Desde mediados del siglo pasado la mujer se ha ido incorporando al mundo laboral. Al mismo tiempo, ha ido ganando una serie de derechos que han ayudado a equilibrar paulatinamente su posición respecto a la del hombre. Sin embargo, estamos lejos de la igualdad real. A menudo, esta desigualdad se traduce en una sobrecarga mental que puede llevar al desarrollo de problemas como el síndrome de la mujer agotada.
¿Qué es el síndrome de la mujer agotada?


Qué es (y qué no es) el síndrome de la mujer agotada
Cuando hablamos del síndrome de la mujer agotada nos referimos a un estado de tensión y sobrecarga mental que experimentan las mujeres cuando intentan dar respuesta a las exigencias del entorno.
Su origen comienza con la incorporación de la mujer al mundo laboral. Este hito, que supuso un importante avance en materia de derechos de la mujer, también tuvo su lado negativo. Las mujeres alcanzaron una mayor independencia al poder desarrollarse profesionalmente y percibir sus propios ingresos, sí, pero siguieron encargándose de las tareas del hogar.
A partir de ese momento ya no tuvieron que lidiar solo con la carga mental que suponía tener que estructurar la vida familiar, cuidar de la familia y manejar la economía del hogar. Además, tuvieron que empezar a hacerle frente al estrés derivado de sus puestos de trabajo.
Y, mientras que su trabajo en el hogar no se tenía en cuenta, porque se daba por hecho que tenían que hacerlo ellas, a sus logros profesionales rara vez se les daba la misma importancia que a los de los hombros.
Esto ha provocado que generaciones y generaciones de mujeres se embarcasen en una búsqueda de la excelencia constante que les ha llevado a desarrollar problemas como ansiedad, depresión o agotamiento mental.
A día de hoy la situación parece estar mejorando: cada vez se tienen más en cuenta los logros de las mujeres en el ámbito profesional y cada vez hay más hogares donde el reparto de tareas se realiza de manera equitativa.
No obstante, el síndrome de la mujer agotada sigue siendo un problema muy común.
Síntomas del síndrome de la mujer agotada
El síndrome de la mujer agotada afecta tanto a nivel mental como a nivel físico. Los síntomas más frecuentes son:
- Cansancio constante, especialmente a nivel mental.
- Desánimo e irritabilidad.
- Grandes cantidades de estrés.
- Olvidos frecuentes.
- Falta de aire y opresión en el pecho.
- Apatía.
- Frustración.
- Dolores estomacales y dolor de cabeza.
- Alteraciones en el ciclo menstrual.
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Pedir citaConsecuencias para la vida de las mujeres
- Ansias de perfeccionismo.
- Ausencia de tiempo para el ocio y el descanso.
- Desarrollo de problemas derivados del estrés, como enfermedades cutáneas.
- Sobrecarga de obligaciones.
- Pérdida de interés en las actividades que antes disfrutaban.
- Ausencia de deseo sexual.
La carga mental en el hogar, en datos
El concepto del síndrome de la mujer agotada surge de otro desarrollado en el ámbito laboral: la carga mental.
La carga mental es la tensión provocada por el esfuerzo mental y emocional que se realiza para alcanzar un objetivo concreto. Desde Próxima a ti extrapolaron este concepto al ámbito doméstico e investigaron los entresijos de la carga mental en el hogar.
Los resultados de la investigación, publicados en el estudio Por una responsabilidad compartida, señalan que:
- El 63% de las madres se enfrentan cada día a un listado infinito de tareas por hacer. En los padres, la cifra baja hasta el 25%.
- El 87% de las madres se sienten que son las principales responsables de que todo funcione correctamente en casa.
- El 91% de las madres afirman que el resto de su familia no está al tanto de las responsabilidades domésticas del día a día.
- El 45% de las mujeres no han hablado nunca con nadie acerca de su carga mental.
- El 69% de las mujeres afirman que tienen que pedir ayuda a sus parejas para que colaboren en las tareas del hogar.
- El 73% de las mujeres y el 82,5% de las madres sienten que tienen que dejar instrucciones para que el hogar salga adelante cuando no están.

Cómo hacer frente al síndrome de la mujer agotada
- Cuestiónate los roles de género. No importa si eres un hombre o una mujer: pregúntate si tienes las mismas responsabilidades que tu pareja y, si no es así, haz algo para remediarlo. Piensa tanto en tu bienestar como en el de los demás y procura que haya corresponsabilidad en las tareas del hogar.
- Modifica las creencias limitantes. Si padeces el síndrome de la mujer agotada, seguramente tengas la sensación de tienes que ocuparte de todo en todo momento y de que, cuando las cosas no salen bien, es culpa tuya. Estos pensamientos generan estrés, frustración, enfado y tristeza. Sé comprensiva contigo misma y entiende que no puedes estar pendiente de todo.
- Practica la comunicación asertiva. Si sufres una sobrecarga de tareas domésticas lo mejor que puedes hacer es tomar las riendas y sentarte a hablar con tu compañero de vida. Explícale cómo te sientes y hazle saber que deseas que haya un reparto equitativo, también a nivel mental. Hazlo enfocándote en tus propios sentimientos, no en los actos de la otra persona.
- Confía en tu pareja. No sirve de nada repartirse las tareas si estás todo el rato pendiente, intentando comprobar si lo hace bien. Aprende a delegar, solo así podrás liberarte de las preocupaciones.
- Afronta las tareas del hogar una por una. Reconoce tus propios límites y asume que no puedes hacerlo todo al mismo tiempo. Planifica tu día, si hace falta, y sigue esa estructura para no sobrecargarte.
- Deja tiempo para el ocio y el descanso.
- Busca ayuda profesional. Un psicólogo puede ayudarte a hacer frente al estrés y la ansiedad que pueden aparecer como consecuencia del síndrome de la mujer agotada.
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