Vamping y Phubbing, cuando el móvil no te deja vivir

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La asociación GSMA, compañía que organiza el Mobile World Congress que se celebra anualmente en Barcelona, afirmaba hace unos meses que al final de 2017 el número de teléfonos móviles en el planeta era superior al de la población total del mismo. De esta forma, mientras la cifra de habitantes se situaba alrededor de los 7.600 millones de personas, el número total de smartphones que existían en aquel momento y que estaban operativos era de 7.800 millones. Teniendo en cuenta que todavía existen zonas del planeta habitadas por tribus aisladas de todo tipo de tecnología manteniendo formas de vida rudimentarias, que hay determinadas comunidades que tampoco permiten el uso de estos dispositivos y que gran parte de la población del Tercer Mundo carece de capacidad económica para adquirir un móvil, estas cifras nos indican que un elevadísimo número de usuarios no dispone de un único terminal, sino que cuentan con dos o incluso tres para su uso diario.

España es un fiel reflejo de estos datos, y es que el año pasado nuestro país registró el mayor crecimiento de altas de líneas móvil desde 2009 con más de 52 millones de líneas operativas. No es una situación que nos coja por sorpresa y es que cada vez se reduce más la edad en la que los usuarios acceden a su primer terminal, del mismo modo que la gente mayor, en el pasado reacia a emplear este tipo de tecnología, termina por adaptarse a este nuevo ecosistema digital. No obstante, y a pesar de las bondades innegables de los smartphones, es importante tener cierto control y precaución a la hora de utilizarlos para evitar efectos nocivos sobre nuestra salud. En la actualidad usamos el móvil para todo, desde sus funciones más básicas como llamar y enviar mensajes, hasta hacer fotos, enviar correos electrónicos, transferir dinero, pagar en determinados establecimientos, acceder a diferentes medios de comunicación o páginas especializadas en información deportiva y de otros ámbitos, revisar nuestras redes sociales, escuchar libros y un largo etcétera. Lo hacemos casi todo desde el móvil, lo que ha llevado incluso a que exista una patología para describir el miedo a salir de casa sin nuestro smartphone encima: la nomofobia.

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Sin embargo, esta patología no es la única relacionada con el empleo de dispositivos móviles que nos afecta a diario. También debemos tener en cuenta el Phubbing y el Vamping.

¿Qué es el Phubbing?

Este término tan extraño del que muchos no habréis escuchado hablar en la vida viene a describir una situación que seguro que habéis visto, e incluso experimentado, más de una vez. Básicamente se trata de ignorar a aquellos que te rodean por mirar la pantalla de tu terminal, un gesto que puede sonar demasiado brusco pero que es más habitual de lo que parece. Esta práctica, que muchos expertos ya catalogan como uno de los grandes males del siglo XXI, está modificando nuestra conducta y el modo en el que nos relacionamos con los demás. Estar en una misma mesa tomando algo con unos amigos y estar más pendiente del móvil y de las personas que interactúan con nosotros a través de él que de las que tenemos en frente puede llevarnos a correr el riesgo de romper los lazos que nos unen a ellas. Además, este tipo de actividad también puede llevarnos a desarrollar una actitud más introvertida, aislándonos de los demás y perdiendo destrezas sociales.

El insomnio ahora tiene forma de teléfono móvil

Foto: Wikipedia  
Foto: Wikipedia

El Vamping, por su parte, hace referencia a la tendencia actual de ser incapaces de desconectar de nuestros terminales móviles hasta cuando nos vamos a dormir. Más allá de los efectos negativos que tiene para la salud el dormir cerca de dispositivos móviles, como la ansiedad por la separación, el Vamping alude más bien al acto de no dormir por mantenerse en todo momento conectado. Este tipo de práctica está ligada a los más jóvenes pero también es habitual entre los adultos, que aprovechan los únicos momentos que tiene de desconexión antes de dormir para bucear por la red de manera indiscriminada. Las consecuencias sobre nuestro estado físico son evidentes: irritabilidad, falta de sueño, lentitud en la toma de decisiones y en los procesos de aprendizaje, alteraciones del metabolismo y, en casos extremos y asociado al déficit de descanso, ansiedad e incluso depresión.

Como vemos, tanto el Phubbing como el Vamping son dos prácticas muy extendidas que no solo disminuyen nuestra calidad de vida sino que también afectan a nuestro entorno social y al modo de relacionarnos. Tratar de racionar el uso de los dispositivos electrónicos, fijándonos un horario y prohibiéndonos su empleo en determinadas situaciones y lugares (no llevarlo a comidas con amigos y familiares, dejarlo siempre fuera del dormitorio, etc.) será clave para evitar caer en ellas. Además, es muy importante dar ejemplo a los más jóvenes en este sentido pues ellos conforman el grupo más vulnerable a la tecnología.

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