Timidez ¿o fobia social?

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Hace unas semanas llegó a consulta Eric, un niño de 12 años con un perfil, a primera vista, de timidez marcada. Sin embargo, Eric se mostraba colaborador, no tenía problemas en explicarme su historia, anécdotas del cole, incluso se mostraba claramente chistoso. ¿Qué pasaba? Eric somatizaba la ansiedad ante situaciones sociales, aunque sólo fuera una fiesta de cumple o una reunión familiar.

Así que decidí probar. Como tenía otros niños de edades parecidas y con perfiles y sintomatologías parecidas, monté una terapia de grupo – para ellos, “una fiesta en la que conocer amigos nuevos”. Con todo dispuesto y la “fiesta” en marcha, las  sospechas se confirmaron…Eric no padecía timidez sino ansiedad o fobia social infantil.

Diferencias entre ansiedad y fobia social infantil

La timidez es frecuente entre los niños y puede ser de varias formas según la edad del menor. Hablamos de miedo a la separación, miedo ante las situaciones nuevas e inhibición en situaciones sociales, siendo todos ellos signos de timidez. Es por este motivo por el que los padres y los profesores suelen involucrar al niño/a tímido en actividades, para que no eviten actividades sociales.

Los investigadores han hallado que las personas tímidas tienen una autopercepción más negativa, mayores problemas de salud y una red social de peor calidad que aquellas que no lo son.

Por otro lado, el trastorno de ansiedad social – llamado también fobia social – es un trastorno psicológico más amplio que la mera timidez infantil y que, sin embargo, es padecido por un 12% de los niños y adolescentes a los que habitualmente llamamos “tímidos”.

Se trata de un miedo irracional al contacto social junto con una serie de síntomas como son:

  • Timidez más crisis de ansiedad.
  • Evita el contacto social y, algunos también, los espacios abiertos (agorafobia) pero no siempre.
  • Aptitudes deficientes en las relaciones interpersonales.
  • Temor a ser juzgado por otros ya que cree que hará o dirá algo vergonzoso.
  • Incapacidad para comer o beber en público así como para usar un baño público.
  • Miedo a contestar o hacer preguntas, en el colegio, a leer en voz alta, a practicar deportes o actividades musicales, todo ello por miedo a hacerlo mal, al qué dirán, a la posibilidad de hacer el ridículo y de que se rían,…
  • Evita ir a fiestas de cumpleaños, salidas con amigos,… Por lo cual acaba teniendo muy pocos o ningún amigo.

Estudios clínicos sobre la fobia social

Determinar quién está en riesgo de sufrir ambos trastornos y si existen trastornos comórbidos asociados, se ha convertido en áreas actuales de investigación dentro de la conducta. Hasta hace muy poco tiempo, los pediatras eran muy reticentes a tratar farmacológicamente la fobia social ya que consideraban que se trataba de un problema asociado a la conducta humana.

Los estudios clínicos actuales no dejan ninguna duda de que la ansiedad social puede afectar a diversos ámbitos de la vida de los niños, incluyendo el rendimiento académico.

Un estudio de la Universidad de Bremen (Alemania), analizó a 1035 pre-adolescentes y adolescentes entre los 12-17 años para observar si aquellos que presentaban un trastorno de ansiedad, tenían otro trastorno mental comórbido. Se halló que, aproximadamente, el 50%, también tenía un trastorno depresivo y que ambos se retroalimentan. Ello sugería la necesidad de una intervención.

Por su parte, en un estudio de la Duke University Medical Center, la ansiedad social y la ansiedad por separación fueron estudiadas según edad, género y raza, analizándose una muestra de 2384 niños de la comunidad de Duke más 217 procedentes de otros entornos médicos. Se halló que los adolescentes tenían más síntomas de ansiedad social y menos sintomatología de ansiedad por separación que los preadolescentes, encontrándose el mismo patrón en los niños blancos respecto a los afroamericanos.

En un tercer estudio, los investigadores examinaron también a las familias para obtener si  existía alguna relación entre padres con trastornos de ansiedad e hijos. Así, se formaron cuatro grupo de niños: padres con trastorno de pánico  y depresión, padres con trastorno de pánico, padres con depresión y control. Según el Dr. Biederman, los grupos de padres con trastorno de pánico o depresión eran los que suponían un riesgo mayor para que sus hijos desarrollasen dos o más tipos de trastornos de ansiedad, entre los cuales se halla la ansiedad social.

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Qué motiva a tener ansiedad social

Las causas de la ansiedad social son desconocidas. Puede ser que el niño haya pasado por una situación que considera vergonzante o muy estresante. Por ejemplo, si se encuentra alejado de sus padres o si estos ya no viven juntos, tener una enfermedad que le haya hecho estar hospitalizado durante mucho tiempo y, por tanto, alejado de su contexto familiar y escolar pero, muy especialmente, situaciones de peleas familiares graves o de abusos.

Sí que conocemos determinados factores que podrían ser desencadenantes de la fobia social:

  • Carácter del niño. Pueden ser temerosos frente a personas, lugares o situaciones desconocidas.
  • Historia familiar. Tener antecedentes familiares con el mismo u otro trastorno de ansiedad.
  • Conducta social familiar. Si sus padres son temerosos ante situaciones sociales, el niño tendrá tendencia a imitarlos.
  • Conducta paterna. Si los padres son sobreprotectores, hiperdemandantes e hiper juzgadores, se multiplica a posibilidad de que su hijo sufra fobia social.

Qué sintomatología caracteriza a la fobia social

Ante situaciones sociales, el niño:

  • Se sonroja o se ruboriza fácilmente cuando un desconocida le habla, empieza a sudar – especialmente, por las palmas de las manos – o se muestra con la boca seca.
  • Se le quiebra la voz, habla con un tono de voz muy bajo e, incluso, en los casos más graves, se muestra incapaz de hablar  (mutismo selectivo).
  • Llora o evita aquellos lugares y situaciones en donde hay muchas personas – y va a ser el centro de atención – o en donde hay personas desconocidas.
  • Taquicardia o palpitaciones.
  • Elevada distractibilidad.
  • Temblores, espasmos y tensión muscular.
  • Náuseas, dolores abdominales y diarreas, todo ello, debido a la somatización de la ansiedad.
  • Arrebato de ira y se enfada fácilmente.
ansiedad social siquia

El diagnóstico de la fobia social con la ayuda del psicólogo

El profesional más indicado para diagnosticar este trastorno es el psicólogo. Para ello, empezará con una primera entrevista diagnóstica en la que, probablemente, querrá que estén los padres y el hijo, aunque depende de cada profesional. En esta entrevista, el psicólogo les preguntará acerca de:

  • Antecedentes médicos y psicológicos familiares y del menor.
  • Conducta habitual, miedos y preocupaciones.
  • Rendimiento académico del menor en actividades deportivas y musicales.
  • Relaciones interpersonales del menor.

En algunos casos de ansiedad muy intensa, será necesario realzar algún tipo de prueba médica para descartar cualquier tipo de dolencia orgánica.

Posteriormente, se le realiza una evaluación psicológica al tiempo que se observa el comportamiento del niño, sus miedos y sus preocupaciones.

Finalmente, para poder diagnosticar fobia social, según el DSM-V, los signos y síntomas deben estar presentes por un período de al menos 6 meses y ser lo suficientemente malos como para causar al menor problemas en el aprendizaje, las habilidades sociales, las relaciones y otras áreas de la vida.

Además, dichas preocupaciones no deben estar causadas por otro problema de salud mental o condición médica ni relacionada con los efectos secundarios de algún medicamento o sustancia de abuso.

¿Existe tratamiento para la fobia social?

Entre los estudios existentes sobre la relación entre timidez y fobia social, encontramos uno que destaca la necesaria intervención de un profesional, por una parte, mientras que por otra parte, valida aquellas tesis que sostenían la posibilidad de un tratamiento farmacológico bajo rigurosa prescripción médica. Se debe ser muy cuidadoso ya que no en todos los casos va a ser el abordaje terapéutico más correcto.

La fobia social es un trastorno que puede llegar a ser limitante y que afecta a ambos sexos. No tratarlo a tiempo o hacerlo incorrectamente puede conllevar consecuencias graves sobre todo en preadolescentes y adolescentes.

Por tanto, hay un punto fundamental que es concienciar a las familias de la importancia de tratar a sus hijos en cuanto se observan los primeros síntomas.

Tenemos que pensar que un niño con fobia social tratado produce que esta acabe disminuyendo y aumenten sus relaciones interpersonales, sus actividades, mejore su rendimiento académico, disminuyan sus somatizaciones,…

Entre las diversas formas de tratamiento, se hallan:

  • Tratamiento farmacológico. Incluye antidepresivos y ansiolíoticos. Se suelen indicar si el niño tiene síntomas severos de ansiedad. Tener en cuenta que actúa sobre los síntomas pero no sobre las causas más la edad del niño. A menor edad, menor es la recomendación de medicación.
  • Terapia cognitivo-conductual. Se enfoca en cambiar la forma en que la persona piensa, siente y actúa en determinadas situaciones. Se puede hacer terapia individual, grupal o familiar. Ayuda al niño a aprender a controlar sus acciones y mejorar su conducta, mostrándole el resultado de sus acciones, de manera que las conductas positivas serán aprobadas y las negativas, desaprobadas.
  • Terapia de exposición o desensibilización. Ayuda al niño a enfrentarse al objeto, situación, persona o lugar temidos. El objetivo es disminuir la ansiedad del niño.
  • Terapia de respiración. Desde la diafragmática hasta la abdominal, sirve para enseñar al niño que hay que mantener un ritmo pausado y tranquilo porque, de lo contrario, corremos el riesgo de realizar hiperventilaciones y crear una crisis de ansiedad.
  • Terapia de relajación y mindfulness. Le enseña al niño a cómo tranquilizar su cuerpo y su mente para disminuir el estrés corporal  y emocional.
  • Terapia de habilidades sociales. Enseña al niño a poder convivir con otras personas, manteniendo el contacto visual y la sonrisa, aceptando elogios o haciendo preguntas.
  • Reestructuración cognitiva. Los niños deben aprender qué pensamientos les producen ansiedad para que puedan ser cambiados por otros pensamientos más realistas y menos ansiógenos.
  • Terapia para los padres. Ayuda y orientación para los padres acerca de cómo enfrentarse y manejar la ansiedad de sus hijos haciendo lo propio con la suya.

Tengo un hijo con  ansiedad social, ¿cómo le ayudo?

  • Debes ser un modelo positivo para su hijo, carente de ansiedad ya que tu hijo es un gran imitador de conductas y se enfrentará a sus miedos más fácilmente si cree que tú también lo haces.
  • Procura que tus conductas no refuercen el comportamiento fóbico de tu hijo. Entre estas conductas, podrían hallarse la evasión ante situaciones ansiógenas o beber alcohol porque cree que así va “a dormir” a la ansiedad cuando es todo lo contrario. En estos casos, no estaría de más que visitarás al psicólogo de tu hijo para que te diera alguna manera de manejarse con la ansiedad.
  • Incita al niño al desarrollo de sus habilidades sociales en situaciones de interacción interpersonal y felicítalo si consigue vencer sus miedos, aunque solo haya sido un día, porque le ayudará a volver a intentarlo.
  • Aprende todo lo que pueda sobre el trastorno. Pregunta al psicólogo nombres de libros sobre fobia social así como de sitios web de calidad y recomendables en donde se habla acerca acerca del trastorno.
  • Trabaja de forma multidisciplinar con los profesores del colegio donde acude el menor y los profesionales externos porque es la mejor forma de atenderlo.
  • Evitad ser sobreprotectores porque, de esta manera, sólo reforzáis la conducta tanto tímida como de fobia de vuestro hijo y disminuyen sus expectativas.
  • Espera una mejoría gradual pero lenta y no presiones demasiado a tu hijo.
  • Fomenta hábitos sanos que favorezcan la relajación como actividad física, adecuada alimentación y descanso.
  • Mantén la calma, sonríe, habla tranquilamente y en un tono bajo. Como ya hemos dicho, los niños tienden a imitar lo que hacemos.
  • Sus sentimientos son importantes. No le restes importancia a nada de lo que le ocurre, ponte en su lugar, escúchale e inténtale entender.
  • Recrea situaciones que le causen temor mediante juegos en los que le animas a presentarse socialmente.
Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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