Hace unos días acuden a mi consulta dos amigas adolescentes a consultar un tema relacionado «con otra amiga”. Según me comentan, anda metida en una relación de violencia de género de la cual no sabe nada nadie, a excepción de la amiga que sí está sentada en el sillón de la consulta. Realmente, la “amiga” no existe y la narración de los hechos pertenece a una de esas chicas jovencísimas que me transmiten una gran pregunta ¿qué hacemos?
¿En qué momento de la adolescencia puede darse un maltrato?
Con el inicio de la adolescencia, los chicos y las chicas se reúnen en pandillas masculinas, femeninas o mixtas. En estas últimas se dan, al mismo tiempo, la atracción física y, por ende, sexual. En contra de lo que pudiera parecer, es más frecuente a esta edad que existan maltratos dentro de una pandilla en la que predominan los chicos ya que estos tienden a convertirse en los «guardianes» pero, también, en los censores de las conductas de las chicas de la pandilla, especialmente si son sus “novias”.
Suele ocurrir que cosas que aparentemente pasan inadvertidas por las chicas pasan a ser controladas por sus chicos. Así se dan comentarios como “llevas demasiado escote”, “te tienes que cambiar de de peinado porque este no me gusta”, “¿con quién estabas que no me respondes al WhatsApp”, “con esta minifalda no vienes conmigo”, “vas demasiado maquillada»,… ¿Os suenan?
En el fondo de todo ello subyace un acto de control, de cuestionamiento de la fidelidad de las chicas, las cuales no pueden ni tan solo tener amigos chicos si no desean ser calificadas de cierto modo – a pesar, de que en unas mismas circunstancias, los chicos son unos “campeones”. Todo huele al más estricto machismo imperante en una sociedad que nos creemos tan postmoderma, tecnológica y europea.
Una de las formas de agresión – que no es percibida como tal hasta que no se toma distancia- se denomina “sexo robado”. Los chicos tocan – de forma repentina e inesperada y en público – los senos o las nalgas de las chicas. Sin embargo, no todos los miembros son igual de “bien vistos” si realizan estas conductas que es propia del macho alfa del grupo y que se realiza en público como una forma de demostrar a los demás que las normas “las marco yo”.
Lo más triste es que esta conducta es apoyada – e incluso aplaudida – por los otros miembros del grupo, que no hay voces discordantes, en general. Estamos hablando de unos contextos psicosociales-económicos muy determinados – que le digan al líder- campeón- macho alfa que lo que hace esta mal y ello ocurre porque esta manera de iniciarse a la sexualidad sólo esta pensada a partir de una postura egocéntrica y narcisista: “yo disfruto”, “yo me satisfago”, “no me importa lo que sienta mi compañera”.
En esta etapa, sin embargo, las chicas adolescentes se sienten atraídas por estos chicos a los que llaman “malotes”, sobre todo porque no suelen seguir las normas impuestas por los adultos y, obviamente, ello es algo muy atrayente para ambos sexos. Ello les hace pasar al grupo de los “populares” de los cuales ya hablamos en un artículo anterior.
Por su parte, los chicos aprovechan esta evidente atracción que saben que tienen sobre las chicas para tratarlas con insultos o realizar comentarios despectivos, normalmente referidos a características físicas – recordemos que esta es la fase de los complejos, algunos de los cuales pueden convertirse en casos más graves de trastorno dismórfico corporal o de TCA- y así, les llaman “fea”, “gorda”…
¿Cómo se llega a la violencia de género en adolescentes?
Esta época es la de las primeras parejas y del descubrimiento de un mundo de emociones que ni tan sólo sabíamos que se podían sentir. Tampoco se saben imponer expectativas acerca del otro y ni tan siquiera acerca de uno mismo. Pero si cada uno de los miembros de la pareja intenta controlar al otro – o si sobre todo hay uno que es quien lo hace- esto dará lugar a conflictos que pueden llevar a la violencia de género ya que todavía no tienen suficientes herramientas cómo para aprender a resolver sus problemas mediante el diálogo, la comprensión y la empatía.
Existen diversas situaciones que podrían acabar derivando en uno de estos conflictos y en ocasiones, en violencia de género:
- Celos. Para muchas parejas este es un eficaz medio de control. “La quería tanto que me volví loco de celos”, “no le puedo ver en compañía de otra chica porque me muero de celos”. Sin embargo, cada uno considera que esto es una prueba de amor. Sin embargo, quien quiere de verdad, no esta celoso. Sin embargo, no lo identifican como un abuso. Así, la chica acaba cediendo y deja de relacionarse con sus amigos-chicos para evitar discusiones y enfados y, si los celos los sufre un chico, se va distanciando de sus amigas-chicas por la misma razón. La cuestión es que ambos acaban en una situación de aislamiento social.
- Miedo. Suele ser una consecuencia de un estado de violencia ya imperante en la pareja. Si es la chica quien lo sufre, es debido a una acumulación de insultos, amenazas y, en ocasiones, golpes que producen que su autoestima disminuya, cada vez más así como su seguridad y su capacidad para tomar decisiones.
- Tecnologías de la información y la comunicación. Una de las formas más frecuentes de agresión es la difusión de fotografías intimas o de información privada a través de las redes sociales o del móvil así como el control de la pareja mediante la lectura de sus sms, whatsapps o mails. En la mayoría de los casos, es la propia pareja quien le da las contraseñas de acceso a los diversos servicios, por aquello tan romántico de que “en el amor no hay secretos”. La difusión de aquellas fotografías cuyo contenido sea sexual o erótico a través del móvil o de la red es lo que se conoce como sexting.
¿Cómo podemos saber que un adolescente es víctima de violencia de género?
Las agresiones sexistas producen un deterioro progresivo que es difícil de detectar a no ser por un experto. Sobre todo teniendo en cuenta que las adolescentes víctimas – en la inmensa mayoría de los casos – no solicitarán ayuda e, incluso, no se lo contarán a su propia familia..
Si perteneces al entorno – familiar, escolar, amigas – de un adolescente y notas algunos de estos síntomas, su hijo/a, amigo/a, alumno/a, puede estar sufriendo violencia de género, solicita ayuda profesional. Aquí puedes contactar con un psicólogo online.
- Ha dejado de salir con sus amigos habituales y cada vez se aísla más.
- Se viste, peina y maquilla de una forma diferente a como lo hacía antes de salir con “su chico” o “su novio”.
- Recibe comentarios despectivos o humillantes y se mantiene callado.
- Recibe constantemente o le envía whatsapps de forma obsesiva, haciendo que se ponga irritable o triste.
- Su rendimiento en el colegio o instituto ha disminuido considerablemente.
- Alguna vez ha podido manifestar algún sentimiento de temor hacia su pareja.
- Presenta rasguños, moratones y da excusas poco creíbles. Justifica que «ha sido sin querer”.
Respecto a su pareja, si observas los siguientes comportamientos, busca ayuda profesional:
- Celos, controlador y posesivo.
- Conductas e ideas sexistas.
- Reclama atención exclusiva.
- Manipula a la pareja.
- Intransigente e intolerante.
- Amenaza con autolesionarse o suicidarse si le deja como forma de “chantaje emocional”.
¿Puede producir algún problema de salud?
Efectivamente, los constantes ataques hacen que la salud se debilite. Sin embargo, las víctimas adolescentes de violencia de género tampoco acuden al médico por miedo.
Ante casos de violencia de género pueden aparecer:
- Alteraciones emocionales y psicológicas a corto y largo plazo. Tristeza, ansiedad, cansancio, irritabilidad, agresividad, inseguridad, sentimientos de culpa y de fragilidad, dificultad para concentrarse, disfrutar de la vida y sentirse feliz, alteraciones del sueño y pensamientos suicidas.
- Trastornos psicosomáticos. Cefaleas, dolores de nuca y espalda, dolores abdominales, reactivación de enfermedades crónicas ( eccemas, asma, alergia…).
- Conductas inadecuadas acerca del peso.
- Abuso de sustancias. Aumento de consumo de tabaco como de alcohol o sustancias de abuso, lo cual provoca cambios en el comportamiento.
- Variaciones en la salud sexual y reproductiva. Como consecuencia de relaciones sexuales inseguras en las que no cabe el uso del preservativo. Puede producir desde relaciones sexuales insatisfactorias hasta ETS pasando por embarazos no deseados y abortos.
¿Cómo se puede prevenir la violencia de género en los adolescentes?

Es necesario que los adultos nos comprometamos en la educación igualitaria en valores durante la infancia y la adolescencia. Por ello, es necesario:
- Debemos repasar los propios comportamientos y actitudes de la sociedad hacia las mujeres, valorándolas y respetando sus decisiones, opiniones y preferencias.
- Educar a las niñas para ser autónomas, independientes, capaces de cuidarse de sí mismas y ser capaces de tomar decisiones por sí mismas.
- Respetar a las mujeres si desean priorizar su vida laboral.
- Priorizar, como modelo, a hombres respetuosos con las mujeres.
- Educar a los chicos para que sean autónomos, responsables de su autocuidado y el de otras personas.
- Educar a los adolescentes en diálogo y negociación de resolución de conflictos pero sin acudir a la violencia.
- Adaptar las campañas publicitarias de prevención para la identificación de los comportamientos abusivos, a cada una de las etapas evolutivas.
- Dar las mismas oportunidades pero pedir las mismas responsabilidades, ya desde la infancia, y en actividades de la vida cotidiana. Si no les damos tareas diferenciadas por sexos “esto, porque es de chicas”, “esto, porque sólo lo pueden hacer los chicos, porque sois los más fuertes”, aprenderán a valorar todas las tareas – sin diferencia – y serán autónomos, independientemente del sexo.
- No hacer diferencias en los juegos.
- Educar en las escuelas con cuentos, lecturas, películas que enseñen modelos con protagonistas niñas, todas ellas, capaces de defenderse del peligro y ayudar a niños que estén asustados o expresen sus emociones.
- Realizar en los centros educativos actividades culturales, lúdicas, motivadoras, debates en los que se usen medios como el teatro, la música, la literatura, la publicidad.
- Reflexionar con los adolescentes e intentar que comprendan que los abusos, los desprecios, las agresiones, los celos, los chantajes, las ofensas y la desconfianza son una forma de violencia. Intentar que transformen estas conductas mediante debates, cinefórum, roleplaying, artículos para el periódico escolar.
- No disculpar las actitudes o las conductas de chicos controladores y/o celosos que humillan a su pareja.
- Uso seguro y responsable de las tecnologías de la información y de la comunicación para preservar el respeto y la intimidad, rechazando el uso de los dispositivos móviles o de las redes sociales para controlar o agredir.
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