La psicología estudia el comportamiento del ser humano. A lo largo de la historia han existido autores que creían que la personalidad era genética, mientras que otros pensaban que los diferentes tipos de personalidad los determina el entorno.
¿Qué tipos de personalidad existen?

Lo más seguro es que la personalidad surja de una mezcla de lo biológico y lo social, aunque no estamos aquí para hablar de eso. Porque si hay algo en lo que sí se han puesto de acuerdo los psicólogos es en que hay distintos tipos de personalidad, cada una con sus características. Conocerlos facilita la aceptación, la superación y el autoconocimiento.
Una de las clasificaciones más utilizadas, a la hora de hablar de las diversas personalidades conocidas es el eneagrama. Este instrumento define las nueve clases de personalidad y desarrolla sus rasgos, con sus respectivas fortalezas y puntos débiles.
Los tipos de personalidad, según el eneagrama
Antes de entrar en los diferentes tipos de personalidad que forman el eneagrama, debes conocer lo que es la personalidad.
La personalidad es el conjunto de características psicológicas que presenta un individuo. Cabe indicar que estos rasgos no son permanentes a lo largo del tiempo, están en un perpetuo desarrollo. La personalidad es una de las respuestas al por qué dos personas actúan de distinta manera en situaciones idénticas.
Los diversos tipos son:
El reformador
Su modo de comportarse estará basado en un sentido de la ética excepcional. Sabe distinguir lo bueno de lo malo y es concienzudo en sus labores. Esa testarudez les conduce a un temor al error, un aspecto limitante a la hora de buscar nuevos retos o experiencias.
Estas personas deben mejorar su frustración e impaciencia cuando los resultados no son los esperados. El caso ejemplificante de la personalidad reformadora es aquella perfeccionista que centra todos los esfuerzos del mundo en que todo esté según lo planeado. La posibilidad de iniciar un proyecto que puede terminar en fracaso hacen que desechen ese proyecto sin pensarlo dos veces.
El ayudador
La sinceridad, bondad y comprensión son tres rasgos de la persona con este tipo de personalidad. El orgullo y la satisfacción son enormes cuando alguien de su entorno les solicita ayuda. Su visión de la vida está orientada a buscar el beneficio de los demás.
La búsqueda de la felicidad en el resto de la gente les hace olvidarse de sus propias necesidades. Una de las razones de esta personalidad se encuentra en la aprobación externa, necesaria para reafirmarse de que están yendo por el buen camino.
El prototipo de persona desatiende sus obligaciones en caso de que una persona solicite su ayuda. Siempre está ahí para los demás y nunca está para atender a sus sentimientos y pensamientos.
Si sueles poner a los demás por encima de ti quizás sea el momento de ponerte en manos de un psicólogo online.

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Pedir citaEl triunfador
Los éxitos son los que defina su autoconcepto y autoestima. La energía necesaria para afrontar los retos se la dará la motivación por el continuo progreso en cualquier ámbito de la vida. Esa cantidad de logros puede estar influida por las expectativas que tenga su entorno sobre dicha persona.
Este tipo de personalidad guarda similitud con el anterior (el ayudador), en cuanto a ese agrado de las personas del entorno. El triunfador debe encontrar verdaderas razones para motivarse, no dejarse llevar por los demás y aprender de las experiencias tanto si sale victorioso como si fracasa.
Un ejemplo, que te puede servir para clarificar tu idea, es aquella persona adicta al trabajo y que solo se va a contenta a casa si ha cumplido los resultados esperados.
El individualista
Como su propio nombre indica, el individualista es consciente de sus emociones y sentimientos, a través de un ejercicio de introspección (casi) continuo.
Su alta sensibilidad les provoca ser una personas calladas y reservadas, con tendencia a un estado de ánimo depresivo. En una situación mental sana, son personas creativas que no paran de inspirarse con el fin de renovarse y transformar experiencias.
La timidez no les va a ayudar a abrirse emocionalmente ante los demás, lo que conlleva una gran dificultad para conocer gente y establecer vínculos afectivos sólidos.
El investigador
La principal característica sería la alta capacidad de concentración, causante de creación de ideas innovadoras y resolutivas ante problemas complicados. Analista, observadora, perspicaz y curiosa son los adjetivos que mejor les definen.
El ritmo acelerado de pensamiento puede hacerles caer en pensamientos intrusivos sobre la posibilidad de un futuro catastrófico. El nerviosismo por estos pensamientos, unido a una desligadura del presente, produce altos niveles de estrés. La solución para que esa acumulación de estrés no suponga un problema es la relajación y centrarse en el momento presente.
El leal
La sinceridad y fidelidad son dos estandartes en su día a día. La imagen que transmiten al exterior es de confianza y responsabilidad. Aunque, curiosamente, son personas desconfiadas y ansiosas.
A menudo, tienen miedo a lo desconocido y a todo aquello que les pueda causar un dolor emocional. Las nuevas personas con las que se encuentren, podrán disfrutar de todas las ventajas de la relación, una vez superan la barrera inicial que impone el o la leal.

El entusiasta
Las personas entusiastas son las que siempre tienen dibujada una sonrisa en la cara, y sus acciones suelen tener la impronta del optimismo y la espontaneidad. La productividad es otro de los puntos a resaltar.
La desorganización para iniciar ciertos trabajos y la impulsividad son los aspectos negativos a tener en cuenta. Para un correcto funcionamiento, en el ámbito laboral, por ejemplo, deberán aprender a manejar las emociones y tener un sistema eficaz en la toma de decisiones. Es común que un entusiasta tenga rasgos similares a los de las personas hiperactivas.
El desafiador
Tiene madera de líder y todo, absolutamente todo, tiene que estar bajo su control. Para conseguir la apariencia de líder fuerte, esconde sus debilidades y buscará protección emocional en pocas personas de un estrecho círculo de confianza.
Aceptar las debilidades no es un hecho negativo. Es más, ayuda a conocerte mejor y saber por qué experimentas esa sensación cuando achacan a tus puntos flacos. El control obsesivo es otro de los rasgos negativos, dado que hay situaciones que escapan a las actuaciones personales.
El pacificador
Su objetivo es huir de los conflictos, ya sean verbales o físicos. Su último deseo es cargar con responsabilidades por una decisión errónea. El objetivo es conseguir un equilibrio interno para lograr un bienestar emocional.
La persona pacificadora tiene la misión de aprender a escuchar sus deseos y tomar decisiones complicadas, aunque eso perturbe su equilibrio personal. El claro ejemplo lo puedes ver si conoces a alguien de tu entorno que muestra una solución sencilla con la que sale indemne del embrollo.
Las situaciones límites son los momentos en donde la inconsciencia y la verdadera personalidad relucen. Las acciones impulsivas son una buena forma para que tu autoconocimiento. El proceso de introspección es esencial si quieres modificar tu modo de comportamiento, y no quedarte en un simple «yo soy así».
Los tipos de personalidad tiene sus ventajas e inconvenientes. Algunos rasgos, si posees un nivel exagerado de ellos, pueden suponerte dificultades graves. Solo la ayuda de la terapia, guiada por un psicólogo profesional, será esencial para poder llevar una vida perfectamente funcional.
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