La psicóloga online Diana Vilar resuelve las dudas comunes que nos surgen como padres cuando vemos que nuestros pequeños no se relacionan con sus iguales, los encontramos poco sociables o se aprecia gran timidez en sus conductas. ¿A qué podemos llamar normal y no normal en estas situaciones? Nos ayuda a entenderlo esta experta, colaboradora de Siquia.
En el mundo infantil, es muy importante entender que cuando hablamos de relacionarse, nos referimos a procesos de maduración tanto física como psicológica que implican tiempo y una variabilidad individual muy amplia, es decir, nunca el proceso de un niño o una niña es igual al de otro semejante.
La socialización que es el proceso mediante el cual los seres humanos adquirimos las reglas del juego de la sociedad en la que vivimos y aprendemos los valores de nuestra familia y de nuestra cultura. Es el proceso que nos permite desarrollar las habilidades adecuadas para relacionarnos con éxito. Los menores están influidos por la cultura, el grupo social y la familia en particular, en que cada uno de los menores está inmerso.
Cuando se afirma que el niño o la niña no se relaciona, hay que observar el contexto en el que él se desarrolla, cómo es su grupo social, cómo son sus padres, si tiene hermanos, hermanas, si en su círculo familiar hay más niños y niñas, o por el contrario si vive entre adultos.
Es indispensable también tener en cuenta su edad y nivel de desarrollo porque comportamientos que son normales a una determinada edad dejan de serlo en otra.
Los 3 años: la edad en la que los pequeños comienzan a relacionarse con sus iguales
Hasta los 3-4 años los niños y niñas juegan unos al lado de otros, interaccionan en función de sus necesidades, pero no son realmente inclusivos; progresivamente van integrando a los otros de acuerdo con su nivel de maduración.
A partir de los 2 años, empiezan a ser conscientes de que los demás evalúan sus acciones y que pueden darse cuenta de sus errores. A los 3 ó 4 años, empiezan a darle importancia a la opinión de los demás y ante personas o situaciones nuevas o distintas de su entorno familiar más cercano, que le proporciona seguridad, pueden sentirse incómodos.
Es ahí cuando entra en juego el papel de padres y educadores. Las relaciones interpersonales favorecen el desarrollo de niños y niñas, en los aspectos psicológico, cognitivo y social, a través de éstas van adquiriendo una serie de habilidades sociales necesarias para su educación y vida afectiva. En líneas generales, cuando no se relaciona en ningún tipo de círculo social: en el colegio, en la familia extensa, con los niños del barrio, hijos de los amigos de los padres, etc.
Cuando observamos que el “no relacionarse” le produce malestar o sufrimiento y/o está acompañado de síntomas físicos o psicológicos, se recomienda consultar al pediatra para descartar cualquier problema físico o contactar con un psicólogo infantil. En estos casos, en los que la orientación es para padres, la terapia online también es válida.
Niños tímidos, vergonzosos e introvertidos
La timidez es frecuente en la infancia, por ello es muy importante reconocer que tiene aspectos positivos. Los niños y niñas tímidosantes de actuar, observan la situación, la evalúan, la analizan y, después, pasado un tiempo, actúan o se unen al grupo.
Es muy importante la reacción de padres y madres ante esta situación, el que respeten la propia personalidad del niño, sus tiempos y su maduración, no sobredimensionando el problema, entendiendo que con la edad aprende a relacionarse mejor; mostrando su apoyo y confianza, reforzando así su autoestima.
Si el problema prevalece más allá de los 8 años o a juicio de los padres genera malestar al niño o niña puede ser de mucha utilidad acudir a un psicólogo infantil.
¿Qué podemos hacer para ayudarle? Madres y padres quieren lo mejor para sus hijos, esto a veces los lleva a angustiarse en demasía, tratando de controlar todo lo cual puede retroalimentar sin querer el retraimiento de los menores. Es conveniente reflexionar, compartir sus preocupaciones, informarse sobre los procesos de desarrollo infantil y dejándose sorprender por la maravilla que es cada niño y niña.