Antes de meternos de lleno en describir los distintos tratamientos psicológicos que se han desarrollado con el fin de dejar de fumar, es importante conocer por qué es tan difícil dejar el tabaco. Probablemente, cada uno de nosotros tengamos una respuesta personal a esta cuestión pero, de forma general, podríamos decir que existen cinco motivos principales por los que hay quienes viven condicionados por este hábito.
Por qué no podemos desengancharnos del tabaco
- El efecto reforzante de la propia sustancia. La bioquímica del tabaco es un potente reforzador que provoca sensaciones muy diversas en quienes lo consumen. Aunque teóricamente es un estimulante, no son pocas las personas que recurren a él en momentos tensos o difíciles en los que necesitan relajarse.
- El desarrollo y mantenimiento de la motivación. Como en todo comienzo, cuando empezamos un proceso de abandono del tabaco, los niveles de motivación son muy altos. Pero en el tabaquismo existe la peculiaridad de que las personas que pasan por un tratamiento para dejarlo, sufrirán muchos altibajos anímicos en los que puede resultarles difícil mantener esa motivación inicial.
- La fuerza que ha adquirido el hábito de fumar en nuestras vidas. El tabaquismo está muy insertado en nuestro estilo de vida y , al contrario de lo que ocurre con otras sustancias, no se percibe a los fumadores como personas «marginales». El consumo puede darse a lo largo de todo el día y en casi cualquier situación.
- Los síntomas de la abstinencia. Es frecuente que, sobre todo al principio del tratamiento, se produzcan síntomas como la ansiedad, el aumento de peso o la irritabilidad, que mermarán significativamente nuestra motivación y podrían llevarnos a la recaída.
- Constantes «situaciones de riesgo». Como exponíamos en el punto 3, que el consumo de tabaco sea una práctica aceptada socialmente hace que las situaciones de riesgo para la recaída estén muy extendidas, tanto en el nivel social, como en el familiar y/o laboral.
Como sabemos, existen opciones farmacológicas que pueden ayudarnos en el proceso de dejar de fumar, pero es muy importante trabajar desde el punto de vista psicológico tanto para implementar un tratamiento tal cual como para fomentar la motivación y controlar los síntomas ansiosos (o incluso depresivos) que podemos experimentar en dicho proceso.
Tratamientos psicológicos para dejar de fumar
Dentro de este punto, podemos encontrarnos a grandes rasgos, 2 tipos de técnicas:
Técnicas aversivas: aquellas en las que se usa el propio tabaco para crear aversión/rechazo al mismo. El objetivo fundamental es cambiar el efecto placentero por uno de hartazgo y rechazo total. Aquí podemos encontrar métodos como:
- Fumar rápido. Se ha de fumar cada 6 segundos mientras prestamos atención a los aspectos negativos de la experiencia. Se puede estructurar de diferentes formas, pero la duración total del tratamiento suele ser de 2-3 semanas/6-8 sesiones de trabajo.
- Retener el humo. Como su propio nombre indica, la persona fumadora debe retener el humo en su boca y garganta durante 30-40 segundos. Después de descansar 30 segundos, se repite el procedimiento 6 veces. La duración del tratamiento es similar a la anterior.
- Saciación. Se insta al paciente que duplique, triplique o cuadruplique (según sus características, hábitos y preferencias de tratamiento) el consumo con el fin de crear la aversión buscada. La duración de este tratamiento suele oscilar entre 1 y 4 semanas.
La eficacia de estas técnicas suele ser alta, pero hay también una alta tasa de recaídas post-tratamiento. La recomendación es usarlas como parte de un programa multicomponente (nunca aisaladas) y entre pacientes concretos: normalmente jóvenes sin problemas médicos.
Técnicas NO aversivas: se trabaja principalmente en el contexto en el que la persona fumadora desempeña su día a día y con los estímulos que se relacionan a su tabaquismo.
- Cotrol estimular. Con esta técnica se persigue fundamentalmente romper las relaciones que hemos establecido entre ciertas circunstancias o escenarios y la conducta de fumar. La persona fumadora va dejando de serlo de forma progresiva en cada una de las situaciones que tiene asociada con fumar, empezando desde las más fáciles a las más difíciles.
- Manejo de contingencias. Con ello intentamos manejar las consecuencias de la conducta de fumar, puesto que al comienzo del tratamiento la persona fumadora se encuentra peor de lo que se encontraba cuando consumía. Por ello vamos a trabajar con reforzadores a las conductas positivas que nos acerquen a nuestro objetivo de abandonar el tabaquismo.