Practicar deporte moderada y regularmente resulta muy saludable para el organismo gracias a los múltiples beneficios que nos aporta: nos ayuda a reducir el estrés, nos provoca sensaciones de felicidad, ayuda a la prevención de la Obesidad y ciertos tipos de enfermedades, fomenta nuestra autoestima, nos ayuda a relacionarnos con otras personas y un largo etcétera; beneficios que, si los unimos a una alimentación sana y equilibrada, nos ayudará a pensar y a vivir mejor, más saludablemente.
Como comentaba, hacer deporte de forma regular y con moderación, nos permite estar en forma y, por qué no, tener una mejor versión de nuestro propio físico. Sin embargo, cuando la práctica de ejercicio se dirige a tener un ‘cuerpo perfecto y musculado’, deja de ser tan saludable y pasa a convertirse en una obsesión, lo que llamamos ‘’Vigorexia o dismorfia muscular’’.
¿Qué es la Vigorexia?
Aunque no está reconocida como enfermedad, la Vigorexia o dismorfia muscular, es un trastorno del comportamiento alimentario (más común en hombres que en mujeres, al contrario de lo que ocurre por ejemplo, en la anorexia nerviosa) en el que la persona padece una distorsión de su imagen corporal bastante grave, pues, pese a estar muy musculado o musculada, tonificado o tonifica y muy en forma, creen que no es suficiente y que están carentes de tonicidad o que están perdiendo musculatura.
Se considera la Vigorexia un trastorno comportamental y emocional debido a las connotaciones obsesivas y patológicas del comportamiento llevado a cabo por quienes sufren este trastorno, cuyas principales manifestaciones son:
- Obsesión por el ejercicio físico, sobre todo por ejercicios anaeróbicos (levantamiento de pesas, abdominales, etc), llegando a pasar numerosas horas al día entrenando.
- Ingesta excesiva de proteínas e hidratos de carbono en la dieta.
- Consumo de anabolizantes y esteroides para aumentar la masa muscular. Esto puede ocasionar graves consecuencias para el metabolismo.
- Baja autoestima, por eso llegan a desarrollar la obsesión por tener un ‘cuerpo perfecto’, porque no están contentos/as con su físico y todo ejercicio le parece escaso.
- Elevada autoexigencia e inflexibilidad de comportamiento.
- Aislamiento social y empobrecimiento de las relaciones sociales: debido al gran número de horas que dedican a entrenar a la semana, dejan de lado otras actividades que podrían serles placenteras y evitan comer fuera o con otras personas para no saltarse su rutina diaria de alimentación y entrenamiento.
¿Cuáles son las causas de la vigorexia?
Las causas de la dismorfia muscular, como en los demás trastornos alimentarios, no están definidas al 100% debido a que cada persona es un cúmulo de genética, factores personales y factores ambientales. Más bien sería el conjunto de estos factores lo que haría que una persona llegue a desarrollar este tipo de comportamiento obsesivo.
Como psicóloga, algo que considero muy importante tanto en la Vigorexia como en cualquier otro trastorno de la alimentación, es la prevención. Ésta es muy importante y puede incluir educación en valores, actividad física y nutrición, fomento de la autoestima tanto en casa como en el colegio, y (¡¿por qué no?!) más control en la publicidad y los medios de comunicación en cuanto a prototipos masculinos y femeninos de delgadez, pues ya sabemos todos la gran influencia que ejercen (sobre todo televisión y prensa) en nosotros, y más aún en adolescentes.
¿Qué hacer si conozco a alguien con vigorexia?
Por otra parte, tener cerca a alguien que presenta signos de Vigorexia, no resulta sencillo para la convivencia, pues la falta de flexibilidad de comportamiento que presentan estos tipos de pacientes es escasa o nula, y puede convertirse en una fuente de problemas en la comunicación y en las relaciones en general.
Ante estos casos, mi consejo como Psicóloga es tratar de llenarnos de paciencia, hablar con la persona en concreto, eso sí, sin presionarle ni echarle la culpa de nada, y sugerirle que el comportamiento que está teniendo no es adecuado y que si continúa así puede verse afectada su salud.
Si a partir de ahí, el chico o chica en cuestión reconoce que su pasión por el deporte y la alimentación es un poco extremista, se le puede sugerir que inicie un tratamiento. Éste consistiría en un tratamiento multidisciplinar formado, al menos, por psicólogo, nutricionista y preparador físico, quienes elaborarán estrategias cognitivo-conductuales y planes de entrenamiento y alimentación adecuados a su edad, talla y peso.
En concreto, el tratamiento psicológico irá encaminado a lograr objetivos tales como reducción de las ideas obsesivas y eliminación de creencias erróneas sobre el ejercicio físico y la alimentación, aumento y mejora de la autoestima, planificación de actividades con otras personas y eliminación de las distorsiones respecto a la propia imagen.
‘’No entrenes para conseguir el cuerpo perfecto o parecerte a alguien. Entrena para ser la mejor versión de ti mismo’’
Sobre la autora del artículo
Mari Carmen Nevado, psicóloga colegiada núm AO 07757, están especializada en trastornos de la conducta alimentaria así como en trastornos de ansiedad y del estado de ánimo. Durante su carrera como psicóloga clínica ha tratado, sobretodo, a pacientes con trastornos derivados de la obesidad o el sobrepeso. Aplicando una terapia cognitivo-conductual, ofrece tratamiento psicológico también a todo aquél que lo necesite y sienta que tiene un problema en una área determinada de su vida.