Estamos a punto de acabar el año 2018, y hacemos recuento de un año que se va, con sus cosas buenas y no tan buenas… Nos disponemos a acoger al Nuevo Año deseando que sea mejor o, al menos, igual de bien.
¿Lo hemos hecho bien?
A principios de este año escribía un artículo acerca de cómo fijarse objetivos realistas. Explicaba que estos tenían que ser SMART: específicos, medibles, concertados, realistas y planeados por etapas.
Por tanto, si lo hemos hecho bien hasta ahora, habremos cumplido todos aquellos objetivos que nos han llevado a conseguir las metas para un plazo de tres y seis meses, es decir, corto y medio plazo. Asimismo, deberíamos estar a punto de cumplir las del primer año.
De cualquier manera, si no hemos conseguido algunas de las metas no debemos ni desmotivamos ni desistir. La vida consiste en caer siete veces pero en levantarse ocho y suele ocurrir que no se puedan cumplir todos los objetivos.
Síndrome de la Buena Esperanza y Año Nuevo
Estudios realizados en USA en la Universidad de Stanford en el año 2017 demostraron que más del 40% de los ciudadanos que formulaban propósitos de Año Nuevo, ya fuera hacer dieta o aprender otro idioma, los acababan olvidando durante las primeras semanas de enero.
Paralelamente, en Europa, el Dr Wiseman de la Universidad de Hertfordshire quiso comprobar cómo se comprometen los británicos con los mismos propósitos, descubriendo que sólo el 12% consiguió los objetivos propuestos, especialmente, en el caso de los varones. ¿Cuál es el problema? Básicamente, que al estrenar un nuevo calendario, nos sumergimos en el “síndrome de la buena esperanza”.
Nos entusiasmamos con una meta y sus objetivos respectivos pero, en realidad, ni nosotros mismos nos creemos que vayamos a realizar estos cambios. Por ejemplo, si nos hemos propuesto a partir de enero salir antes del trabajo y tener más tiempo para la familia, empezaremos con fuerzas pero, en cuanto la carga de trabajo aumente y creamos que tenemos menos del 50% de las posibilidades de conseguir la meta, dejaremos de dedicarle esfuerzos.
De la misma manera, existen otros condicionantes. Entre ellos está la propia rutina, nuestros hábitos. Si cada día nuestra jornada se alarga hasta las 21 h, va a ser difícil decirle a nuestra mente que cambie su foco a las 19 h. Según los neuropsicólogos, ¿qué resulta más fácil para el cerebro? Volver a la rutina. Mantener los hábitos y olvidarse de modificar horarios, que si calidad de vida, si parecerse a nuestros colegas europeos, si más tiempo con la familia, si poder ir al gimnasio, si realizar actividades agradables y un larguísimo etcétera.
Si ha llegado a este punto valoras que ni tan sólo es necesario proponerse nada ya que no se va a cumplir…estás muy equivocado. Como ya he dicho, los propósitos deben basarse en unos objetivos SMART.
Debemos tener en cuenta si queremos cumplirlos o lo hacemos por la influencia de la mayoría, es posible que tengamos pocas posibilidades de alcanzarlo. Debemos evitar la tentación. Si nuestro objetivo es adelgazar, no es precisamente adecuado pararse a comprar un gran trozo de pastel. Aunque te arremetan los remordimientos y hasta llegar a casa, estés pensando que no te lo vas a comer, lo cierto es que será difícil que no consigas abrir lentamente el paquetito, probar un poquito, hasta llegar a comerte todo el dulce.
Pero no hay que desanimarse nunca aunque existen más “enemigos”: la procranistación, la autoculpabilización o las actitudes negativas frente a las dificultades del próximo año porque, haberlas, habrá, como cada año y las podemos intentar superar con la mejor de las actitudes, haciéndonos y haciéndoles la vida más fácil a la gente de nuestro entorno pero que sólo así nos permitirán remontar, sin hundirnos por cada uno de los posibles avatares – pequeños, medios o grandes – que pueda presentar el próximo año. Porque el buen humor se contagia y , con él, podemos cambiar la pequeña parcela de mundo que nos ha tocado vivir.
Pautas para planear propósitos de Año Nuevo
- Tiempo para pensar. Es necesario que tengas el suficiente tiempo para analizar los cambios que deseas realizar tú mismo en tu vida para el año próximo. Piensa que la motivación es intrínseca, está dentro de ti y tienes que ejercitarla.
- Objetivos alcanzables, realistas y medibles. Para no decaer en el logro del objetivo, es importante que éste sea realista. De lo contrario, podemos caer en la frustración.
- Especificidad y coherencia. Para evitar la procranistración, hemos de lograr que todas las tareas que forman cada objetivo sean medibles. Si lo que queremos es hacer ejercicio, el próposito se debería especificar como “hacer ejercicio tres veces a la semana”, por ejemplo.
- Recuerda que todos tenemos límites. Evita estresarte más allá de lo necesario. Piensa en alguna cosa que te pueda motivar y, después felicitarte por lo que hayas conseguido. Tu entorno puede ayudarte apoyándote en los objetivos.
- Si fallas, vuelve a intentarlo. Una de las causas principales por las que la lista de propósitos de Nochevieja no se llega a cumplir es, básicamente, porque nos la acabamos olvidando en la misma mesa donde, apresuradamente, la confeccionamos. Es probable que no nos volvamos a acordar de dicha lista hasta la siguiente Nochevieja.
Revisa temporalmente cómo avanzas. Para ello marca metas a corto y a medio plazo
Establece un tiempo para cumplir cada uno de los objetivos, revisando su cumplimiento a lo largo de los meses y yendo progresivamente de objetivos menores a mayores.
- Es necesario querer cambiar. Punto imprescindible. No basta con aspirar a una vida mejor, hay que desear llegar a ella. Y eso supone esfuerzos. Igual que los que hacemos cuando queremos hacer ejercicio o dejar de fumar.
- Piensa en tu meta mayor para el año próximo. No pienses que la vas a conseguir con los primeros objetivos. Pero tampoco se trata de ello. ¿Qué harías el resto de tu vida si, en un corto espacio de tiempo ya hubieras conseguido todo lo que soñabas? La vida pierde emoción, tú pierdes motivación y eso se convierte en toda una caída libre. Lo importante es tener esa meta final fijada para saber cómo nos tenemos que dosificar, centrar, qué plan establecer…
Por mucho que pienses, no pierdas la ocasión de actuar, en este año que ya llega. Por cierto, ¡muy feliz 2019!