Sesgos cognitivos: qué son, tipos y cómo funcionan

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La forma en la que percibimos la realidad y lo que ocurre en nuestro entorno juegan un papel fundamental en nuestra forma de comportarnos y actuar.

Los sesgos cognitivos son un claro ejemplo de cómo nuestros pensamientos toman caminos insospechados. A veces, provocan que lleguemos incluso a huir de la racionalidad y a distorsionar la realidad.

¿Qué son los sesgos cognitivos?

Los sesgos cognitivos son predisposiciones psicológicas que nos hacen llegar a unas determinadas conclusiones de manera automática.

También son conocidos como prejuicios cognitivos y causan una alteración en el procesamiento de la información captada por nuestros sentidos. Esto genera juicios errados, interpretaciones incoherentes o una distorsión de la realidad, como ya hemos comentado.

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Pero, ¿por qué existen los sesgos cognitivos si son completamente irracionales?

El cerebro humano no ha evolucionado para que podamos usar la razón constantemente, sino para que seamos capaces de sobrevivir. Por esa razón en muchas ocasiones es más útil y eficaz actuar rápidamente incluso sin tener razón, que no reaccionar hasta estar seguros de que lo que se nos ha ocurrido es razonable.

Lo cierto es que gracias a los sesgos cognitivos somos capaces de tomar decisiones rápidas, sin la necesidad de recurrir a la racionalidad.

El origen de los sesgos cognitivos

El fenómeno de los sesgos cognitivos surge por la necesidad imperante de que el ser humano pueda emitir juicios inmediatos ante determinados problemas o situaciones que resultarían imposibles de procesar por su complejidad.

Aunque los sesgos cognitivos pueden llevarnos a equivocaciones, en ciertas situaciones nos permiten decidir rápido y tomar decisiones de forma intuitiva.

Pero, ¿cuándo empieza a hablarse de sesgos cognitivos?

Fue en el año 1972 cuando Daniel Kahneman se percató de la dificultad que tienen muchas personas para razonar de forma intuitiva con dimensiones grandes.

A raíz de este descubrimiento y con el paso de los años, Kahneman junto a otros investigadores, fueron demostrando la existencia de una serie de escenarios en los que las decisiones no se basaban en lo previsible según la teoría de la racionalidad.

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Ejemplos de sesgos cognitivos

A continuación te explicamos varios ejemplos de sesgos cognitivos que han sido descubiertos a través de investigaciones de psicología y ciencias cognitivas:

Aversión a la pérdida

Este sesgo cognitivo es uno de los que más afecta al comportamiento humano. Se basa en el hecho de dar más importancia a la posibilidad de perder algo que a la posibilidad de ganar algo con el mismo valor.

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Es decir, la idea de perder algo tiene más importancia para el ser humano que la idea de ganar, aún cuando ambas opciones tienen las mismas probabilidades de ocurrir y supone que se sume o se reste algo con el mismo valor.

Efecto Forer

Nos referimos a la tendencia a sentirnos identificados con una serie de descripciones ambiguas que en realidad encajan con la personalidad y forma de ser de cualquier persona.

Sesgo de riesgo cero

Este sesgo cognitivo se refiere a la tendencia que tenemos a priorizar y preferir reducir un pequeño riesgo en vez de eliminar aquellos riesgos que tienen más probabilidad de ocurrir.

Efecto halo

Consiste en la tendencia a valorar positivamente las características y acciones de aquellas personas que hemos valorado de forma positiva en otras ocasiones.

Ocurre por ejemplo con la belleza.

Sesgo del punto ciego

Se basa en la tendencia a asumir que los demás son más vulnerables a los sesgos cognitivos que nosotros.

¿Podemos eliminar los sesgos?

Lo cierto es que no podemos eliminar por completo los sesgos de nuestra vida, ya que estos están ahí por el funcionamiento de nuestro cerebro.

Aunque debemos destacar que sí se ha demostrado que estar informado sobre la existencia de estos sesgos cognitivos y tener presente cómo se manifiestan, pueden volvernos un poco más inmunes a ellos.

Imagen de Amor Martínez
Sobre Amor Martínez Amor Martínez tiene 20 años y es Licenciada en periodismo por la Universidad de Valladolid. Le encanta escribir y es una apasionada de la música, el arte y la psicología.
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