¿Sufres escotofobia? Aprende a gestionar el miedo a la oscuridad

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Salud Mental
Lucía Lorenzo
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Aunque muchos no conocen el término, la escotofobia es un temor extremadamente común entre los más pequeños. Incluso el mejor de los días puede convertirse en una pesadilla para ellos cuando el sol se oculta y llega la oscuridad. Para hacer menos traumática la noche, muchos padres compran a sus hijos lámparas de noche; otros, les permiten dormir con ellos para hacer que se sientan protegidos.

Pero ¿por qué aparece el miedo a la oscuridad?

Esta fobia, como tantas otaos, tiene su origen en la propia naturaleza del ser humano. El hombre, en sus orígenes, sentía miedo de la oscuridad porque podía albergar peligros ocultos capaces de poner en riesgo su vida. Sin embargo, con el paso de los años se ha ido transformando en un miedo irracional.

No obstante, tener miedo a la oscuridad de manera ocasional no tiene por qué estar relacionado con la escotofobia. El temor en situaciones concretas, como caminar sola de noche, puede ser una respuesta perfectamente racional a un posible peligro. Muy diferente sería experimentar este miedo en nuestro propio cuarto, donde nadie puede hacernos daños.

¿Es normal que mis hijos le tengan miedo a la oscuridad?

Si atendemos a lo que hemos explicado previamente, cualquiera podría pensar que el miedo a la oscuridad en niños es irracional y, por lo tanto, algo de lo que preocuparse.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el cerebro de un niño no está tan desarrollado como el de un adulto. Esto explicaría por qué es más común que los niños vean la noche como un peligro, incluso estando en la seguridad de su cama.

Además, hay otros factores que pueden convertir las noches en situaciones poco agradables, como la soledad. En ocasiones el problema viene, no de la oscuridad en sí, sino de la asociación que el niño hace entre esta y la ausencia de los padres.

escotofobia

¿Es posible sufrir escotofobia en la edad adulta?

Pese a ser menos común entre los adultos, la escotofobia no es solo un problema que atañe a los más pequeños. Durante la madurez, la escotofobia está estrechamente relacionada con los trastornos de ansiedad.

Quienes lo sufren no solo experimentan temor ante la oscuridad, también al anticiparse a su llegada. El simple hecho de pensar en la oscuridad podría provocar ansiedad en un adulto escotofóbico.

Como resultado, un escotofóbico podría experimentar dificultades en su día a día como:

  • Falta de sueño.
  • Ataques de ansiedad.
  • Resentimiento de las relaciones personales si, por ejemplo, se evita salir por la noche.

¿Cómo saber si tengo escotofobia?

Hay varias señales que pueden ayudarnos a distinguir la escotofobia propiamente dicha del temor ocasional a la oscuridad. Por ejemplo, una persona escotofóbica podría experimentar síntomas comunes entre los pacientes con ansiedad, como inquietud, temblores y dificultad para moverse o respirar.

Además, la escotofobia puede ir acompañada de síntomas como migrañas, exceso de sudor, boca seca y falta de apetito.

Posibles causas de la escotofobia

  • Eventos traumáticos: John Watson fue un estudioso del condicionamiento clásico, un método de aprendizaje que consiste en asociar un estímulo neutro a otro estímulo que provoca una respuesta. Si aplicamos el condicionamiento clásico a la escotofobia llegaremos a la conclusión de que, en muchas ocasiones, los escotofóbicos no le tienen miedo a la oscuridad por sí sola, sino a un evento traumático que asocian a la oscuridad y cuya aparición anticipan ante la ausencia de la luz. Cualquier trauma podría desatar este comportamiento: desde un estruendo en plena noche hasta una película de terror.
  • Observación: el condicionamiento vicario, o aprendizaje por observación, podría ser otro de los causantes de la escotofobia. Mediante este tipo de aprendizaje, el miedo a la oscuridad se adquiere al observar que otra persona padece este miedo. Por ejemplo, los niños cuyos hermanos tienen miedo a la oscuridad podrían desarrollar este mismo miedo mediante el condicionamiento vicario.

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Vivir con escotofobia no es fácil. Como con cualquier otra fobia, el individuo que la padece puede desarrollar conductas evitativas con el fin de huir del estímulo que lo atemoriza. Sin embargo, escapar de la oscuridad no es tan fácil como parece y puede llegar a afectar gravemente al día a día de quienes la temen.

La terapia psicológica ha demostrado ser un arma certera contra las fobias específicas. Mediante métodos como el Mindfulness, que consiste, a grandes rasgos, en prestar atención a aquello que nos rodea; o la terapia cognitivo-conductual, que aborda los pensamientos y los comportamientos del paciente, los psicólogos pueden erradicar el miedo a la oscuridad.

Una de las técnicas que mejores resultados ha demostrado a la hora de abordar los miedos irracionales es la desensibilización sistemática. Esta técnica, desarrollada por Joseph Wolpe, consiste en someter al paciente a la causa de su fobia, al mismo tiempo que se introducen técnicas de relajación.

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Sobre Lucía Lorenzo

Periodista especializada en salud mental

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