probabilidad en la vejez.

El modelo “SOC” (Baltes, 1990) explica cómo las personas nos podemos adaptar satisfactoriamente a la vejez, y “envejecer con éxito”, a través de tres mecanismos adaptativos:

  • Selección: Todos elegimos pareja, profesión, amigos, actividades de ocio, … También las personas mayores eligen sus actividades y decisiones vitales en función a sus circunstancias, criterios personales, salud, entorno, …
  • Optimización: Intentar mantener el mejor desarrollo de nuestras capacidades es un objetivo importante en toda nuestra vida pero especialmente en la etapa de la vejez, es importante mantener un tono optimo de actividad física, intelectual, cultural, sexual, etc.
  • Compensación: Este es un mecanismo general en el ser humano cuando alguna de nuestras capacidades se ve afectada la compensamos, (si no veo bien me pongo gafas), esto nos permite optimizar nuestra funcionalidad. En la vejez, por el deterioro físico, es más frecuente precisar de compensaciones para el desarrollo de las actividades de la vida cotidiana. Esta compensación en edades avanzadas, además de los medios técnicos de apoyo, (gafas, muletas, tomar notas, etc.) se suele ver abrillantada por la experiencia y el conocimiento pragmático de la vida, que tradicionalmente se ha llamado “sabiduría”.

En la vejez tenemos mayor “madurez emocional” por eso es una etapa de la vida en la que tenemos más capacidad para disfrutar y ser felices. Es frecuente haber desarrollado lo que se conoce como “sabiduría” vital, un conocimiento pragmático de la vida, que nos permite una mejor gestión de nuestra realidad.

Además tenemos la posibilidad de adaptarnos satisfactoriamente a los cambios que esta etapa implica, defendiendo nuestro derecho, capacidad y responsabilidad para elegir y decidir (Selección), para ponernos retos y mantenernos activos en todas las facetas de la vida (Optimización) y para buscar las ayudas, apoyos o medios necesarios para mantener al máximo nuestra funcionalidad (Compensación). Esto nos permite una vivencia satisfactoria de la vejez.

El ser humano es social y gregario, precisa de sus congéneres en buena parte de su trayecto vital, no solo en la vejez. El individualismo actual nos hace mirar la independencia y la autonomía como máximos valores, pero es cierto que no son naturales en el ser humano y que en la mayor parte de nuestro proceso evolutivo necesitamos del apoyo familiar y social para un desarrollo sano.

Es importante hablar en positivo, ocuparse de optimizar nuestro bienestar al envejecer y abandonar la tendencia a patologizar una etapa de la vida tan valida, digna y legitima como el resto.

Hay que repetir juntos los conceptos de vejez y felicidad, vejez y satisfacción…

Rompamos los clichés sobre el envejecimiento, porque no son reales.