La sociedad considera egoísta de una forma peyorativa a aquellos que hacen cosas con el único interés de sentirse bien.
Son muchas las ocasiones en las que me encuentro reflexionando sobre esta idea, cuando alguien comenta que soy generosa, me planteo si tienen razón o simplemente soy una “egoísta encubierta”. Todos hacemos algo a cambio de algo y muchas veces nos ganamos la etiqueta de “generoso” cuando lo que hay detrás es la propia satisfacción de hacer algo por alguien que para mí es importante.
No tengo demasiado claro que los apartados al grupo de “egoístas” realmente lo sean. Creo que muchas veces se dejan llevar por apetencias a corto plazo, pero alejándose en muchas ocasiones de sentirse coherentes con lo que desean ser y, con ello, renunciando a ese “egoísmo encubierto” de hacer cosas para obtener una satisfacción personal duradera.
Supone un esfuerzo renunciar a según qué apetencias momentáneas, como dejarte llevar por la pereza y no acudir a buscar a alguien. Sin embargo, planteándote la cuestión de una forma más inteligente y priorizando los valores de la vida, ¿quién es más importante, la pereza o esa persona?
Aceptar esa pereza, esa sensación de desagrado y focalizar los actos en convertirte en alguien con quien esa persona puede contar cuando me necesite, te hace optar por el egoísmo de sentir que soy quien quiero que los demás piensen que soy.
¿Cómo te gustaría que te definiesen las personas relevantes para ti?
Reflexiona sobre ello y permítete ser tan egoísta de dar pasos para lograrlo… Es tan simple como no mentir si quieres ser sincero, acudir cuando consideres que te necesiten, si quieres que así lo sientan, saludar y sonreír si quieres ser simpático o actuar en base a cualquier otra característica que quieres que te defina.
Nadie es arquitecto sin dedicar mucho tiempo antes para lograrlo, ni logra ver ningún edificio sin empezar con una idea, con un deseo y con un simple boceto. Necesita satisfacer las necesidades de su cliente.
Tu eres el arquitecto de tu propia vida con la ventaja de ser también el cliente. Solo tienes que decidir qué características te gustaría tener como persona y crear oportunidades para lograrlo. Está permitido equivocarse, solo plantéate qué quieres siempre a partir del momento en el que te encuentres. Cambiar de opinión o de prioridades no es incoherente. La vida es un cambio constante y adaptarse es crecer. Anclarse en el “soy así” te encadena a una coherencia con unas ideas que posiblemente hace tiempo que te alejan de lo que realmente te importa en la vida.
No sigas construyendo el mismo edificio año tras año, puedes crecer y reinventarte, convirtiéndote en alguien a quien admirarías de no ser tú. Esa es la mejor crítica de uno mismo, toma distancia y decide qué cualidades quieres potenciar.
debes crear un nuevo boceto. No hay ningún problema en haber querido potenciar otras cualidades en el pasado.
Mírate en el espejo y recuerda, que sólo lo que hagas ahora está bajo tu control, ya no eres quien eras, el tiempo, las experiencias y tus actos han cambiado a la persona que el presente del espejo te muestra hoy.
Que tus actos sean coherentes con lo que quieres ser en el futuro, no con lo que fuiste en el pasado, utiliza tu presente.