Tengo miedo a todo

> > >

Compartir

Emma, 41 años, había abandonado -provisionalmente- el ejercicio del Derecho para “mantener derechos” (según bromeaba) a la linda familia que formaba con un conocido  y ocupado médico de la ciudad. Ahora que los cuatro hijos de ambos empezaban a crecer, Emma llega a mi consulta de psicología con una demanda muy clara: “Tengo miedo a todo”. “Pero, todo es demasiado, ¿no crees? Ahora mismo ¿ tienes miedo de estar aquí? Y su respuesta fue sorprendente: “¡Pues, no te creas! Tengo miedo a si podré o no regresar a mi trabajo, si me sentiré a gusto o no, si me acordaré de algo o no, cómo se lo tomará mi marido, cómo irán mis hijos, si mi casa quedará muy manga por hombro, si…”

Todos los seres humanos tenemos miedo del futuro . Especialmente porque no sabemos qué nos depara y, por tanto, es algo que no podemos controlar. Como todo aquello que no podemos controlar, nos produce inseguridad e indecisión.

Hay miedos muy comunes que nos impiden hacer cosas y realizarnos como personas así cómo conseguir nuestras metas. Entre ellos, están el miedo al fracaso, al rechazo, al no tener dinero, al éxito y al no hacer las cosas a la perfección. Este último es un miedo muy extendido pero irracional. Recordemos que la perfección no existe, como mucho, la excelencia. En cualquier caso, tener miedo debe verse como algo natural y adaptativo al entorno.

¿Podemos no tener miedo?

El miedo es necesario ya que es la señal de alerta de que existe un peligro – real o percibido- cercano.

En nuestro caso, la alerta nos avisa de un dolor inminente. Es la anticipación de un  daño en el futuro inmediato y prepara a nuestro organismo para que lo pueda afrontar de la mejor manera posible. A su vez, nos permite hacer todos los cambios necesarios para que el malestar en nuestro entorno no produzca interferencias en nuestra vida cotidiana.

¿Qué diferencia hay entre miedo y ansiedad?

El miedo puede acabar formando parte de nuestra personalidad y del modo en que vivimos pero, muchas veces, nos aparta de la realidad y entramos en un mundo subjetivo que nos puede desbordar y llegar a bloquear.

Por otra parte, la personalidad se puede constituir por alguna de las tres principales manifestaciones del miedo: la ansiedad emocional, las fobias o el pánico. Pero, vamos a ver estos tres elementos, por separado:

  1. Ansiedad. Es una respuesta adaptativa ante determinadas situaciones o circunstancias. Ante estímulos inciertos – también denominados factores estresantes, ya sean externos o internos- el individuo particularmente ansioso, tiene tendencia a percibir e interpretar la situación como potencialmente peligrosa aunque, en realidad, no lo sea. El peligro acaba provocando un miedo, real o percibido.
  2. Pánico. Es una forma más aguda de ansiedad. Existe una distorsión de la realidad, sin objeto que temer. ¿Cómo se entiende? La persona tiene una disposición constante a hipervigilar el entorno y está predispuesto a tener miedo de una forma constante, en cualquier momento y de forma aguda. Además, se acompañan de otros síntomas ansiosos como pueden ser irritabilidad, deseos de evitación o de escape ante determinadas situaciones, cosas, animales, personas.
  3. Fobias. Implica un miedo desproporcionado e irracional ante dichas situaciones, cosas, animales o personas, acompañada de una desesperada necesidad de evitación de las mismas ya que la persona sabe que si lo afronta – sin un tratamiento adecuado- acabará teniendo una crisis de ansiedad o, en los casos más graves, una crisis de pánico.

¿Podemos contagiar o nos pueden contagiar miedos?

¿Alguna vez no habéis compartido conversación con un compañero que os decía “lo mal que estaba la empresa, que lo sabía de buena tinta “, y habéis acabado sintiendo el mismo miedo a estar sin trabajo que él? – por poner un ejemplo- esté es un ejemplo de que podemos contagiar – y nos pueden contagiar los miedos – a través de la socialización, la comunicación, la información – o, muchas veces, la desinformación, y, especialmente, la producida por la red- lo cual hace que podamos acabar perdiendo energía y vitalidad, al tiempo, que se produce confusión de pensamiento. Por tanto, nuestra autoconfianza disminuye – ya sea en nuestras capacidades como habilidades -por lo cual queda una única salida: afrontarlo.

Si somos capaces de afrontar los miedos, nos paramos a entenderlos y, entonces, conseguiremos transformarlos. Una de las primeras cosas a tener en cuenta es que no son sólo los estresores externos los que desencadenan el miedo sino también nuestra percepción y valoración de los mismos. Por tanto, si no aprendemos a afrontar nuestros miedos, acabaremos siendo víctimas de los mismos y padeciendo algún trastorno emocional.

Prueba una sesión gratis

Mejora tu autoestima, resuelve tus inseguridades y conflictos con la ayuda profesional de un psicólogo.

Pedir cita

¿Puedo dejar de tener miedo?

¡Claro que sí! Hay que tener en cuenta que prácticamente todos tenemos algún miedo solo que, en algunos casos, se acaba convirtiendo en un verdadero trastorno psicológico – una fobia – y, en otros, no va más de pasar un mal rato durante un examen, en una entrevista de trabajo o en las relaciones interpersonales.

En cualquier caso, estas son algunas pautas para dejar de tener miedo:

  1. Admite que tienes miedo. No te hace ni mejor ni peor, ni más fuerte o más débil, te hace más realista porque no es nada “malo” tener miedo. De hecho, diferentes tipos de miedos forman parte de cada uno de nosotros. Tú eres quien decide si ese miedo te va a controlar o no, ¿qué decides?
  2. ¿Eres de los que dices que tienes los pies en la tierra? ¡vamos a comprobarlo! Apunta tus miedos. Sí, como sí fuera una lista y sin dejarse ninguno. Si a ti te cuesta, interrógate: ¿ A qué creo que tengo miedo? ¿ Cuál me parece que es mi miedo más importante? Si haces tu lista, conviertes a tus miedos en “reales”, los externalizas desde el interior de tu mente y empiezas a recuperar el control.
  3. De acuerdo, ya hemos admitido que tenemos miedo. Pero eso no significa que el miedo haya desaparecido. Como mínimo, ahora sientes vergüenza de alguna de esos miedos. Ahora, pregúntate: ¿Qué es lo que puede pasar si ese miedo se hace real? ¿Qué creo que es lo peor que puede pasar? ¿Es tan malo como imaginaba? ¿Estoy sobreestimando la importancia de este miedo? Piensa que, si fuera así, la sensación de bloqueo sería muy probable que se produjera.
  4. Haz que tu miedo principal tenga propiedades físicas. Dótale detamaño, textura, color, olor,… Fórmate una imagen mental de ese miedo, así tomarás distancia.
  5. Describe cómo te sientes. ¿Tienes ansiedad? ¿Cuánta? (del 0 al 10) ¿Sensaciones fisiológicas? ¿Qué piensas? Si esto lo haces al inicio y, en este momento, verás como tus sensaciones fisiólogicas, cognitivas y emocionales con respecto a la ansiedad derivada del miedo han disminuido y ese miedo empezará a desaparecer.
  6. Imagina que hay algún objeto o persona que te sirve como símbolo de seguridad y protección. Una persona conocida que te da calma y confianza o una burbuja cristalina protectora o un halo azul de luz que te da energía y calma para superar las dificultades.
  7. Afrontar de una forma activa. Si te dejas llevar por los miedos, te vas a perder muchas cosas. ¿De verdad quieres eso? Afrontar significa intentar todas las veces que sea necesario hasta conseguirlo.
  8. Estar en el aquí y ahora, es decir, en el momento presente. Muchos de nuestros miedos son derivados de proyecciones hacia el futuro: la tanatofobia, la gerascofobia, el miedo a perder el trabajo, el miedo a quedarnos solos,… Pero ese futuro todavía no ha llegado y, por tanto, no existe. Y el pasado es pasado, solo es un recuerdo. Lo único que, de hecho, existe es el presente, el aquí y ahora.

¿Qué hago si ya tengo miedo a todo?

  • La mayoría de los miedos son totalmente irracionales. Lo que hacemos es una anticipación de peligros o amenazas en un futuro que ni tan sólo sabemos si va a pasar tal y como lo imaginamos. Es muy importante centrarse en el aquí y en el ahora. Es muy útil tanto la psicoterapia cognitiva-conductual como el mindfulness.
  • Todas las cosas tienen una parte negativa y otra positiva. Intenta focalizarte en la parte positiva. Vive envuelto tanto de experiencias como de personas positivas. Piensa que la vida pasa más rápidamente de lo que uno se imagina ¿De verdad vale la pena pasarla siendo preso de los miedos? La Psicología positiva también te podría ayudar.
  • Compartir los miedos suele ser de gran ayuda porque nos damos cuenta de que no estamos solos. ¿No tienes a nadie para compartirlo? Dentro de ti sigue habitando el niño pequeño que un día fuiste y que necesita de tu protección y amor. Activa tu diálogo interno entre el adulto responsable y fuerte y el niño indefenso y temeroso. Así conseguirás hacer fuerte a tu niño interior y disminuir tus miedos.
  • Si tus miedos se han convertido en patológicos – fobias – te recomiendo que uses como terapia presencial, la terapia online o la Realidad Virtual y podrás afrontar esos miedos en el entorno seguro de una consulta psicológica para poder superarlos.

“Tienes que hacer las cosas que no crees que eres capaz de hacer” Elenore Roosevelt

Prueba una sesión gratis

Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
Solicitar cita

Compartir

Comentarios

Ver 7 comentarios | Comentar